Los desorbitantes aumentos en el precio del papel afectan a distintas industrias, y muy especialmente a la editorial. Pero dentro de esta, las más perjudicadas entre las perjudicadas son las editoriales infantiles y juveniles, que por las características especiales con las que se expandieron en el país --varios sellos pequeños, muchos de los cuales trabajan casi artesanalmente, pensando pocos títulos por año y muy cuidados en sus catálogos, con premios y reconocimientos aquí y en el exterior-- hoy ven peligrar su continuidad

Reunidos frente a un panorama acuciante, los sellos locales --más de cuarenta editoriales, de las más destacadas del país-- lanzaron el jueves una carta pública, para pedir medidas concretas que regulen esta situación que denuncian: "los precios del papel, la cartulina y el cartón, impuestos por un puñado de empresas que no están teniendo ningún tipo de regulación, son escandalosamente altos, prácticamente los más altos del mundo". Con una consecuencia real y concreta, que se verifica en la actualidad: "Así, los libros que se imprimen en el exterior tienen costos más bajos que los que se imprimen en el país", advierten.

Récord de récords

Si los índices de inflación están marcando un récord en la Argentina, los del papel tienen su propio velocímetro. El insumo aumentó ¡200 por ciento! en el último año; más del 350 por ciento en los últimos dos años. La situación ya fue denunciada por la Cámara Argentina del Libro: si bien hay un nivel de aumento a nivel internacional por la escasez del recurso, en la Argentina la situación se desmadró con aumentos que van desde 150% en el papel obra, ahuesado y ecológico y llegaron a un 300% para el papel ilustración y el cartoné. Estos últimos son los que los libros para niños y niñas suelen demandar, sobre todo los llamados libros álbum, que necesitan hacer valer el diseño y la ilustración, con tapa dura e impresión de calidad, y los libros para bebés, que usan cartón.

Los libros de tapa dura son los más impactados por el aumento del papel.

Históricamente, el papel representaba entre un 25 y un 30 por ciento del costo de cada ejemplar. Los aumentos continuos hicieron que hoy, en una cadena del libro que tiene un sinfín de actores aportando su trabajo --escritores, ilustradores, diseñadores, editores, distribuidores, libreros, feriantes, promotores, imprentas, encuadernadores y un largo etcétera-- este insumo represente más del 50 por ciento del costo. Y un libro con tapa dura no pueda venderse a menos de 6.000 pesos, aun achicando al mínimo los márgenes de ganancia de las editoriales. Si hasta resulta que los libros importados del mismo tipo --generalmente, de España-- terminan saliendo más baratos que los que se hacen aquí. 

Inviable

"Este escenario se da en un contexto de una profunda crisis económica, en el que las ventas de libros descienden mes a mes y el dinero que ingresa va perdiendo sensiblemente su valor. De esta manera, las editoriales no logramos reunir el dinero necesario para imprimir novedades o realizar reimpresiones y vamos “vaciando” nuestros cuidados catálogos de manera irremediable y, probablemente, irreversible", continúan explicando las y los editores en su carta pública. 

La situación se vuelve inviable para los sellos que no quieren, o no pueden, mandar a imprimir a China. "Nosotros deberíamos marcar los libros que estamos vendiendo al doble, si le pusiéramos el precio que tienen que tener, con el margen que corresponde. Tratamos de sostener los precios restando ganancia porque es una forma de sostener a los lectores. Pero hacia adeltante, es insostenible", lamenta Judith Wilhelm, de Calibroscopio. Así las cosas, a las editoriales que hacen tapa dura y libros de cartón se les está complicando planificar a corto plazo: no saben si lo que están vendiendo hoy, podrán reimprimirlo mañana. 

"Necesitamos medidas urgentes que frenen manipulación de los precios y la disponibilidad del papel, el cartón y la cartulina, que son insumos indispensables para hacer los libros que solemos hacer y que queremos seguir haciendo. Están en riesgo todos los actores el ecosistema editorial y, en consecuencia, también el público lector", resalta Manuel Rud, de Limonero.


Público y privado

La carta que también firman editores de Iamiqué, Del Naranjo, Ojoreja, Pequeño Editor, Comuncarte, Arte a Babor, Riderchail, Amauta, Bambalí, entre muchos, es muy clara y sigue relatando una situación paradigmática: "Una buena muestra de la grave situación del papel es lo que acontece con las compras públicas de libros: en los últimos años, los editores celebramos el retorno de los planes de lectura y de un importante volumen de adquisición estatal de libros para escuelas y bibliotecas. Sin embargo, nos enfrentamos hoy a la absurda situación de no poder encarar, por la coyuntura descripta, la producción de ejemplares para atender esas compras

Y finalizan: "La situación requiere de medidas urgentes, pues las consecuencias son y serán alarmantes: por un lado, el deterioro del ecosistema del libro, que involucra a miles de autores, profesionales, organizaciones, empresas e industrias de distinto tipo y tamaño. Y, por el otro, el empobrecimiento de la oferta cultural para las infancias". 


