“Donde ya se intentó todo, sólo queda exhibirlos y que la vergüenza cambie de lado”, dice Cecilia Bertolino. Desde que se separó hace diez años viene lidiando en la justicia para que su ex pague regularmente la cuota alimentaria por los tres hijos de ambos, que hoy tienen 16, 13 y 10 años, y que ella viene criando sola. Tiene tres trabajos y este año sumó un emprendimiento para vender turrones que prepara los fines de semana. “Pero ya no me da el cuerpo ni la mente para hacerme cargo de todo”, dice a Página12. Está endeudada: debe un año y dos meses de alquiler y enfrenta un juicio de desalojo. Este sábado, Bertolino y cientos de mujeres colgarán la foto de su ex en un tendedero de deudores alimentarios, en Buenos Aires y en una docena más de ciudades de distintas provincias, como parte de las actividades convocadas en el marco de la marcha de Ni Una Menos, para denunciar también la violencia económica por razones de género que sufren ante el sistemático incumplimiento de la responsabilidad parental de parte de los progenitores de sus hijxs.

Bertolino es periodista e integra la Red Federal de Familias Monomarentales.  Viajó desde la localidad balnearia de Pinamar hasta CABA para sumarse a la movida. Armará el tendedero junto a compañeras de la Red a partir de las 10 en la Plaza Lavalle, frente al Palacio de Tribunales, y luego lo trasladarán a las rejas del Congreso, para sumarse a la ya tradicional marcha del #3J convocada a las 14 en la Plaza del Congreso.

“No nos queda opción que el escrache”, agrega. La mayoría lleva años de reclamos en la justicia, sin respuestas efectivas: un juzgado puede fijar el monto de la cuota, pero en general quedan por debajo de los costos de la crianza, y luego el padre ni siquiera llega a pagar todos los meses. Muchas desisten de continuar con las demandas, por falta de dinero para pagar las tasas judiciales o a une abogade. O por cansancio. A veces el ex paga alguna cuota para evitar ingresar a alguno de los registros de deudores alimentarios que funcionan en distintos municipios y provincias.

Las madres que crían solas --no por elección sino por obligación-- , como Bertolino, están hartas. Desgastadas. Endeudadas.

Los tendederos surgieron en México en 2021 en plazas públicas y se vienen replicando en otros países de la región con la misma problemática, como acción desesperada, frente a la falta de respuestas del Estado para lograr que los progenitores no se borren de sus responsabilidades parentales. En México la impulsora fue Diana Luz Vázquez Ruiz, comunicadora, que vive en la ciudad de México pero es oriunda del estado de Oaxaca, en el sur del país. Dos años atrás, Diana estaba también harta de criar sola a su hija --que ahora tiene seis años-- y salió a la calle a manifestar contra el incumplimiento alimentario y el abandono paterno. Se le ocurrió crear tendederos de deudores alimentarios como un modo de catarsis personal y política. “Luego de unos días ya eran más de 300 mujeres en la campaña y hoy, después de dos años, ya existen tendederos de deudores alimentarios en 27 de los 32 Estados de México”, contó Bertolino, que conversó con Diana. Además, lograron la llamada Ley Sabina --que lleva el nombre de la hija de Vázquez Ruiz-- que establece, entre otros puntos, la creación del Registro Nacional de Deudores Alimentarios con acceso público. Se estima que en México hay unos 30 millones de deudores alimentarios.

La idea de los tendederos es colgar de la soga, como la ropa, un cartel con el nombre y apellido del deudor, la cantidad de hijos que abandonó, el monto de la deuda, y el juzgado en el que tramita la demanda. La acción de protesta colectiva se replicará, entre otras ciudades, en Salta, San Luis, Merlo, Pinamar, Azul, Morón, San Justo, Monte Grande, Mendoza, Santiago del Estero, Puerto Madryn, Río Gallegos y Ushuaia.

Según datos del Ministerio de Economía, en Argentina, en el primer trimestre de 2022 hubo más de 1,6 millones de mujeres a cargo de hogares y sin presencia de cónyuge (monomarentales) con 3 millones de niños/as (aproximadamente dos hijos/as por hogar); el 27,4 por ciento de esos hogares tuvo ingresos por debajo de la línea de pobreza y el 5,3 por ciento menores a la línea de indigencia.

De acuerdo a datos de Unicef (2022), el 50,2 por ciento de los hogares en los que no vive el padre de lxs niñxs, no recibió dinero en concepto de cuota alimentaria en los últimos 6 meses, y el 12,0 por ciento sólo recibió algunos meses. Es decir, 3 de cada 5 hogares a cargo de mujeres no reciben la obligación alimentaria en tiempo y forma. Además, el 59 por ciento de los hogares monomarentales destina más de la mitad o casi todos sus ingresos al pago de deudas o atrasos (CEPAL y DNEIyG, 2023), mientras que el 73 por ciento de estos hogares usa el crédito para comprar comida o medicamentos.

Un relevamiento del Ministerio de las Mujeres, Políticas de Género y Diversidad Sexual de la provincia de Buenos Aires puso en evidencia que 7 de cada 10 padres separados no cumplen (o lo hacen esporádicamente) con sus obligaciones alimentarias. “Esta violencia ha sido naturalizada, a lo largo de generaciones y generaciones”, señala Bertolino.

Además, precisa, se suma otra violencia institucional: la mayoría de las mujeres a cargo de hogares monomarentales “quedan excluidas del sistema de Seguridad Social (Anses) porque les hijes llevan el apellido paterno y se suman los ingresos del 'progenitor' para el cálculo del tope de asignaciones familiares”.

Desde la Red de Hogares Monomarentales reclaman la aprobación de varias leyes. Piden que el proyecto con media sanción de Diputados que crea el Registro Nacional de Deudores Alimentarios se modifique para que su acceso sea público como en México. Además, que se agilicen los trámites judiciales con procesos express, y que se derogue la prohibición de indexación de las cuotas, entre otras medidas.