Enviado especial a Shanghai

El miércoles por la noche, una vez finalizada la reunión del ministro de Economía, Sergio Massa, con directivos de la empresa minera Tsingshan, el titular de la compañías invitó a cenar a la comitiva argentina un menú particular y en un lugar emblemático. Situada en un edificio en pleno Pudong, la zona financiera de Shanghai, la minera tenía reservada una terraza con vista al río y a los grandes rascacielos, entre ellos la Perla del Oriente, el edificio de las comunicaciones que es símbolo de la ciudad. 

Cuando llegaron, había una especie de enorme quincho de aluminio y vidrio con una mesa rectangular con los nombres de cada uno de los comensales de la comitiva de Massa. El titular del directorio dela firma con negocios de metales y litio en el norte del país, Xiang Guangdang, fue el anfitrión y llevó a su traductora para compartir la velada charlando con Massa y los funcionarios. 

Mientras los edificios iban apagando sus luces (hacen un fuerte ahorro de energía), avanzaba el menú, con dos platos estrella. Por un lado, sirvieron erizo de mar, el plato más caro y codiciado de China, que muchos también llaman "pepino de mar". Los platos en general iban sorprendiendo a todos, porque llegaban tapados por una campana, pero el erizo fue la estrella de la noche. Contaron a Página I12 miembros de la comitiva que su consistencia es gelatinosa y que el sabor está lejos de parecerse a algo de la cocina occidental. Fue, además, una experiencia visual para los que se animaron a probarlo. 

En la otra esquina, también de lujo pero algo menos raro, apareció un corte de carne de ganado oriental llamado Wagyu, muy de moda por ser más finamente veteado con grasa y más sabroso. El producto, en Argentina, tiene algunos productores famosos, entre ellos el ex ministro de Economía del menemismo, Roque Fernández, quien hoy acompaña al libertario Javier Milei. 

El vino que regó la comida era francés, pero Massa le pidió al ceo de la firma que la próxima vez sea argentino. El personaje en cuestión se comprometió a empezar a importarlo. A las 11 de la noche, cuando se apagó la fachada del último edificio, ya había cenado además sopa de pescado, pato y vegetales originarios. Además de haber hecho un tradicional brindis con una aguardiente china con casi 60 grados de graduación alcohólica. "La próxima vez, cuando vengas a Argentina, la carne te la voy a cocinar yo", cerró Massa.