“Por la consciencia que perdimos, que olvidamos al andar / por la inocencia y la codicia de una efímera ilusión de identidad” arranca cantando Adriana Varela y el nuevo disco de Tanghetto sale con los tapones de punta. Argentinxs llegó a las plataformas y es una suerte de cumpleaños para la agrupación pionera del tango electrónico. Una fiesta en que abundan los invitados: Fito Páez, Abel Pintos, León Gieco, Pedro Aznar, Leo García, Amelita Baltar, Peteco Carabajal y Lidia Borda se suman a la banda capitaneada por Max Masri. Argentinxs muestra a un Tanghetto de pura cepa, explorando el universo del tango cantado, pero además con pocos “covers”. Son apenas dos, uno de “Carabelas nada” (de y junto a Páez, que ofició de anticipo del disco en semanas anteriores) y “Alas de tango”, de y con León Gieco.

“Es un disco que nos encuentra maduros, y a la vez es tan diferente a los anteriores”, comenta Masri. Tanghetto se originó como un proyecto instrumental y colaborar con otros artistas y hacer temas cantados le da un elemento nuevo a la banda, porque aunque habíamos hecho cosas con Guillermito Fernández e invitamos a otros cantantes en shows, es distinto a plasmarlo en un disco, lo teníamos pendiente eso”.

-Armaron un seleccionado, los pibes dirían que es “un cumpleañito”...

-¡Alguien me dijo que era la Scaloneta! (Ríe) Creo que la banda es flexible. Nosotros hicimos covers raros en una época, como “Blue monday”, de New Order, o un tema de Depeche Mode, otro de Harvey Hancock, o de Radiohead. Desde el comienzo queríamos romper ciertas estructuras y expandir el tango hacia lugares poco comunes, como estos, y al mismo tiempo poder hacer un “Danzarín” o un “Quejas de bandoneón”. Creo que esa flexibilidad inicial hizo que nos sea natural trabajar con estos artistas tan diferentes.

-¿Cómo se armó el repertorio?

-“Carabelas nada” fue propuesto por Fito. Él nos dijo dos que sentía que podían servir para el proyecto. El otro era “Cadáver exquisito”. Yo conecto más con “Carabelas nada” porque me gusta eso de que “el tango es una idea que me toca aunque no quiera”. Me conecta mucho con la esencia de Tanghetto. Con Gieco, que es el otro cover, es un tema que escuché por primera vez en una milonga en 2005, en nuestra primera gira en Francia. Siempre quise reversionarlo pero nunca pensé que se iba a dar con León. Hay algo gracioso en el proceso, que es que cuando él escuchó el arreglo sintió que había una influencia fuerte de Peter Gabriel. Y no hubo ninguna intencionalidad. Y cuando durante la mezcla lo escuché cantar me pareció que él también tenía una influencia fuerte de Gabriel, una onda “Red rain”. Y no es la primera influencia en la que uno pensaría al mencionar a Gieco o a Tanghetto.

-¿El resto de los temas son tuyos?

-Todos menos uno que es una colaboración con Aznar, en la que participa él y otro que hice con Amelita. A Aznar lo invitamos a un show en el CCK y compusimos tres temas. Esa fue una antesala a este disco, porque yo tenía la idea de laburar en vivo, pero inició este proceso.

-Es un disco muy centrado en la cuestión identitaria.

-Tanghetto siempre tuvo una identidad propia. Cuando salió Inmigrante electrotango esa palabra no existía, era “tango electrónico” y yo no conocía a otros como Bajofondo o Gotan Proyect. Ese nombre apareció para diferenciarse del tango que esperaba escuchar la gente. Fue una forma de armar una identidad. Este disco también. Siento que seguimos, a nuestra forma, expandiendo el tango. Pero creo también que este disco tiene que ver con una argentinidad.

-¿Cómo?

-El tango está ligado al inconsciente colectivo de todos. Por más que mucha gente no lo escuche. Pero sí escucha a Fito, capaz. Y Fito tiene una conexión con el tango. Para mí el hecho de romper con cierta rigidez del tango es también un modo de romper con limitaciones y generar algún tipo de predisposición para una apertura.

-En esto y en lo identitario aparece también la cuestión lgbt, ¿verdad?

-Totalmente. Con Tanghetto ya desde 2004 tocamos en la Marshall, la primera milonga gay de la Argentina. Tanghetto fue la primera orquesta en tocar en el Festival de Tango Queer de Buenos Aires. Hicimos un video que se llama “Mente frágil” sobre una historia de dos mujeres, que censuraron en el canal de tango de acá pero después llegó a la MTV. En el Lincoln Center de Nueva York invitamos a una pareja queer. Siempre tuvimos un activismo importante. Para mí hoy hay un proceso de inclusión más interesante en todos los niveles y el tango no queda ajeno a eso. Pero esas primeras milongas, esos primeros bailarines que se animaron a romper prejuicios y armar cosas más importantes permitieron también todo el cambio de hoy.

-Siguiendo con lo identitario, ¿en qué medida estar constantemente de gira afuera del país no les impacta el sonido?

-Es que todo te impacta. Es más, este disco se me ocurrió estando de gira. Parte de la idea tenía que ver con quienes valoran más lo propio, como el tango, cuando están lejos. Gente joven que viviendo en otro país se conectaba a full con el tango. Yo sentía algo parecido con la necesidad de laburar con músicos de acá. Uno valora cosas de las que no es tan consciente salvo cuando está lejos.

-Y si ahí conectás con sonidos de afuera, ¿cómo volvés al sonido de acá?

-Ahí me acuerdo de algo de Ástor (Piazzolla), que decía que por más que se crió en Nueva York y vivió tanto afuera, cuando tocaba, el que escuchaba se conectaba directamente con él acá, con Buenos Aires y la Argentina. Volviendo a esto del inconsciente colectivo, en que tenemos el tango siempre ahí dando vueltas, incorporado en nuestro ADN, creo que podemos tomar influencias de afuera o de otras músicas, pero al menos en Tanghetto la esencia sigue siendo el tango.