Un caso judicial que capturó la atención de la prensa chilena en 2007 fue el origen de Limítrofe, la pastora del sol, obra escrita por el dramaturgo chileno Bosco Cayo acerca de los modos en que el sistema jurídico de su país ignora los derechos de los pueblos originarios. El caso que motivó la pieza fue el de Gabriela Blas, una pastora de llamas de origen aymara, acusada de asesinato tras la desaparición de su hijo de 3 años. En su tercera temporada, en estos días volvió a escena el montaje de esta misma obra bajo la dirección de Florencia Bendersky en el Teatro El popular (Chile 2080), con un elenco de actores argentinos y chilenos.

Esta puesta se origina en el semimontado que en 2018 se dio a conocer en ArChiDrama, encuentro de dramaturgias argentinas y chilenas organizado por las embajadas de ambos países. Luego de la pandemia, tras el obligado ensayo vía Zoom, sumaron significativos aportes visuales y sonoros Gustavo Acevedo, en vestuario y escenografía, Julio López, en diseño de iluminación y Pablo Duchovny, en la ambientación sonora. Aun cuando el montaje apela a un minimalismo extremo, unos pocos elementos logran evocar el paisaje de la Puna. La idea de lo limítrofe no solamente implica las vastas zonas de incomprensión entre culturas dominantes y dominadas. En sentido contrario, este espectáculo refuerza las coincidencias que, en este lado de la cordillera, padecen los pueblos originarios.

La acción de Limítrofe… comienza cuando la madre acude al puesto de carabineros para buscar ayuda: curiosamente la corrección política de la agente que la atiende no hace más que subrayar sus prejuicios y su ignorancia; su larga estadía en la cárcel dará cuenta de otros atropellos. Fuera de la prisión, un trío de mujeres aymara (Elizabeth Cancino, Alejandra López Molina y María Pastur) intenta ejercer presión para liberarla, la más radical, apelando a la mutilación, acto que guarda un evidente contenido simbólico. En conversación con Página/12, la directora afirma haberle sumado a la pieza una mirada femenina.

“Las diferencias que supuestamente hay entre argentinos y chilenos son algo que nos hicieron creer desde el conflicto del Beagle”, sostiene Bendersky y ofrece un ejemplo sobre la zona cultural a la que la obra hace referencia: “El norte argentino y el norte chileno conforman una misma región cultural, la cordillera no nos separa”, señala. También se refiere a las condiciones legales de los pueblos originarios en ambos países: “Ellos tienen los mismos problemas. No hay diferencia entre las injusticias y el atropello que soportan en uno y otro país. En el caso de Gabriela, se juntaron todos los 'motivos': ser pobre, mujer sola y aymara”.

A pesar de contar con un abogado que en principio tiene buenas intenciones, (personaje a cargo de Sergio Grimblat), la protagonista (Mariela Kantor) guarda silencio como acto de resistencia. “A medida que pasa el tiempo en la cárcel, Gabriela va perdiendo los nexos con su propia cultura y es coptada por los evangelistas”, describe la directora respecto de esta “radiografía de la injusticia”, según considera. “También procuramos mostrar cómo los integrantes de las etnias se van insertando en el sistema a través de la proximidad con la sociedad que las colonizan y arrasan”. En ese sentido, la directora advierte: “Tuve el cuidado de no hacer apropiación cultural, es decir, no tomar elementos de la cultura aymara sin darles el significado que les corresponde. Hay que tener muy en claro que, aunque queramos hablar sobre su problemática, no somos dueños de ninguna de sus expresiones y, aunque podemos apelar a ellas, debemos hacerlo con respeto y cuidado”.

Aun cuando el caso es trágico y delicado, hay en el espectáculo un feroz sentido del humor, tanto a través de las intervenciones de las mujeres que le hacen el aguante a Gabriela como de la carabinera “bien intencionada” (Graciana Urbani). “Me gusta el timing del humor y sus posibilidades de sostén dramático”, dice la directora antes de subrayar: “Somos una sociedad que necesita hacer procesos catárticos para seguir conviviendo. El teatro tiene que producir reflexión para que el pensamiento crítico se active”. Finalmente, Bendersky concluye: “Recorrer el calvario de Gabriela es doloroso, pero colabora en generar conciencia: anulada como madre y como miembro de su propia comunidad, es liberada por Michelle Bachelet e indultada por Sebastián Piñera, pero esto no significa que haya sido absuelta. Sigue siendo culpable de algo que no hizo”.

*Limítrofe, la pastora del sol, en el Teatro El Popular (Chile 2080), sábados 20 hs.