La juntada es en el Yacht Club Nautilus de Punta Carretas de Montevideo, un lugar  donde habitualmente se reúnen empresarios, algunos políticos y entusiastas de hacerse a la mar en esos veleros que se ven tras los vidrios. Pero esta vez no. Esta vez hace frío, es día de semana, sopla mucho viento al lado del río, y la cosa no da para las travesías. Sí, para que, a cambio de los habitués de la zona, aparezcan músicos. Muchos músicos, y de los buenos: Hugo Fattoruso, Daniel Viglietti, Fernando Cabrera, Ana Prada, Rubén Rada, Martín Buscaglia, Malena Muyala, Albana Barrocas y Francis Andreu, por caso. O sea, todos los convocados a cruzar las aguas del Plata con el fin de animar una especie de uruguayidad musical al palo, que tendrá lugar y espacio en agosto, septiembre y octubre en el Centro Cultural Torquato Tasso (Defensa 1575). Durante una jornada maratónica y vertiginosa, entonces, PáginaI12 habló con cada quien, mientras la hermosa y gris Montevideo seguía, afuera, su ritmo cotidiano.  

El juglar

En uno de los rincones del bar hay una biblioteca cuyo ventanal al río marrón da una vista relajada. Allí va Viglietti y, junto a él, se sientan Hugo Fattoruso y Albana. El trovador pide un cortado, se queja un poco del frío, y cuenta de qué va Memoria, el encuentro que prevé presentar en la fecha apertura del ciclo. “Se trata de una comunicación sonora entre canciones y palabras”, se expresa el histórico músico montevideano, cuyo objeto puntual es repasar piezas salpicadas de sus cincuenta años de vida musical. “Lo que hago es contrastar épocas, cruzar temáticas… voy de alguna canción tiernísima a otra más intensa. Pero no sé qué más decir, porque armo al programa un día antes de tocar, y esto me da la posibilidad de ir confrontando épocas y estilos, ir desalambrando mi repertorio. Mis canciones, al cabo, son como países que tenemos dentro nuestro, con sus aduanas, sus precipicios, sus hermosuras y sus contrastes, porque somos todos claroscuros andantes”, sincera el también periodista y docente. 

 Cinco minutos se toma Viglietti en comenzar a delinear su destino inmediato, y es todo lo que Fattoruso aguanta en la misma mesa. De repente se levanta, mira a Albana, la baterista, y sale eyectado de la biblioteca. Viglietti, abstraído,  sigue en la suya. “Mi generación, que es la de Alfredo Zitarrosa y Los Olimareños, está muy marcada por la música de origen campesino, aunque Alfredo y yo seamos montevideanos. Ambos tuvimos un estilo muy marcado por lo solístico, y a los dos nos influyó mucho el folklore argentino”, sostiene el cantautor, mientras promete revisar antiguas piezas de raíz rural. “Canciones relacionadas con un compromiso muy hondo con la lucha popular en mi país, y en América Latina… es esa memoria que me lleva a pensar en las luchas, los logros, los aciertos, dificultades, derrotas y recomienzos. En este momento puntual de la historia, creo que la lucha más importante es la de enfrentar la impunidad”, aclara el hacedor de Canto libre, acerca de un tópico que también suele abordar en el programa que hace para Radio Nacional Folklórica (98.7) los domingos a las 21. 

 “Tanto en el ámbito musical como en el comunicacional, siempre hablo de los pasos muy importantes que ha dado la Argentina. Lo pongo como ejemplo donde sea, y me baso no solo en la lucha de los familiares de desaparecidos, sino también en que en un momento dado hubo alguien como el ex presidente Néstor Kirchner, que bajó un cuadro de un dictador en la ex ESMA, e inicio otro ciclo. Algo que no pasó aquí en el Uruguay, donde faltó el factor institucional para juzgar los crímenes de la dictadura”. La forma musical de la memoria, en Viglietti, no omite canciones como “A desalambrar”, “Canción para mi América” y “La memoria anda lejos”, por nombrar las fundantes. Tampoco “La mano impar” y “De cabeza”, relacionadas con la etapa del exilio; y piezas más recientes, como “Tiza y bastón”, canción compuesta para una maestra uruguaya desaparecida (Elena Quinteros), que canta acompañado por un cuatro venezolano. “En todas ellas, pongo mi voz y mi guitarra como elemento opinante”, determina, y deja el lugar a los que siguen.  

