Alex Barone llegó a su casa en la noche del 3 de abril después de redondear la jornada de trabajo como remisero. Dejó en la puerta el Corsa gris y, después de cenar, se acostó a dormir con su pareja. El despertar fue tenebroso. A la madrugada ingresó violentamente la Policía Bonaerense y lo detuvieron por haber participado del homicidio de Daniel Barrientos, el colectivero de la línea 620. Según dice, quedó incomunicado y le dieron una tremenda paliza para que firme una confesión. Barone se mantuvo firme y argumentó que, frente a su casa, en la puerta de un jardín de infantes, hay una cámara que registra el lugar donde deja el Corsa y que las imágenes mostrarían que el vehículo estuvo ahí toda la noche, incluyendo obviamente el horario del robo y asesinato de Barrientos. Al cumplirse este miércoles un mes de los hechos, Barone recuperó la libertad porque así fue: el video mostró que el Corsa no se movió aquella noche. El jefe de Investigaciones de la Bonaerense de La Matanza, Dante Pérez Bianchi, fue apartado del cargo y la pesquisa fue tomada directamente por Homicidios desde La Plata. También el fiscal Gastón Duplaa, que al menos tuvo la honestidad de no pedir la prisión preventiva por considerar que no había pruebas, dio un paso al costado, alegando que ya venía pidiendo dejar la fiscalía desde hace rato. El caso está en cero o casi cero.

El viejo truco

Como ya ocurrió en una cantidad inusitada de casos, la Bonaerense, cuando enfrenta un hecho de enorme repercusión pública -lo fue el asesinato de Barrientos-, tiende a detener al primero que se le pasa por delante, basta que tenga algún antecedente. Alex lo tenía. Fue hace tres años, cuando se lo habría encontrado con un vehículo robado.

Según lo que se dio a conocer en el momento del homicidio de Barrientos, los individuos que subieron al colectivo, luego huyeron en un Fiat Siena. Ese auto lo quemaron cerca del lugar del robo y desde allí se habrían fugado en un Corsa gris. Sobre esa base detuvieron a Alex Barone, que tenía justamente un Corsa gris.

Sometido a una ronda de reconocimiento, la señora que iba en el segundo asiento del colectivo identificó a Alex como el que le quitó la mochila, pero dijo que no fue el que le disparó a Barrientos. El policía que estaba de civil, al fondo del colectivo, no pudo identificar al joven. Igual, todo era muy precario porque los asaltantes subieron al vehículo con la capucha puesta.

Horas después, fue detenido otro Barone, Gabriel. Se habían revisado las redes sociales de Alex y apuntaron a Gabriel porque decían que era primo de Alex y -según la policía- percibieron una foto de él con “un malandra”. Sometido a reconocimientos, los dos dieron positivo, es decir que la señora de la mochila y el policía lo reconocieron. Por su parte, Alex dijo que no era primo de Gabriel y que no lo conocía.

La coartada de Gabriel fue aún más sólida. Estaba trabajando en una pizzería por la noche y a la mañana en un taller mecánico. Este diario ya puso en duda toda la investigación dos días después de lo ocurrido, el 5 de abril.

Una prueba, dos pruebas

El fiscal Duplaa ordenó que se hiciera el llamado dermotest con las muestras obtenidas de las manos de ambos Barone. El análisis busca restos de fulminante: plomo, bario y antimonio. Dio negativo. Para el criminalista Raúl Torre no se trató de una evidencia contundente: “los imputados podrían haberse bañado, pero más aún, en pistolas como las usadas, a veces no se detectan los restos de fulminante”.

Pero la otra prueba, las que tenían que ver con las coartadas terminaron demoliendo la acusación. El video que demuestra que el Corsa no se movió y que Gabriel estuvo en los dos trabajos ese día obligaron a Duplaa a no pedir la prisión preventiva. No tenía elementos con los que seguir para adelante.

Todos desplazados

Algunos dicen que la decisión del fiscal fue una evidencia del fracaso de la investigación, lo que cayó muy mal en la justicia de La Matanza y por ello lo desplazaron. Hasta hubo un comunicado en contra de Duplaa del gremio de los colectiveros, la UTA. Otros afirman que eso no es verdad, que él ya venía pidiendo cambio de fiscalía y por eso se produjo el traslado. En cualquier caso, terminó fuera del expediente y hoy la investigación quedó a cargo del otro fiscal de Homicidios, Adrián Arribas.

Peor todavía le fue a los jefes de la Departamental de Investigaciones de La Matanza. El titular, Pérez Bianchi, fue relevado del cargo. Hoy en día la investigación del caso Barrientos pasó a manos del comisario mayor Hernán Trama, Director de Homicidios de La Plata. Se ve que desde la gobernación pusieron el grito en el cielo y el ministro Sergio Berni tuvo que ordenar los cambios. 

Cero, casi cero

A un mes del homicidio la investigación está casi en cero. Hay tres detenidos, incluso alguno confeso, por el robo del Fiat Siena que -supuestamente- la banda usó para huir. Los tres coincidieron en que ellos “luquearon” el vehículo, que en el argot significa hacerlo plata vendiéndoselo a otra banda. Cuando se les preguntó a quién se lo vendieron, sólo dieron apodos.

Pero, en realidad, tampoco es tan seguro que se haya usado el Siena como apoyo del robo. Hay testimonios, pero no muy sólidos. O sea, no existe forma de vincular seriamente a los tres detenidos con el homicidio de Barrientos. En su momento, Berni planteó sospechas sobre el caso porque, según dijo, era extraño la participación de tres o cuatro delincuentes, dos autos, armas y munición poderosa, en un robo que tendría un mínimo botín. A esta altura, no está probada la existencia de los dos vehículos. Y el arma, una Pietro Beretta calibre 40, podría haber sido producto de otro robo o alquilada en el mundo de la delincuencia. 

El caso queda entonces en una situación muy difícil. No hay registro de los delincuentes en ninguna cámara y todo depende de que aparezca un “informante” con algún dato preciso. “El homicidio en ocasión de robo no es sencillo -sostiene Torre-. No hay un móvil como en un asesinato común. En esos casos, uno va hilando por el lado del móvil. Entonces, la única esperanza es que alguna cámara registre algún elemento que te oriente. Y, de lo contrario, un informante que aporte una buena pista. Pero no siempre los informantes dicen la verdad. Mejor dicho, en la mayoría de los casos el dato del informante es falso o errado. A veces sucede que las bandas no son de la zona sino que vienen de otro lado y entonces ni siquiera los informantes cercanos tienen datos. Repito, en general se cree que es fácil, pero el homicidio en ocasión de robo, muchas veces, es difícil de esclarecer”.