El 14 de diciembre de 1977, el Skyvan PA-51 de la Prefectura despegó desde el Aeroparque Jorge Newbery con una misión siniestra: arrojar a las aguas del Mar Argentino a un grupo de doce militantes que habían sido secuestrados días antes. Entre ellos estaban tres integrantes de las Madres de Plaza de Mayo Azucena Villaflor, María Eugenia Ponce de Bianco y Esther Ballestrino de Careaga y las monjas francesas Alice Domon y Leonie Duquet. En las próximas semanas –posiblemente dentro del próximo mes–, el Skyvan volverá a surcar el cielo argentino. Desde el Ministerio de Economía, que conduce Sergio Massa, confirmaron que están ultimando los detalles para el regreso del avión desde los Estados Unidos.

La Justicia argentina acreditó que el Skyvan se usó para los vuelos de la muerte que partían con prisioneros desde la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA). Las gestiones para el retorno de la aeronave comenzaron hace tres años. Taty Almeida, referente de Madres de Plaza de Mayo-Línea Fundadora, empezó a golpear puertas junto con Cecilia De Vincenti –hija de Azucena– y con Mabel Careaga –hija de Esther–. La confirmación de que el Estado argentino compraría el avión y lo repatriaría para que quede como un símbolo del horror de la dictadura argentina llegó en enero pasado.

En 1971, la Prefectura Argentina adquirió cinco Skyvan. Dos de ellos fueron destruidos durante la Guerra de Malvinas en 1982. Los otros tres se vendieron en 1994. Uno se quedó en Luxemburgo, otro en el Reino Unido y un tercero en los Estados Unidos. Este último es el que se usó para desaparecer al grupo de militantes que se reunía en la Iglesia de la Santa Cruz para coordinar tareas de búsqueda y de denuncia de sus seres queridos. Todos ellos fueron secuestrados gracias a la infiltración del marino Alfredo Astiz, que se presentaba en las reuniones como el hermano de un desaparecido, y llevados a la ESMA, donde fueron sometidos a tormentos y condiciones inhumanas de vida antes de arrojarlos vivos al mar.

El avión se logró localizar gracias a una investigación que emprendieron el fotógrafo italiano Giancarlo Ceraudo y la periodista argentina Miriam Lewin –también sobreviviente de la ESMA–. En 2010, Ceraudo y Lewin encontraron al PA-51 en Fort Lauderdale, en el estado de Florida, cuando era parte de la flota de la empresa estadounidense GB Airlink, que se dedicaba al correo aéreo.

Un trabajo de análisis de la documentación encarado por el Ministerio Público Fiscal permitió comprobar que ese artefacto había sido utilizado para desaparecer a las Madres, a las monjas francesas y al resto de los militantes que se reunían en la Iglesia de la Santa Cruz: Ángela Auad, Remo Berardo, Patricia Oviedo, Raquel Bulit, Julio Fondovila, Eduardo Gabriel Horane y Horacio Elbert.

En 2005, el Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) identificó los cuerpos de Azucena, Mary, Esther, Leonie y Ángela, que habían aparecido en las costas y habían sido enterrados en el cementerio de General Lavalle. Sumado a los testimonios de sobrevivientes de la ESMA, se pudo reconstruir que todo el grupo Santa Cruz había sido “trasladado” el mismo día, el 14 de diciembre de 1977.

En 2017, el Tribunal Oral Federal 5 dio por acreditado el uso del Skyvan y condenó a prisión perpetua a dos de sus pilotos, Mario Daniel Arru y Alejandro Domingo D’Agostino. El lunes pasado, la Cámara Federal de Casación Penal confirmó la condena de D’Agostino, que es el único vivo, y se pronunció sobre la mecánica de los vuelos de la muerte, a los que definió como uno de los “métodos más habituales utilizados por las Fuerzas Armadas para terminar con las vidas de las víctimas”.

El 8 de enero pasado, el piloto Enrique Piñeyro viajó hasta Arizona para identificar el Skyvan a pedido del ministro Massa –que es quien sigue las gestiones con las referentes de derechos humanos–. Confirmó que se trataba del mismo avión que había sido hallado por Lewin y Ceraudo en 2010. En el proceso de identificación también intervino el Ministerio de Defensa, que hizo un informe detallado sobre el derrotero del avión. La intención es que el Skyvan sea emplazado en el predio de lo que fue la ESMA. La Secretaría de Derechos Humanos, que conduce Horacio Pietragalla Corti, es la que lleva adelante el diálogo con el directorio del Espacio Memoria y Derechos Humanos –exESMA–.

Según pudo saber Página/12, en este momento se están llevando adelante tareas sobre el avión para volver a su composición original antes de emprender el vuelo hacia Buenos Aires, que tendrá varias paradas obligadas. Las estimaciones son que en tres semanas podría estar nuevamente en territorio argentino, donde será una prueba material del momento final del exterminio.