Juan Martín Del Potro está hiperactivo. Alejado de las canchas de tenis, en el último tiempo se dedicó a disfrutar de otro tipo de acciones en distintas partes del mundo. La raqueta, sin embargo, no deja de ocupar un espacio relevante en su cabeza.

Este domingo, apenas un día después de su participación como asesor en la liga norteamericana de pádel, brindó una clínica de tenis en el marco de una actividad en el Club Jacarandá de Cumbayá, en Quito. Allí, en la altura ecuatoriana, volvió a insistir con un sueño que pretende cumplir y que no parece dejarlo en paz: jugar por última vez el US Open.

"Lo que más tengo es la ilusión y el deseo de poder pisar, seguramente por última vez, la cancha del US Open, un torneo que para mí fue súper especial y en el que pasé los días más felices de toda mi carrera en el tenis", disparó el ex número tres del mundo, campeón en el Abierto de Estados Unidos en 2009.

Del Potro actuó en un total de diez ediciones del último Grand Slam de la temporada. El registro de su paso por Flushing Meadows, más allá de las veces que no pudo ir por sus interminables lesiones, es asombroso: registró 39 victorias y apenas nueve derrotas en el cuadro principal. Además del título de 2009, cuando derrotara al número uno Roger Federer en una antológica final de cinco sets, llegó a ser finalista en 2018 y semifinalista en 2017.

Más allá del sueño latente, sin embargo, el tandilense aclaró: "Mi cuestión física y el problema de la rodilla también generan que el deseo sea muy alto pero que la realidad para cumplirlo esté un poco separada".

Ganador de 22 títulos en el circuito de la ATP entre 2008 y 2018, Del Potro jugó su último partido oficial el 8 de febrero de 2022, poco más de un año atrás, cuando protagonizó su noche de gratitud en el Buenos Aires Lawn Tennis Club, por la primera ronda del ATP de Buenos Aires, en la anecdótica derrota ante su amigo Federico Delbonis.

En aquel momento comunicó que dejaría su carrera en pausa, al menos hasta que pudiera solucionar los problemas en su rodilla derecha que le trajeron dolores incluso en la vida cotidiana. Decidió no utilizar la palabra "retiro".

Fiel a su estilo, luego de haber protagonizado tantos regresos exitosos, ahora pretende evitar que cualquier entorno pueda entrometerse en su determinación: "Algo que apliqué en toda mi carrera es que nadie me quite la ilusión de mis propios objetivos y de mis propias aventuras. Es un proceso personal y quiero disfrutarlo".

La última pesadilla de Del Potro comenzó en octubre de 2018, cuando se fracturó la rótula derecha en un partido ante el croata Borna Coric en el Masters 1000 de Shanghai. Antes ya había superado lesiones en ambas muñecas, por las que había pasado cuatro veces por el quirófano.

Cuando se rompió la rodilla estaba a tiro de pelear por el número uno del mundo. Desde entonces nunca dejó de buscar soluciones. Probó con tratamientos conservadores, consultó con varios médicos, intentó algunos regresos truncos y afrontó nada menos que otras cuatro cirugías.

El primer paso por el quirófano llegó luego del torneo de Queen's, en junio de 2019, cuando se resintió tras un resbalón en el partido contra el canadiense Denis Shapovalov: días después encaró la primera intervención con Ángel Ruiz Cotorro, el médico de Rafael Nadal, en Barcelona. Después lo operaron Lee Kaplan, en Miami, en enero de 2020; Roland Biedert, el hombre de confianza de Roger Federer, seis meses más tarde en Berna; y el tucumano Jorge Chahla, en marzo de 2021, en Chicago.

El deseo del mejor tenista argentino del siglo tiene una pata operativa: cinco semanas atrás empezó a trabajar a conciencia en Miami, donde inició un plan de entrenamientos junto con el cubano Duglas Cordero, uno de los preparadores físicos más prestigiosos del planeta, para fortalecer la rodilla y llegar lo mejor posible al US Open.

"Voy a jugar el US Open", había reiterado días atrás en Florida. La sentencia, para Del Potro, se sustenta en su tenacidad personal pero también en una cuestión de fe: "Si lo consigo sería coronar mi carrera de la mejor manera. Si no llega a ser así entonces el proceso de levantarme cada día y luchar contra la rodilla también lo voy a disfrutar. Tal vez sea la última vez que lo haga. El proceso es el que hay que vivir. El de arriba sabrá si puedo jugar o no".

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