Desde Washington
Esta vez no es Edward Snowden, ex contratista de inteligencia, entregándole al periodismo miles de documentos que demostraban cómo el Gobierno de los Estados Unidos espiaba a sus propios ciudadanos. No es Chelsea Manning, la analista militar que se convirtió en una de las principales fuentes de Wikileaks y sus cables confidenciales de la diplomacia estadounidense. Esta vez, las miradas están puestas en Jack Teixeira, un chico de 21 años que manejaba un servidor de Discord y que durante meses les habría compartido a los miembros de su comunidad virtual la información que obtenía en su trabajo en una base aérea. Una filtración de archivos secretos propia de la década de 2020.
El nuevo escándalo que golpea a la comunidad de inteligencia en Estados Unidos incluye la difusión de documentos confidenciales que hablan sobre la guerra en Ucrania, tienen datos sobre la cantidad de bajas tanto rusas como ucranianas y analizan las defensas de Ucrania, entre otros temas. Según se conoció en los últimos días, los archivos también hacen referencias a Corea del Sur y Taiwán, entre otros puntos de interés para la geopolítica de Estados Unidos. Es una de las filtraciones más espectaculares de los últimos años. Una que nadie todavía puede explicar.
Por ahora, la única respuesta oficial fue el arresto de Teixeira el jueves pasado. Fue en vivo para todas las cámaras de televisión que quisieran mostrar cómo el FBI llegaba hasta una casa en el pueblo de Dighton, en el estado de Massachusetts, y se llevaba a este empleado de la Guardia Nacional Aérea. Según el fiscal general de Estados Unidos, Merrick Garland, el arresto fue hecho “en conexión con una investigación acerca de la supuesta remoción, retención y transmisión sin autorización de información clasificada de defensa nacional”.
Sin mayores detalles de parte del Gobierno de Estados Unidos, fue el Washington Post el que logró reconstruir en la última semana el supuesto origen de la información que ahora circula por distintos rincones de internet. Teixeira, según el diario estadounidense, es “un joven carismático entusiasta de las armas que compartió documentos altamente clasificados con un grupo de conocidos”.
El grupo, según esta reconstrucción, está compuesto por una veintena de hombres jóvenes o adolescentes que durante la pandemia habían decidido unirse a un servidor en Discord, una plataforma social muy popular entre quienes juegan videojuegos en línea. Fue en esa pequeña comunidad virtual en la que su líder, al que el Washington Post menciona como “O.G.”, empezó a compartir el material secreto.
O.G., según el New York Times, es Teixeira. Los documentos, según el recuento que hizo por su parte el diario neoyorquino, comenzaron a captar una mayor atención cuando uno de los adolescentes que integraban el grupo compartió parte de los archivos en un foro online público. Y de ahí pasaron a canales de Telegram en ruso, una app muy usada para transmitir información en países del este de Europa.
En su trabajo, Teixeira no solo tenía acceso a una categoría de material confidencial, sino también a la red interna del Departamento de Defensa que transmite información clasificada. Pero incluso con esta reconstrucción, lo que nadie puede explicar todavía es cómo estos documentos secretos pudieron circular por distintas plataformas sin que nadie haya reparado en su existencia durante meses.
Sorprendida por la filtración, la Casa Blanca se muestra cautelosa. Por un lado, no se atreve a asegurar la veracidad de todos los documentos. Esta semana, mientras el Pentágono y el Departamento de Justicia intentaban llevar adelante la investigación para encontrar al responsable de la filtración y revisar los documentos, Biden estuvo en Irlanda e Irlanda del Norte. Viajó para conmemorar el 25 aniversario de los acuerdos de paz en la región.
Desde su gira, el mandatario elogió “la rápida acción de las fuerzas de seguridad para investigar y responder a la reciente difusión de documentos clasificados del Gobierno de Estados Unidos”. En un comunicado, indicó que, aunque todavía su administración está “determinando la validez de esos documentos”, él ya instruyó a la comunidad militar y de inteligencia para “que dé los pasos para poner a resguardo y limitar la distribución de información sensible”.
La portavoz de la Casa Blanca, Karine Jean-Pierre, incluso ensayó una respuesta en la que intentó delegar la culpa de la filtración y la difusión en las redes sociales. “Creemos que las compañías de redes sociales tienen la responsabilidad con sus usuarios y con el país de manejar la infraestructura del sector privado que crean y que ahora operan. Así que creemos que tienen una responsabilidad”, dijo cuando le preguntaron si el Pentágono debería revisar cómo se manejan sus empleados en las redes.
El Gobierno ya habla de “mitigar el impacto” que la filtración podría tener en la seguridad nacional del país y en la de sus aliados. De esta forma, la Casa Blanca lleva adelante una estrategia de control de daños. “Nuestro equipo de seguridad nacional está coordinando en forma estrecha con nuestros socios y aliados”, dijo Biden. Sin dar muchos detalles, la Casa Blanca se limitó a decir que la administración ahora está en conversaciones con “niveles muy altos” de los aliados “relevantes”. En tanto, el Departamento de Defensa y la comunidad de inteligencia dicen que están revisando los accesos y sus procedimientos para ver cómo hacer para que este tipo de “incidentes” no vuelva a suceder.
No se trata solo de información sobre la situación de la defensa de Ucrania con documentos que denotan el nivel al que Estados Unidos está interesado e involucrado en la guerra. Los archivos, basados en fuentes de inteligencia, muestran sobre todo cómo el país norteamericano espía a sus propios aliados: a Israel, con supuestos informes sobre el rol del Mossad en las protestas contra el Gobierno de Benjamín Netanyahu; a Corea del Sur, en medio de negociaciones para que Seúl enviase armas a Ucrania. Según los medios estadounidenses, hay material confidencial que habla de que la comunidad de inteligencia estaba al tanto de otros cuatro supuestos globos espías chinos como el que el Pentágono derribó en febrero pasado. Hay análisis sobre Taiwán que postulan que la isla es altamente vulnerable a un ataque de China por aire, una posibilidad que obsesiona a Estados Unidos desde la invasión de Rusia a Ucrania.
Los documentos hablan de distintos temas, regiones y aliados, pero todos tienen algo en común: son demasiado oportunos. Todos se refieren a conflictos o preocupaciones actuales de Estados Unidos. Según la reconstrucción que realizaron los medios estadounidenses, la principal motivación de Teixeira habría sido precisamente la de ayudar a los miembros de su grupo online a estar informados sobre lo que ocurría en el mundo. Les explicaba asuntos de política exterior y operaciones secretas del gobierno, según contaron algunos de los integrantes al Washington Post.
Este motivo, de ser comprobado en la investigación, estaría lejos de las razones de otras filtraciones históricas de Estados Unidos, pero bien en línea con el espíritu de esta época. Por ahora, es la única explicación que hay para la difusión de los archivos, pero no aclara cómo este material publicado por un chico de 21 años estuvo disponible durante meses sin que nadie se diera cuenta.