El texto completo de la carta

Las editoriales de libros infantiles y juveniles necesitamos medidas urgentes

El jueves 11 de mayo se entregaron “Los destacados” de ALIJA (Asociación del Literatura Infantil y Juvenil de la Argentina), seguramente el premio que más esperamos las editoriales de libros infantiles y juveniles de nuestro país. La alegría que significó recibir el galardón tuvo una contracara muy triste: varias de las personas que recibieron el premio advirtieron que esos libros –como tantos otros reconocidos con premios internacionales o por la crítica especializada– no podrían ser producidos hoy en Argentina, ya que los precios del papel, la cartulina y el cartón, impuestos por un puñado de empresas que no están teniendo ningún tipo de regulación, son escandalosamente altos, prácticamente los más altos del mundo. Así, los libros que se imprimen en el exterior tienen costos más bajos que los que se imprimen en el país.

Este escenario se da en un contexto de una profunda crisis económica, en el que las ventas de libros descienden mes a mes y el dinero que ingresa va perdiendo sensiblemente su valor. De esta manera, las editoriales no logramos reunir el dinero necesario para imprimir novedades o realizar reimpresiones y vamos “vaciando” nuestros cuidados catálogos de manera irremediable y, probablemente, irreversible.

Una buena muestra de la grave situación del papel es lo que acontece con las compras públicas de libros: en los últimos años, los editores celebramos el retorno de los planes de lectura y de un importante volumen de adquisición estatal de libros para escuelas y bibliotecas. Sin embargo, nos enfrentamos hoy a la absurda situación de no poder encarar, por la coyuntura descripta, la producción de ejemplares para atender esas compras.

En suma, la situación requiere de medidas urgentes, pues las consecuencias son y serán alarmantes: por un lado, el deterioro del ecosistema del libro, que involucra a miles de autores, profesionales, organizaciones, empresas e industrias de distinto tipo y tamaño; y, por el otro, el empobrecimiento de la oferta cultural para las infancias, con menos variedad de libros, menos prácticas de lectura, menos desarrollo de las funciones cognitivas asociadas… ¡y la lista sigue!

Queremos seguir creando libros bellos, interesantes, estimulantes… de cartón, de tapa dura, de papel ilustración, de cartulina… Es imperioso que se implementen políticas que nos permitan seguir produciendo en nuestro país todos esos libros que hacen que las editoriales de libros infantiles y juveniles de Argentina sean destacadas en el mundo por la variedad y la calidad de su propuesta.

Firman: 

Raquel Franco, Pequeño Editor | Manuel Rud, Editorial Limonero | Judith Wilhelm, Calibroscopio ediciones| Carla Baredes, Ediciones iamiqué | Paula Fernández, Ojoreja | Sebastián García Schnetzer, Libros del Zorro Rojo | Guido Indij, La marca editora | Gastón Levin, Fondo de Cultura Económica | Karina Fraccarolli, Editorial Comunicarte | Gabriela Pérez, Editorial Riderchail | José Perico Pérez, Homo Sapiens | Alejo Ávila, Ediciones Del Naranjo | Violeta Noetinger, Ralenti Libros | Eloise Alemany, Periplo editorial | Carolina Musa, Libros Silvestres | Eugenia Rodríguez Felder, Imaginador | Ariel Marcel, Tinkuy | Cecilia Repetti, Bambalí Ediciones | Dolores Rodrigué, La Brujita de papel | Betina Cositorto, Editorial Nazhira | Mario Méndez, Amauta | Judith Sobel, Ediciones Cuentahilos | Julieta Elffman, TantaAgua Editorial | Denise María Paz Stasi, Niño Editor | Silvia Sirkis, Arte a babor | Marcelo Danza, Comiks Debris Ediciones | Alejandro Bidergaray, Musaraña editora | Paula Varela, Primavera Revólver | Diego Rey, Hotel de las ideas | Alejandro Bezares, Luminias | Katherine Martínez Enciso, Editorial Ekeka | Florencia Strum, Lúdico ediciones | Fabiana Nolla, Gerbera Ediciones | Valeria Sorín, Editorial La Bohemia | Luciana Murzi, Abran Cancha | Gonzalo Miranda, Editorial Muchas nueces | Matías Duarte, Galería editorial | Marcelo Matalón, Ediciones Tres en Línea | Hilda Fernández, Mágicas naranjas | María Celina Alonso, Lecturita Ediciones | Barbi Couto, Ediciones de la Terraza | Guillermina Marino, Jacarandá Editoras | Maryta Berenguer, Mbeditora | María Luz Malamud, Pez Menta ediciones.