1 Con los métodos y particularidades del siglo XXI las oligarquías financieras, el poder económico concentrado –que hoy incluye a los monopolizados medios de comunicación– y la superpotencia hegemónica del continente han construido una trama, para desterrar no sólo las experiencias de soberanía efectiva, sino también para destruir naciones, disolver movimientos, dividir a los pueblos, degradar la política, y naturalizar un sistema de explotación y exclusión. Han actuado para crear las condiciones de sometimiento que permitan el despliegue de las políticas neoliberales del capital financiero y el arrasamiento de derechos e identidades de naciones y pueblos. Aunque hay estrategias específicas en cada país, las ofensivas desatadas sobre Brasil, Argentina y Venezuela incluyen inocultables rasgos de similitud: desacreditación de las políticas redistributivas y los programas sociales de carácter universal, denuncias de corrupción e intensas campañas de manipulación mediática. Sin embargo, la página no ha sido dada vuelta y pese a la ofensiva restauradora en marcha,  la resistencia del proyecto liberador es una marca persistente de la época.

2 El partido gobernante en Argentina y sus intelectuales, muchos de los cuales fueron antes progresistas, liberales, radicales, izquierdistas o peronistas, sin vetas de intolerancia, practican ahora una sutil vendetta contra su propio pasado, avalando todo esto con una sorprendente virulencia. Como hoy se dice, están fidelizados a un programa, justifican los oscuros pactos de Papel Prensa ayer, abonan la intervención en Venezuela hoy y participan del camuflaje con que se esconde el escabroso golpe de Estado “parlamentario” perpetrado en Brasil. Muchos que fueron otrora depositarios de compromisos sociales evidentes, son ahora indiferentes a la capacidad gubernamental de adulteración de las pasiones públicas democráticas. Muchos provienen de ciclos anteriores donde pensaban lo contrario a lo que hoy sostienen, tema delicado que no supone que defendamos pensar siempre lo mismo, inmunes a los tiempos, pero tampoco resguardar hechos dañosos con hilachas superficiales de un pensamiento avanzado que ya fue.

3 El año y medio que transcurrió desde la asunción de Macri fue un tiempo de pérdidas para el pueblo argentino. Perdieron los trabajadores que han sufrido una disminución sustantiva de sus salarios mientras las tarifas, los medicamentos y los alimentos suben vertiginosamente de precio. El futuro prometido es peor: la recesión que provocó la caída del poder de compra popular ha desatado una ola de despidos y destrucción de puestos de trabajo que se intensificará si no se le pone freno al rumbo de las políticas en curso; se agravarán mucho más las condiciones de sus vidas si retrocede –como se anuncia– la legislación laboral, siguiendo el rumbo del superexplotador y esclavizante régimen sancionado por el ilegítimo gobierno brasileño (...)

Perdieron los jubilados con las reducciones de prestaciones del PAMI y el descenso de sus ingresos, que causa la constante caída de la recaudación fiscal devenida de la política de ajuste; perderán mucho más si se consuma la insinuada contrarreforma previsional para beneficio de administradores privados de fondos de pensión (...) 

Perdieron las Pymes que, ante la baja del consumo, las importaciones crecientes por la apertura externa y la suba de costos están siendo empujadas a la quiebra.

Se perdieron conquistas en el derecho a la comunicación con la derogación de la ley de medios y el permiso y fomento a la concentración de los mismos. Se perdió el avance que significó la designación de una digna Corte Suprema de Justicia, hoy subordinada al Poder Ejecutivo con nombramientos prepoteados de nuevos jueces y forzando la conversión y sumisión de otros.

4 Es el clima en el que el equipo de Macri interviene sindicatos y coopta burocracias sindicales para desmovilizar a la sociedad. Esas burocracias son perfectas cuando exhiben una exactitud que invierte el sentido de las cosas: como Daer, que mientras reprimían a los trabajadores de su gremio, los fustigaba por los medios. Es el clima en que se emprende una ofensiva para debilitar hasta su descarte a los tribunales del Fuero Laboral, mientras se acusa de mafiosos a los abogados de trabajadores y sindicatos (...)

