La cineasta María Laura Cali conoció al periodista mendocino Sebastián Moro en 2019, días antes de las elecciones en Bolivia efectuadas el 20 de octubre. La directora estaba en La Paz presentando su documental Los ñoquis, crónica de una resistencia presente, sobre el vaciamiento del área de Cultura que produjo el macrismo. Y Moro la entrevistó en su programa de radio Comunidad Sur. “Descubrí en aquella entrevista a un profesional comprometido, sensible, lleno de humor”, cuenta ahora que Moro ya no está. Por entonces, Bolivia vivía días de mucha turbulencia, producto de la violencia desatada por la oposición en las calles. El 9 de noviembre Sebastián Moro envió a Pagina/12 su artículo que anunciaba “un golpe en marcha”. “Luego salió a caminar como lo hacía cada noche, allí se perdió contacto con él y el domingo 10 fue encontrado inconsciente en su casa, con evidentes signos de haber sido golpeado. Una semana después murió sin reaccionar, en una clínica de La Paz. Su historia me interpela desde lo personal, así como el contexto histórico y político, cuya fragilidad me ha obsesionado estos últimos años”, asegura Cali.

Por eso realizó el documental Sebastián Moro, el caminante, un trabajo notable que refleja mucho más que los hechos que derivaron en la muerte del periodista (que de por sí no es poco). El film se estrena este jueves en el Cine Gaumont y, a partir del domingo, también podrá verse los domingos a las 20 en el Malba. Y el 7 de junio, Día del Periodista, habrá una función especial a las 19 en el Espacio Incaa Chauvíndías, de Mar del Plata, a donde viajará la directora.

Sebastián Moro

El documental arranca en Mendoza, donde Moro tenía un programa en la filial de Radio Nacional. Pero durante el macrismo lo relegaron a manejar redes sociales, le borraron sus artículos sobre los juicios de lesa humanidad (eran 250) y le quitaron el espacio. Partió a Bolivia, donde pudo desempeñarse en radios locales y en Prensa Rural, el diario de la comunidad campesina boliviana. Moro era un periodista muy comprometido: en la Argentina había cubierto los crímenes de lesa humanidad y en Bolivia realizó doce crónicas para Página/12, antes del golpe, en las que relataba el clima político de violencia contra Evo Morales y adherentes a su gobierno, tras las elecciones legítimas que había ganado el líder político. 

Todo eso y mucho más relata el documental de Cali, quien también entrevistó a la familia del periodista y accedió a los audios de WhatsApp que Moro intercambiaba varias veces por día con sus familiares, en los que daba cuenta del agravamiento de la situación. Esos audios funcionan como el relato ordenador del film a través de la voz del propio periodista. El documental resalta que, a partir de la lucha sin descanso de la familia de Moro, acompañada por organizaciones de derechos humanos, actualmente existe una causa abierta ante la Justicia de Bolivia y de Argentina reclamando verdad y justicia para un crimen que se considera de lesa humanidad. “Quise contar una historia de vida en toda su dimensión. No quería hacer ni un homenaje ni un informe periodístico sino tener una mirada cinematográfica”, afirma la directora del film.

-Conociste a Sebastián por tu documental anterior que fuiste a presentar a Bolivia. ¿Qué percibiste en esa charla?

-Era un chico sumamente seguro y muy sensible. Su manera de hablar era muy firme pero, a la vez, muy cálida. Eso lograba que la charla fuera distendida y, a la vez, de muchísima confianza. Lograba que uno se relajara en la entrevista y hablara como si estuviera hablando en un café. Pero él era muy firme y muy seguro al hablar. Y también me impactó muchísimo su manera de hablar. Te miraba muy a los ojos y generaba intimidad.

-¿Cómo lo definirías como periodista?

