Algo más de 1,2 millones de tucumanos y tucumanas están en condiciones de votar este domingo. La provincia representa el 3,7 por ciento de la masa electoral de la Argentina. Es la sexta en cantidad de votantes y allí radica la importancia de este comicio que había sufrido la injerencia de la Corte Suprema cuando a menos de una semana del domingo 14 de mayo, fecha prevista para las elecciones en Tucumán, decidió suspenderlos al otorgar una cautelar que reclamaba Juntos por el Cambio. Ahora, superado el escollo, el peronismo buscará retener la gobernación y otorgarle a la compleja interna del Frente de Todos una bocanada mayor de oxígeno para la carrera presidencial. Eso es lo que se juega la dupla que integran Osvaldo Jaldo y Miguel Acevedo.

Hasta ahora las elecciones provinciales que se han realizado los oficialismos retuvieron el gobierno. En la mayoría de los casos el triunfo quedó en manos del peronismo, pero el caso tucumano genera mayor expectativa. No solo por el suspenso que le otorgó la intromisión de los supremos que, en definitiva, benefició a JxC que llegaba a la primera fecha de los comicios en malas condiciones. La fórmula que integran Roberto Sánchez y Germán Alfaro casi no se conforma fruto de la intensa disputa entre ambos.

Si la fórmula del FdT triunfa el peronismo tucumano respira y continuará gobernando. Ahora, si el FdT local se impone con una diferencia importante --el actual mandatario Juan Manzur pronosticó una diferencia de dos dígitos-- le permitirá a Jaldo colocarse el sayo de jefe político del peronismo vernáculo. Si bien no será una buena noticia para Manzur, éste considera que un triunfo holgado le otorgará el plafón necesario para poder ofrecerse como un representante de los gobernadores en la lista de unidad que los mandatarios provinciales reclaman para resolver la interna presidencial del Frente de Todos.

Soñar no cuesta nada y a Manzur mucho menos. El tucumano confía en los vínculos que tiene con el resto de la plantilla de gobernadores peronista que, sostiene, afianzó durante su paso por la Jefatura de Gabinete. En los mentideros políticos tucumanos se dice que su gestión como jefe de los ministros nacionales fue un tanto "deslucida".

Más allá de las valoraciones locales, lo cierto es que Manzur siempre tuvo en su mente un destino nacional. Sus colaboradores más estrechos reconocen que su sueño es gobernar la Argentina, pero también dicen que no tendrá ningún problema en ser el segundo en la fórmula presidencial. Eso está pronto a dilucidarse y Manzur cree que un buen triunfo le amplía las chances.

Un buen resultado para el FdT tucumano, por otra parte, tendría una repercusión más que importante en las mesas de arena del kirchnerismo y el massismo. Aliviaría tensiones y permitiría planificar mejor, aunque quede poco tiempo para el cierre de lista.

Jaldo, en tanto, se prepara no sólo para gobernar sino para convertirse en el jefe político del PJ. Esto fue lo que desató la vehemente disputa con Manzur, que Alberto Fernández creyó desactivar con la designación de Manzur como jefe de Gabinete. Jaldo gobernó Tucumán casi dos años y eso le permitió extender en todo el territorio provincial su injerencia política y que ahora, en caso de triunfar, se profundizará con el respaldo de los votos.

Esto es algo que los "manzuristas" le recriminan al actual mandatario. Todos sostienen que Manzur sabía que era una error intentar forzar la Constitución local y postularse como candidato a vicegobernador. Todos dicen que se lo advirtieron con bastante antelación pero que el tucumano "se confió y dejó pasar el tiempo".

La postergación de casi un mes de las elecciones no fue del todo beneficiosa para el peronismo local. Tampoco lo fue para el resto de las fuerzas competidoras. El tiempo de campaña se extendió más de lo previsto y eso impactó en el dinero que se disponía para realizarla. Sin embargo, no los perjudicó tanto como ocurrió en el caso de San Juan.

A diferencia de la provincia cuyana, Manzur suspendió las elecciones en general y todos los cargos quedaron pendientes de definición. Todavía nadie ganó y mucho menos perdió. En San Juan ya hay ganadores y perdedores porque se eligieron intendentes, concejales y legisladores. Eso impacta en el ánimo y la energía de la dirigencia política que ahora debe "activar" solo para el gobernador. Jaldo y Acevedo tienen todo el aparato activo, cansado por la prórroga, pero listos para salir a buscar los votos.

Juntos por el Cambio

En Juntos por el Cambio el tiempo de más que les regaló la Corte Suprema les permitió acomodar la interna. Lo necesario como para llegar todos sonrientes a este 11 de junio. Un mal resultado sumaría otro muesca a la lista de derrotas del antiperonismo tucumano.

Un triunfo opositor generaría un cambio en el tablero político provincial. Le permitiría a JxC controlar un distrito históricamente peronista, que en esto 40 años de democracia sólo fue derrotado por la ultraderecha representada por el genocida Antonio Domingo Bussi. Pero además, por fin accedería a una provincia del norte con peso electoral. Esa fue la razón del desfile interminable de la dirigencia nacional de JxC por la provincia. Mientras en el AMBA se peleaban sin piedad, en Tucumán se mostraban sonrientes y amigables.

El bussismo

La candidatura a gobernador de Ricardo Argentino Bussi, vástago del genocida, con su partido Fuerza Republicana --que en esa provincia hace las veces de una franquicia de La Libertad Avanza de Javier Milei-- busca ser el tercero en discordia. Está lejos de serlo.

Al hijo del genocida esto le sirve para arrancarle algunos votos al peronismo con la cara de Milei a su lado, pero sobre todo adeptos a Juntos por el Cambio, el espacio que convocaba al antiperonismo. Todo indica que Fuerza Republicana va a crecer en respaldo y eso le permitirá a Bussi incrementar su representación en la Legislatura unicameral de Tucumán y ampliarle la base de sustentación a Milei, su viejo amigo.