5 Así, el macrismo ataca las bases heredadas de la construcción de la Nación –no lo que llama con el sonsonete de la herencia agobiante del período político anterior–, sino todo el heterogéneo conjunto de variantes y vetas de la construcción nacional transcurrida. Y va mucho más allá del neoliberalismo con su programa de atenazar el gasto público, abatir el costo laboral y clausurar irracionalmente las cautas y hasta frágiles fronteras que no pocas veces hubo para permitir una existencia nacional soberana, que pueda abordar una obra autónoma simbolizada por el Arsat. En el séptimo círculo rojo del macrismo no existe la idea de soberanía nacional, ni de los fundamentos ontológicos del trabajo.

Están dispuestos a violar la ley en nombre de ella, como en el caso del 2x1. Dispuestos a transgredir la Constitución argumentando fallos con opiniones subjetivas, sustentadas en lecturas retorcidas del derecho, como aquel que desconoce la pertinencia de aceptar las sentencias de la Corte Interamericana asumiendo facultades que le son negadas en la Carta Magna. Están dispuestos a mantener presa a Milagro Sala, pese a las resoluciones de organismos internacionales –se destaca que ha sido un importante logro el pronunciamiento de la CIDH determinando su inmediata excarcelación–, que se deben cumplir y que le reconocen el carácter de detenida política (...)

Se complotan con el autoritario y primitivo Presidente para destituir a la Procuradora Gils Carbó, para liquidar la independencia de las fiscalías y ponerlas a disposición de la impunidad del poder y de las operaciones presidenciales tendientes a apagar las resistencias a sus políticas. Están dispuestos a urdir y consumar el desplazamiento de Pedro Biscay del directorio del Banco Central, despreciando la ley que rige su funcionamiento y con el claro fin de perseguir políticamente a quien hace público el advenimiento de una hecatombe -un final anunciado en una repetición agravada de la historia- que ha de causar el vertiginoso y abrumador endeudamiento sin beneficio alguno con el que vienen cargando a la Nación (...)

6 Y estos últimos hechos, en su sentido profundo, consisten en desmembrar, rebajar y, en última instancia, aniquilar la idea de Nación y someterla a otra clase de dominio, incluso salido de sus estratos propios (fideicomiso de una oligarquía gerencial iletrada), pero que desde siempre arrojaba con desprecio, en el desván de los trastos viejos, el ámbito territorial, conceptual y energético de la Nación. Sólo los veía como aptos para utilizarlos en ese canje crediticio centenario, poniendo a toda la sociedad como garantía de un despojo, ante el cual no faltarían arcaicos rivadavianos a toda prueba, que incluso enrojecerían de pavor o pensando que ellos mismos perdieron la oportunidad de llegar tan lejos. Todos sus planes nos hacen pasar de granero del mundo a granero de una deuda neocolonial (...)

7 La fusión de Telecom con Cablevisión tiene una importancia que, además del control de las telecomunicaciones en todas su formas, redefine los alcances de la memoria nacional, incluso en los dispositivos que acercan el idioma de los argentinos a una lengua universal artificial, que es presa fácil de condiciones técnicas bajo las que se expresa el monopolio de la circulación conversacional. La laxitud y la desaparición de planos diferenciales de los usos de la lengua no es solo una decadencia para el susto de los lingüistas. Es un hecho técnico provocado por el agrupamiento monopólico de las comunicaciones, a su vez, una industria del lenguaje que perdió sus recovecos y su capacidad de autoexamen, de derivaciones, de búsquedas propias, de enlaces con las genuinas poéticas populares. Fusión también aprobada por Massa, opositor presentable que Macri exhibiera en Davos como garantía de alternancia obediente a los centros de poder financiero, y quien, junto a su adlátere Stolbizer, avalaron la decisión de pagarles a los buitres con el vergonzoso arreglo que aceptó y acordó el Gobierno.