-Estaba muy comprometido con las causas sociales de los sectores más vulnerables, como lo hizo en Mendoza, cuando cubrió durante ocho años de los juicios de lesa humanidad y los casos de violencia institucional. Ese mismo compromiso lo tuvo con el campesinado en Bolivia y los pueblos originarios tratando, a través de Prensa Rural de darles la voz en todas las problemáticas que ellos tenían. Por eso yo puse la secuencia de Chuñavi, que es muy significativa porque le dio voz a esa comunidad para que defendiera sus derechos. Esa comunidad lo recuerda con muchísimo cariño y agradece todo el trabajo que hizo Sebastián, dándole portadas en los diarios y logrando llegar a la Justicia y que ésta les dé la razón en todo lo relacionado con defender su territorio. Cuando nosotros llegamos y nos pusimos en contacto con ellos, no sabían que Sebastián había muerto y que había sido asesinado. Fue muy conmovedor tener que decirles que no estaba más. El señor que entrevistamos nos dijo: "Hacía mucho que no lo veía. No sabía si había regresado a la Argentina". Fue tremendo.

-¿Uno de los objetivos del documental es ayudar a saber cómo y por qué fue torturado, algo que le costó la vida?

-Como arranqué en diciembre de 2019 y después nos tocó la pandemia que no imaginábamos, obviamente, sí. Yo quiero visibilizar la historia. Pero cuando arrancamos con este trabajo, sobre todo yo que lo quise hacer -se fueron sumando otras productoras- fue devolverle la voz a Sebastián, que le habían quitado, tanto en Mendoza, cuando le borraron los archivos como en Bolivia cuando le quitaron la vida. Pero en simultáneo, nos hemos dado cuenta a lo largo de estos tres años de que la historia de Sebastián no ha sido visibilizada por los medios hegemónicos. Las radios comunitarias sí han ayudado muchísimo. Pero los grupos hegemónicos no dieron a conocer la historia de Sebastián ni en Bolivia ni en Argentina. Y eso sí se transformó a lo largo de estos años en algo fundamental también para nosotros: visibilizar la historia de Sebastián a nivel masivo. Estamos logrando que la Justicia se active. Esta semana ya se está activando. Las abogadas en Bolivia y en Mendoza están activando la causa de Sebastián y nuestro documental ha ayudado a eso, algo que nos llena de satisfacción. En paralelo, hace poquito, el 10 de mayo en Bolivia, el gobierno boliviano, a través del procurador Wilfredo Chávez, lo nombró "Periodista del Pueblo", algo que para la familia también es importante.

-¿Cómo accediste a los audios de WhatsApp y cómo fue el trabajo para enlazarlos en la película? ¿De algún modo funcionan como la voz en off del periodista?

-Sí, yo quería que fuera el propio Sebastián el hilo conductor del documental. Una vez que regresé a Buenos Aires, en aquel octubre del 2019, fuimos enterándonos de todo lo que sucedía en Bolivia. Soy muy amiga de Gloria Beretervide, que era la corresponsal argentina en Bolivia. Y Gloria también era muy amiga de Sebastián. Entonces, fui escuchando algunas cosas que iban sucediendo. Y lo definitivo fue cuando en diciembre fui a Mendoza a reunirme con la mamá y las dos hermanas. Les dije que mi intención era que fuera la propia voz de Sebastián la que relatara, en este sentido de devolverle la voz que le habían quitado. Y ahí fue que generosamente la familia no solamente me brindó todos los audios de WhatsApp que habían tenido sino también el material de investigación de Sebastián, tanto de Mendoza como de Bolivia para poder conocerlo más porque yo lo conocí muy poco.

-En esos audios, él presagiaba que el clima en la calle se estaba poniendo muy denso. ¿Cómo vivió la familia en la Argentina esos días?

-Fue terrible. Por eso generé esa secuencia que no quisiera spoilear, pero el minuto a minuto de cómo lo vivió la familia quise reflejarlo a través de la película porque fue sumamente angustiante. Le decían "Volvete, volvete", pero yo creo que el sentido del deber de Sebastián hizo que él se quedara informando hasta último momento.