"Las cosas que deseamos son transformadoras y no sabemos, o bien solo creemos que sabemos, qué hay del otro lado de esa transformación. ¿Cómo emprender la búsqueda de cosas que, en cierto modo, tienen que ver con desplazar las fronteras del propio ser hacia territorios desconocidos, con convertirse en otra persona?". Estas palabras de la escritora estadounidense Rebecca Solnit publicadas en Una guía sobre el arte de perderse me asaltaron de inmediato al leer El primer silencio, el nuevo libro de la poeta, música y activista Jacqui Casais, que se presenta este viernes entre lecturas y tragos en la 47º Feria Internacional del Libro de Buenos Aires. 

Allí, Casais escribe: “"Me desidentifico / no hay reflejo que me venga bien / Quiero que se borre mi contorno / desintegrarme con el viento / dejar caer mis hojas muertas para tener espacio nuevo / para cuando llegue la primavera y me traiga algo nuevo que mirar", y me visita Solnit otra vez: "Aquello cuya naturaleza desconocemos por completo suele ser lo que necesitamos encontrar, y encontrarlo es cuestión de perderse”.

El primer silencio es una bitácora poética sobre dejarse llevar para ser de formas múltiples y fluidas, sobre irse para estar más cerca que nunca, desviarse voluntariamente para reunirse de maneras completamente inesperadas. Poemas de, por y para la naturaleza y el entorno, las múltiples especies, para el descubrimiento de la(s) belleza(s) y la posibilidad de recorrerla(s) con un mapa que se escriba a medida que se avanza con el propio trazo, visitando la actitud meditativa, la contemplación del medio y de unx mismx en relación con los animales, como un ser migrante de un hábitat conocido hacia uno nuevo e incómodo, excitante y profundamente inquietante, como lo devela la cita del poeta peruano José Watanabe que Casais elige para dar el puntapié de su obra: "Y me ovillo entregado a la idea de ser de otra sustancia".

“El libro tiene un montón de puntos de partida, estuve leyendo mucho a Watanabe, me obsesioné con su obra. Eso me hizo descubrir otras cuestiones, de cómo abordar desde la poesía ideas que compartía, sensaciones, emociones. Creo que también hay etapas: así como los feminismos y el transfeminismo me hizo preguntarme si yo me identificaba como mujer, y yo no me identifico como mujer, empecé a preguntarme qué soy, con qué me identifico. Cuando me atraviesa el antiespecismo me interrogué qué hizo mi especie, qué es ser un humano, cómo me vinculo con otras especies, qué tienen que ver las otras especies conmigo”, cuenta la autora a este suplemento.

Desde el inicio, el libro se desenvuelve como un río que amplía gradualmente su cauce entre la búsqueda de identidad y la crítica, las palabras, las melodías, los espacios y sus silencios: "¿Qué señal avisa que estamos en deconstrucción? / ¿Dónde desemboca la cañería de lo que desechamos?", escribe. Tomando como antecedente el fanzine de haikus “Deforma humana”, escrito, publicado y presentado por Jacqui en la Feria del Libro Punk el año pasado, en El primer silencio se escucha la música de los caracoles y los cantos de las ranas reunidas a orillas de los charcos, sumadas a una sinfonía de lluvias, barros escurridizos y flores en disputa con el viento salvaje. 

Una ópera nacida del traslado de su autora hacia otros territorios, en busca de otras sensaciones: “Tuve la necesidad de irme de la ciudad a escuchar silencio, y en ese primer silencio empiezan a aparecer otras cosas. La pandemia, como a todo el mundo, me atravesó y me empezó a hacer un montón de preguntas, sobre qué estamos haciendo les humanes con el mundo que habitamos, y la necesidad de empezar a cambiar prácticas mías como humana. Siempre necesité que mis producciones tuvieran vivencias, porque a veces estamos en la ciudad mirando el ombligo de cada une y repetimos los mismos discursos estéticos. Es como una especie de mutación para mí, mutar hacia otra manera de ser un humane, proponerme conectar con otras cosas más viscerales de los seres humanos, que en la ciudad las tenemos muy alienadas”. 

El primer silencio también es una oda a la improductividad, algo que su autora toma del espíritu del haiku a modo de homenaje, de ese aquí y ahora propio de la actitud de contemplación como vía de escape a la permanente productividad y auto-explotación contemporánea: “Necesitaba ponerle el cuerpo a la poesía, físicamente tocar otras cosas, desde lo olfativo, desde lo auditivo, con todos los sentidos yo necesitaba información para encontrarme a mí como especie, aparte de como poeta”.

El primer silencio se presenta en la celebración de la editorial Eloísa Cartonera por sus 20 años de existencia. Leen Jacqui Casais, Daniela Ema Aguinsky, Silvia Cacchione, Vera Grimmer, Pablo Juárez y Diego Mora, entre otres. Viernes 28 de abril a las 19 en Zona Futuro, Feria del Libro en La Rural - Predio Ferial de Buenos Aires, Av. Santa Fe 4201.