El tándem

 El origen del HaDúo, así se llama el tándem que conforman ambos, se originó mientras Albana tomaba clases de batería con Osvaldo Fattoruso, y trabajaba como utilera de ambos músicos. “Aproveché esa cercanía para hacerle llegar a Hugo material mío, algo que había tocado con Urbano Moraes, en fin, de a poquito fuimos encontrándole la vuelta”, resalta la joven baterista sobre los comienzos de una alquimia que ya generó dos discos (Neo y Canciones y aéreos) y aún no piensa en publicar un tercero, aunque tienen todos los ensayos grabados. “Por las dudas, algo hay”, se ríe Hugo, que acaba de editar un trabajo con el Quinteto de candombe Barrio Sur. “La materia prima ya está”, corrobora ella, pensando en el material aún inédito de un dúo cuya unificación deviene de una geografía, una estética y el puente humano. “Lo que yo toco con Albana, solo lo puedo tocar con Albana… hay un estilo ahí, y hay una pila de composiciones que tal vez pueda tocar con otro baterista, pero que cuando los toco con ella tienen un plus”, resalta el ex Shakers. “Compartimos muchas músicas del mundo y eso hace que nos sintamos cerca”, adhiere la percusionista. La alquimia, según Hugo, incorpora tanto temas vintage, del pasado pasado, (cuarenta años atrás, aprox.), como temas muy breves, minuto, minuto y medio, de bandas de sonido de films como Casablanca. “La idea es apostar a la magia de la música que nos une”, se extiende el Hugo. Entre tal nomeclatura de temas, hablan de uno con letra llamado “Cuando se miran”, de un instrumental in titulado “Mosaico ibérico”, que mezcla estilos, climas y ritmos; y entre las versiones, hacen tres diferentes de una: “La casa de al lado”, de Fernando Cabrera. “Una bien rockera, otra más suave, y una última medio gay”, se ríe la pata masculina del dúo, que compartirá ambas fechas con otro ser celeste: Daniel Maza. 

Tocá che Negro Rada

“¿Qué contursi?, ¿andás bien?”,   se le escucha decir a Rubén Rada.   El Negro está saludando a Fattoruso, y el chiste recurrente es “hay         que mentir, ¿eh?”. Venía hablando a PáginaI12 de Confidence, el disco que mostrará en el Tasso. Y retoma: “Es un trabajo mal llamado de jazz. Lo hice para que los músicos toquen trompeta, saxo, trombón, dos guitarras, bajo y batería, y también para descansar un rato de cantar”, se ríe Rada. “Son canciones para improvisar, y solo pongo mi voz en tres o cuatro”, detalla, sobre un repertorio que incluye temas como “El rincón de Matías”, “Canto a Jorge”, “Malísimo”, “Sin salida” o “Georgia in my mind”, bajo la égida estética del latin jazz, con mucha percusión y la voz de Rada que, típico, funciona como un instrumento más. “Confidence me da mucha felicidad. Me divierte porque tiene improvisación, solos, y me canto algunos standards con total libertad y disfrute”, entiende este músico loco, que alguna vez integró El Kinto, Opa!, y La Banda, y que viene de pisar el mismo suelo con una seguidilla de conciertos tangueros. “También me encanta el tango. He ganado concursos de chico, porque vivía cantando a Gardel. Era nuestro ídolo, lo escuchábamos sentados en el cordón de la vereda, igual que Antonio Tormo. También aprendí mucho de Alberto Castillo. Igual, lamento no haber escuchado a los grones que lo trajeron”, tira, y deja paso a otro(s) en el vértigo de la tarde. 

Titanes orientales

Este dúo de titanes uruguayos arrancó a principios de año a instancias de Leandro Quiroga, dueño y curador de Medio y Medio. Hasta ahí, solo habían confluido en una expo Zaragoza; en un par de shows de Fito Páez, cuando éste presentó Solo piano en el Uruguay; y en el homenaje a Alfredo Zitarrosa, a treinta años de su muerte. Pero hay encuentros que superan lo estrictamente fáctico. Que devienen como reminiscencias fuertes del pasado. Uno, Martín, es el hijo del poeta Horacio Buscaglia, que fue un importante ladero de Eduardo Mateo. El otro, Fernando, no solo grabó un disco a dúo con el mismísimo Mateo en 1987, sino también otro con Eduardo Darnauchans, compañero musical de Horacio. “Bebemos de una misma fuente, sin dudas”, arranca Buscaglia, que no solo vio a Cabrera en su yunta con Darno, sino también la presentación en vivo de Mateo-Cabrera, cuando era muy chico. “Lo fui a ver como fana de Mateo, y de Darno. En ese toque en el Solís, creo que Cabrera estrenó ‘La casa de al lado’. No sé, para mí es muy obvio que toquemos juntos, en cambio para otros es rarísimo. Es cierto que cada uno tiene sus obsesiones, bagajes y herramientas, Fer escuchó más Piazzolla y Buarque, y yo otras cosas. Pero hay una raíz común que tiene que ver con el toque de las guitarras. Y sé que a él le pasa algo similar, porque ambos hemos desarrollado un lenguaje propio”, señala Buscaglia, que viene de compartir dúos con Kiko Veneno, Antolín y la cubana Yusa.