8 Las derechas que gobiernan usufructúan numerosas realizaciones del kirchnerismo, y son las que al mismo tiempo las califican de corruptas, pero siempre haciendo excepciones sobre sí mismos, porque para la extraordinaria palabra corrupción, con su carisma intacto desde siglos remotos, no rige el imperativo categórico, que cesa sus preceptos ante los funcionarios oficiales. A ellos no les toca el universalismo de la corrupción, que no obstante es su túnica de nacimiento. Las filosofías del futuro podrán estudiar esas notables excepciones. La “excepción Lopetegui”, “la excepción Quintana”, “la excepción Calcaterra”, “la excepción Caputo” y algún atrevido generalizador in extremis, de tipo hegeliano, podría descubrir “la excepción Macri”. La corrupción está en la Biblia pero no es gil.

9Todo esto al margen del Poder Judicial que debe investigar, con la salvedad de que las formas dominantes de la justicia hoy no hacen otra cosa que respetar la metafísica de las imputaciones despóticas, y luego buscar alguna figura jurídica justificatoria. Ese Poder convive con un ministro de Justicia dispuesto  a consagrar la impunidad en la causa AMIA, obligando a los abogados del Estado a renunciar a su rol de querellante, cuando desempeñan eficazmente su rol. Tratar el tema absorbente de la corrupción con pertinencia y perspectiva histórica implica sacarlo de su estilo de condenación teológica por parte de una Santa Inquisición con documentación propia, escrita por serafines apócrifos, no sólo floja de “papeles” pero que se presenta fuerte en “papers”. Papeles, pero de Panamá. El macrismo quiere estar fuera de la historia, sostenido sólo por lo que lo iguala a una forma imitativa y absoluta al género raso de la Reproducción Técnica del Capital (...) 

La joya mayor de la construcción de los mitos que enervan aun la conversación más ocasional parece una traba material infranqueable: “Se-robaron-todo”. Esta frase contiene el “se” –el anónimo profundo de un voz que no puede saber nada sobre sí misma–, el “robaron” –que indica que no son detectables los que cometieron irregularidades, sino entes mefistofélicos, demonios de los ríos turbios, que se esconden en el verbo del Mal–, y el “todo”, que indica que el pensamiento no tiene fisuras, no pueda examinarse por dentro, que es vástago de un chispa al rojo vivo de los hornos oficialistas, que no puede ser desalojada de los cerebros. Nada de “grieta” allí (...)

No sólo hay que retomar el camino de un proyecto nacional, sino que hay que contribuir a la reinstalación de un rumbo de integración de América Latina. Será una época en que se encontrarán entrelazadas disputas institucionales, conflictos sociales y movilizaciones en espacios públicos, mientras se irán debatiendo y enhebrando nuevas formas de actividad y organización política. En el rumbo necesario de fundir la resistencia social con la oposición política al programa de injusticia y entrega se construyó una lista en la Provincia de Buenos Aires que significa un cambio sustantivo y generador de entusiasmo porque atiende a esa necesidad de articulación.

La candidatura a senadora de Cristina Fernández de Kirchner, y las otras que la acompañan, se pueden asumir en términos de esperanza, reparación social y recuperación de las vetas conocidas y por conocer de la historia argentina. Resulta bienvenida y estimulante la presencia de dirigentes sindicales combativos, de nuevos espacios políticos y de quienes representan la brega por el desarrollo científico nacional con una notoria paridad de género. 

Las elecciones serán en una hora crucial que exige un acto urgente: Votar por Unidad Ciudadana y Unidad Porteña, respectivamente, en Provincia y Ciudad de Buenos Aires, y por las expresiones afines a las mismas en todos los rincones del país.

* La versión completa de la Carta Abierta 24 se puede leer en www.pagina12.com.ar.