Lo que ocurrió con la obra En este mundo loco, en esta noche brillante podría definirse como un perfecto match creativo. La historia encontró a su dramaturga: Silvia Gomez (Brasil). El texto encontró a su directora: Nayla Pose (a través del grupo Piel de Lava, que la eligió para llevar a escena ese material en la 1° edición de Temporada Fluorescente). Y la directora encontró a su equipo artístico-técnico: las actrices Daniela Flombaum y Carolina Saade, Ricardo Sica en el diseño de luces, Sebastián Schachtel en la composición, Mateo Monk como músico en vivo, Guido Pujato en la asistencia y bolos, y Paola Delgado a cargo del arte. “Nosotras creemos que esta obra es para vos”, dijo Laura Paredes cuando llamó a la directora en representación de Piel de Lava. Y cuando Pose leyó el texto comprendió que tenían razón. Después de su estreno el año pasado en Estudio Los Vidrios, la pieza se repone en Dumont 4040 (Santos Dumont 4040) los domingos a las 20.

“Ella podría ser una especie de hada, leyenda, heroína o simplemente una mujer con resaca que necesita esconder un arma entre las tetas”. Así se describe a la vigilante del KM 23 (Flombaum); el otro personaje es una chica que yace en la pista tras haber sido agredida sexualmente (Saade), una suerte de “niña guerrera” emparentada con el espíritu de Juana de Arco. En diálogo con Página/12, la directora recuerda que en la primera lectura se sintió atravesada por varios elementos del texto: la amistad, el compañerismo, el cuidado, la reciprocidad. “Esa resiliencia de lo femenino me impactó mucho. Al estar escrita por una mujer, hay algo de ese universo que está muy bien capturado, con todas las contradicciones que tenemos las mujeres como seres humanos –dice–. La obra me atravesó, me emocionó, me interpeló, me generó muchas imágenes y me dieron ganas de volver a leerla inmediatamente”.

El conflicto es una violación, pero no sería justo reducir toda la puesta a ese único elemento. La directora cuenta que la gran pregunta que se hicieron con el equipo fue “cómo acercarse al horror, cómo abordarlo sin faltarle el respeto al tema, con qué cuidado aproximarse y, a la vez, cómo hacer para que no sea un yunque, para que quien vea esto un domingo a la noche no quiera salir y pegarse un tiro”. Se trata de una puesta a corazón abierto y Pose asegura que trabajaron desde la honestidad. Por esa razón les pareció que una violación en escena no le haría justicia al abordaje. “No me parecía lo más acertado. Es un tema que me interpela directamente y me interesaba que el hecho no estuviera a los ojos de todos. Quería que fuera algo que rodeara al público sonoramente desde atrás, generar cierta incomodidad pero no desde lo visual y trabajar con la mayor verdad posible”.

-No hay un señalamiento explícito ni agresivo, pero en ese armado el espectador queda en un lugar incómodo, de cómplice o testigo.

-Creo que la autora ubica el tema de la violencia como síntoma de una sociedad enferma. No se trata de hacer sentir culpable al público, pero sí ponernos del lado donde está sucediendo la cosa, es decir, no ves la violación pero sucede en el campo sonoro del espectador. Hay una intención de generar cierta conciencia de que este hecho forma parte de una sociedad a la cual pertenecemos. No se trata de culpar a nadie sino de observarlo como parte de la realidad y de una sociedad que sigue generando hijos violadores o abusadores.

Hace algunos años Pose vio una obra del director italiano Romeo Castellucci; en la entrevista describe una escena como si la hubiera visto ayer: “Una persona daba unos latigazos en el suelo y eso estaba amplificado; había otra que respondía y veíamos cómo iban aplastando las pastillitas de sangre. Te mostraban todo pero a la vez actuaban con una gran verdad. Esa combinación me estalló la cabeza, era un grado de honestidad que hasta ese momento yo no había visto en el teatro”. Algo de ese lenguaje respira esta puesta, que se vale de la conciencia ficcional y es capaz de revelar el artificio con verdad. “Te mostramos los hilos pero hay dos actrices que se están jugando todo”, explica Nayla, y agrega: “no es lo mismo trabajar con una voz en off o una música grabada que con algo que está ahí, latiendo el pulso de la escena”. En este mundo loco expone sus condiciones de producción y ese esqueleto que en buena parte descansa en la arquitectura musical diseñada junto a Schachtel. “Eso le da a la obra un aura especial. Si en algún momento hay algo que no funciona es por culpa de lo humano, pero no de la técnica. Hay una fuerza vital como hecho de resistencia frente al mundo capitalista, neoliberal y heteropatriarcal que acá se pone de manifiesto en lo artesanal”.

El trabajo de Saade y Flombaum merece un párrafo aparte. Pose identifica ese lazo de amistad plagado de ternura, encanto, delirio y humor como “aquello que se puede fugar del capitalismo, eso que no entra en la dimensión del dinero o lo mercantil”, y asegura que “construir ese vínculo con ellas no fue ningún trabajo sino algo orgánico”. El texto sugiere que el personaje de la vigilante sea más grande, pero la directora optó por la paridad: “Me gustaba que las dos tuvieran la misma edad porque es una generación en la que creo y confío. Yo trabajo mucho con gente de esa generación (Pose es docente en su estudio, El Brío) y me parece que están haciendo las cosas mejor que nosotros, me gustaba la idea del cuidado entre pares. Está ese lema de ‘no me cuida la policía, me cuidan mis amigas’, y acá hay algo de eso”.

-La pieza puede leerse como una obra de cuerpos con un fuerte componente poético y musical. ¿Qué te interesa en esa búsqueda?

-El cuerpo es todo. Sin cuerpo vivo en escena no hay acontecimiento. Siempre insisto en que si hay una maquinaria física que se arma en la escena, a eso hay que arrojarle un texto que funcione. El de Silvia es tan bello y poético, que el desafío era evitar caer en la trampa de decirlo. La poesía tiene la capacidad de crear mundos y eso es lo que me interesa del teatro: poder crear algo que no existe. En ese sentido Silvia es una poeta, una encantadora de la palabra, hay algo vinculado a la magia. Y con respecto a la música, yo tengo todo un tema y creo que debería haberme dedicado a eso (risas). Hay algo ahí que me resulta muy fascinante y envolvente, y creo que la dramaturgia invitaba a que la música fuese parte de la estructura.

En el discurso de Nayla aparecen figuras como el poeta chileno Raúl Zurita, la filósofa brasileña Suely Rolnik o la antropóloga argentina Rita Segato para explicar algunos conceptos de este montaje que llevó dos meses y resulta muy difícil definir. La sinopsis indica que se trata de “una puesta al borde” porque hay dos actrices que cantan pero no es un musical, la historia parte de un hecho real (un femicidio ocurrido en Brasil en 2015) pero no es documental y, aunque se habla de una diosa, no es un relato fantástico. Una de las mejores definiciones de este trabajo quizás sea la que expresó Celso Curi, productor brasileño, después de haber visto la obra en Buenos Aires: “un dispositivo capaz de abrir las venas del teatro y ofrendarla a los espectadores con toda su honestidad”.

* En este mundo loco, en esta noche brillante puede verse los domingos a las 20 en Dumont 4040 (Santos Dumont 4040). Las entradas se adquieren por Alternativa Teatral