 El show del Tasso será entonces una continuidad del dúo arrancó en Medio y Medio, donde el imperativo estético fue hacer confluir dos guitarras eléctricas, de una manera muy particular. “Todo el show es con dos guitarras eléctricas peladas. Es algo que Fernando hace mucho, yo no tanto, pero me encanta, porque creo que compartimos un toque no similar pero sí equivalente… hay una cosa rítmica de mano derecha, que nos hace caminar juntos”, define Buscaglia. “Lo que hacemos es seguir la escuela que dejó Mateo, relacionada con la subdivisión rítmica, con un manejo muy minucioso en ese sentido, que genera un contrapunto hermoso entre lo que tocás y lo que cantás”, extiende Cabrera, que promete una versión a dos violas del bello “El viento en la cara”. “Es una canción que tiene un espíritu muy particular y no sé si transcurridos tantos años hoy soy capaz de transformar en canción una atmósfera así, es algo que tuve mucho más en la juventud”, refiere el compositor, que seguro algo traerá bajo la manga para intentar recrear aquel espíritu. 

Una cita con Malena

La Malena uruguaya prefiere identificar a su noche como encuentro o cita. “A veces bromeo y le digo el público, ‘hasta me bañé, hoy, que teníamos una cita’, se sonríe esta cantante de tangos con nombre acorde. Falta bastante, y aún no sabe si va a venir con el todo terreno Gustavo Montemurro o no. Sí que lo hará con su raíz tanguera a cuestas, pero también con las alas abiertas a milongas, candombes, zambas y milongones. Además de “Malena” –obvio–, la cantora piensa versionar “Pena mulata”, que le rescató Juan Campodónico de un disco de pasta de Mercedes Simone, y “Los mareados”. “Este tema es infaltable porque es el primero que aprendí de memoria, mirando a Rosanna Falasca en la tele, con mi abuela al lado. Y es el que abre mi primer disco”, promete la Muyala, cuyo repertorio, como se ve, no quedará restringido al gotan.

Estrenos de Ana Prada

 Cerrada su trilogía ontológica (Soy sola, Soy pecadora y Soy otra), Ana Prada va ahora hacia un destino que no está del todo claro, aún. Podría ser un disco compartido con la compositora Pata Kramer, u otro sola, pero fuera ya de la trilogía solipsista. “No me importaría, en esta etapa de mi vida, que aparezcan canciones de otros autores. Me he venido dando esas licencias con ‘La entalladita’, por ejemplo, el tema que popularizó Amparo Ochoa”, dice a Página 12. Pasado a limpio, su recalada en Buenos Aires estará enmarcada en el estreno de piezas inéditas, bajo el título de “Va de ronda”. “Es un show que se hace con la gente. La idea es generar esa cosa cercana, de ronda y guitarreada, que estuvo tantas veces presente en mi vida… esa cosa de que no hay reunión en la que no se termine canturreando las que saben todos” sostiene, y parece que la onda es darle la guitarra a cualquiera del público que se atreva a empuñarla. “Me pasó que alguien quiso hacerlo en Carmen de Patagones. De repente, apareció uno que cantaba como los dioses, y fue muy enriquecedor. Queremos buscar un feedback mucho más directo que el que tenemos desde el escenario”, se planta la Prada, entre lo gregario, la empatía y lo lúdico. “Vamos a llegar a los Tasso, con esta idea probada y caminada”, promete. 

Francis en los bordes

 El tema “La Francis”, de Carlos Alejandro, la define exacta. La Francis Andreu es un bicho raro que se abre paso por los bordes. No canta candombe ni murga. Canta tangos de ayer, sin dejarse influir por nuevos aires ni fusiones. “Tango de ayer acompasao `para la gente que se ha olvidao con sencillez, con emoción” canta ella, con voz gruesa y pose de crack. Canta y cantará cuando le llegue la hora, junto al argento Cucuza Castiello. “Yo soy medio Carlitos, no me pongo tacos ni uso media red, porque me revientan las minas que lo hacen. ¿Por qué hacés esa bobada, muñeca?”, se ríe. “No tengo el porte de mujer tanguera, de vestido largo, no vendo eso, porque vendería una mentira. No soy muy de la mujer que canta tangos. No soy muy del vibrato. Mi ídolo es el Polaco Goyeneche”, se presenta la encargada de clausurar la cruzada uruguaya, que no vive del arte. “Para mí cantar es un aderezo de la vida, me junto con amigos, disfruto y encima me pagan”, se vuelve a reír la piba de 32 años, que espera ansiosa el tándem con Castiello. “Cucuza es una perlita, pero muy tradicional… por eso me llevo bien con él”, sentencia. 

 

* Daniel Viglietti, hoy y mañana. Hugo Fattoruso-Albana Barrocas + Daniel Maza: viernes 11 y sábado 12 de agosto; Rubén Rada: jueves 17 y viernes 18 de agosto; Fernando Cabrera y Martín Buscaglia: jueves 14 y viernes 15 de septiembre;

Malena Muyala: jueves 28 de septiembre; Francis Andreu y Cucuza Castiello: viernes 27 de octubre. Ana Prada: jueves 5 de octubre y 2 de noviembre.
Centro Cultural Torquato Tasso (Defensa 157). 22 hs.