Crisis: De manera implícita o explícita Freud analizó al hombre como creación y creador de la cultura. ¿Qué opina usted de tal valoración y de las múltiples objeciones que recibió el aporte de Freud?

Pichon- Riviere: Reflexionar acerca de la cultura, de su génesis, del origen y el sentido de la actividad en la que los hombres transforman lo real, no es otra cosa que elaborar una concepción acerca de la génesis y el sentido de un orden de hechos que constituyen, más allá del orden animal, una nueva instancia: lo histórico social, lo específicamente humano.

Esta reflexión implicará necesariamente una concepción del hombre y de la historia, no podrá dejar de expresar una Weltanschaung, se sustentará en una ideología. El análisis de la concepción freudiana de cultura, del hombre en tanto creador y creación de esa cultura, desnuda con nitidez la ideología freudiana, a la vez que reabre la cuestión de las relaciones entre ciencia e ideología, debate que conmovió en los últimos años el campo del quehacer psicoanalítico.

¿Por qué consideramos pertinente retomar este debate? Porque las tesis freudianas acerca de la cultura, el trabajo, el proceso creador –más allá de la pregunta por la legitimidad de extender hipótesis que surgen en el contexto analítico al plano de las relaciones sociales- abren un interrogante cuya respuesta nos plantea una tarea de crítica y de reformulación de los aportes del psicoanálisis a la comprensión del sujeto.

“El malestar en la cultura”, una obra de gabinete en la que Freud se aparta del riguroso itinerario que recorre en su práctica clínica, revela a un pensador idealista, esencialista, para quien la naturaleza humana se determina, en última instancia, desde los impulsos instintivos, eternos e inmodificables en su esencia.

En los últimos años, en nuestro país, algunos psicoanalistas y epistemólogos del psicoanálisis influidos sin duda por Althusser –y en el intento de preservar una práctica-, se ilusionan distinguiendo entre el Freud “científico” del capítulo VII de La interpretación de los sueños y el Freud “ideológico” de “El malestar en la cultura”, de la misma manera que intentan preservar la teoría más allá de toda crítica centrando su cuestionamiento en las instituciones psicoanalíticas. Cabe preguntarse si el esencialismo freudiano, la concepción del hombre y de la historia que a nuestro entender gobierna toda reflexión psicológica y que tan claramente se manifiesta en los escritos sociales de Freud, no se deslizó jamás en la conceptualización de su práctica clínica. ¿No tiñó jamás la interpretación de la realidad con la que trabajaba? ¿Es imposible reconocer al Freud esencialista de “El malestar en la cultura”, en el Freud que reflexiona acerca de la sexualidad femenina, las fantasías originarias, el narcisismo primario, la segunda formación de la teoría instintivista?

Pero ese Freud es el mismo del concepto de inconsciente, de la experiencia de satisfacción, de los mecanismos del inconsciente, de las leyes de la asociación, Es el mismo Freud que construyó un bagaje instrumental con el que trabajamos diariamente en el campo de la terapia y de la prevención transformando realidades concretas. Es en el interior de la teoría psicoanalítica, en el seno del pensamiento freudiano, donde reside una contradicción entre conocimiento objetivo y escamoteo ideológico. Es esa contradicción, que se revela en la práctica clínica, la que nos exige una tarea crítica en el intento de fundar una psicología social, histórica y concreta.

Crisis: ¿Cuáles considera que fueron las mayores contribuciones de Freud para la comprensión del fenómeno artístico?

Pichón- Riviere: Freud retoma la llama del romanticismo alemán, la pasión por lo siniestro, por los sueños, por lo inconsciente. Busca en sí mismo y en sus pacientes las formas concretas de las imágenes que lo fascinaron en los poetas románticos. La tristeza, el duelo y la culpa ante la muerte de su padre (la tragedia edípica), como situación existencial, lo lanzan en el camino de este descubrimiento. La teoría freudiana que desoculta y hace inteligible la dialéctica consciente- inconsciente permite la emergencia e instrumenta al movimiento surrealista en formas creativas inéditas y revolucionarias.

Esto sucede más allá de la comprensión de Freud, quien confiesa en una careta a Breton sus limitaciones para descifrar los elementos que el surrealismo le brinda. Su negativa al diálogo, que tanto dolió a Breton, se funda en el sentimiento de estar “muy alejado del arte”.

Pese a ese sentimiento de lejanía, la teoría del inconsciente, en una tarea arqueológica, hace surgir a la luz los mecanismos que rigen la construcción de las imágenes.

Fragmentos de una entrevista a Enrique Pichon- Riviere publicada en la revista Crisis en 1976 en base a un cuestionario previo, incluido en el volumen V de Obra completa: del psicoanálisis a la psicología social (1967- 1977) que acaba de publicar Paidós.