Nueve policías están siendo juzgados acusados de quebrarle la mandíbula a golpes a un joven en diciembre de 2020. La víctima declaró que fue amenazado en aquel momento para que no denunciara. Una testiga, dueña de la casa de donde lo llevaron detenido, y donde fue atacafo por los uniformados, contó que la semana pasada antes del inicio de este juicio, sin motivo que lo justifique, la Policía le rompió la puerta de su casa e ingresó al domicilio.  

Los policías Aldo Daniel Chauque, Santiago Delfín Jonathan Alcoba, Leonardo Corrillo, María José Miranda, Juan Alfredo Guitián, Jorge Valdiviezo, Jorge Alberto Saracho Dermith, Álvaro Nicolás Guanca y Cristian Agustín Cruz están siendo juzgados por allanamiento ilegal de domicilio, vejaciones agravadas por la violencia y lesiones graves.

Además, Chauque, Alcoba y Corrillo fueron acusados por falsedad ideológica.

En este juicio se presentaron como amicus curiae el Comité Provincial de Prevención de la Tortura y Otros Tratos o Penas Crueles y Degradantes, con el patrocinio de la abogada Tania Kiriaco, y la delegada en Salta de la Secretaría de Derechos Humanos, María Martínez Morales Miy, con la representación del abogado Fernando Ruarte. 

El fiscal de derechos humanos, Gabriel González, solicitó a la jueza Mónica Faber que el joven F. A. 0. declarara sin la presencia de los imputados. Aunque la magistrada hizo lugar a ese pedido, de igual manera obligó a la víctima a que reconociera a los acusados, cara a cara en la audiencia. El jiven no reconoció a ninguno. 

F. A. O. manifestó su intención de "no ocasionar problemas a los policías", dijo que "todo fue real", respecto a lo que denunció, le quebraron la mandíbula, pero aseguró que no quiere afectarlos. Al fiscal le llamó la atención que el joven estuviera declarando esto, y le preguntó a qué se debía, a lo que respondió que "ahora que está en la cárcel, tiene otros valores, como no tener rencor". "Lo pasado quedó atrás" y no quiere venganza, dijo.

El fiscal le aclaró que ya estaban en instancia de juicio, que debían esclarecer los hechos y luego la jueza decidirá el resultado del proceso. 

En su relato el joven dio cuenta del estado de vulnerabilidad que atraviesa, dado que se encuentra privado de la libertad y sigue afrontando una violencia institucional continuada bajo custodia estatal, porque no se le garantiza la atención sanitaria que precisa por la fractura de mandíbula que dos años después no ha sanado y aún requiere una cirugía.

Fue acompañado a declarar con un guardia del Servicio Penitenciario, refirió que hace casi un año está en la cárcel cumpliendo una condena que era condicional pero se la revocaron por una desobediencia judicial. 

Ante la consulta del fiscal respecto a cómo sigue de la fractura, F. A. O. respondió: "tenía que hacer fisioterapia, tenía un oficio del juzgado para que me saquen pero (desde el Servicio Penitenciario) no me sacaron nunca al hospital". Contó que no puede abrir bien la boca, habla poco, porque tiene "trabada" la mandíbula. "Me tengo que operar pero no fui al hospital", añadió. El joven además no sabe quién es su defensor público, y desconoce quiénes es el juez de ejecución. 

Violencia institucional y sistemática 

F.A.O. contó que el 19 de diciembre de 2020, en horas tempranas de la mañana se encontraba en la vía pública con otros dos jóvenes del barrio Bicentenario, "Tinga" y "Negro". "Estábamos caminando por el barrio y justo aparece el móvil", recordó.

Los policías trataron de pararlos, hubo insultos cruzados y comenzó un enfrentamiento con la policía. Tinga insultó a los policías, mientras F. A. O. y Negro fueron a refugiarse a la casa de este último. Los policías les dispararon, ellos tiraron piedras al móvil policial, y los efectivos respondieron con más disparos y también con piedras.

En la casa de Negro estaban la madre y el padre, la pareja y había niños, F. A. O. dijo que los efectivos rompieron el vidrio de una ventana, derribaron un portón para entrar e ingresaron hasta por los techos.

"Arriba, vi uno (un policía) que me estaba apuntando con una (pistola) Itaca, me dice 'bajate, poné las manos en la nuca'", relató. En ese momento, otros efectivos "revientan la puerta", al ingresar lo esposaron con las manos hacia atrás, y empezaron a golpearlo entre todos. "Uno agarró una piedra y me pegaba en la cara", recordó. "Eran muchos",  tal vez "5 o 6"; lo golpearon "por todas partes: estómago, cara, cabeza, piernas".

El joven dijo que la dueña de casa quiso intervenir y les reprochaba a los efectivos que le estuvieran pegando con una piedra en la cara. "La señora les decía que dejen de pegarme, me siguieron pegando". 

F. A. O. dijo que siguieron pegándole en el móvil mientras lo llevaban en la caja. El joven fue ingresado a la comisaría del barrio Palermo. Relató que los efectivos lo llevaron frente al baño, "donde ponen a los detenidos". "Me tiraron al piso, comenzaron de nuevo a pegarme". 

F. A. O. dijo que continuaba esposado. Lo agredieron entre 5 o 6 policías, los mismos que lo trasladaron. Al igual que en el domicilio donde lo detuvieron, detalló que lo golpearon con "patadas, piñas, rodillazos, con las botas esas que usan ellos. También precisó que se dio cuenta cuando le quebraron la mandíbula porque sintió "un golpe", le sonó el "hueso de la mandíbula del lado derecho", que quedó con "cinco fracturas".

En su declaración en la Fiscalía el joven había señalado a Chauque como quien le dio la última patada y le quebró la mandíbula. También contó que un policía lo defendió, se interpuso para que los otros dejaran de pegarle y lo llevó al baño, donde pudo verse en un espejo con la mandíbula quebrada y ensangrentado. Dijo que se limpió la sangre, luego lo hicieron esperar como una hora y lo llevaron al Hospital San Bernardo, donde le diagnosticaron la fractura y le informaron que requería una cirugía. El joven dijo que esperó otra hora para que lo atendieran allí, le pusieron una placa y le cosieron la boca de manera temporal, hasta que lo operaran. 

Mientras estaba siendo asistido en el hospital, dijo que "estaba un efectivo, esperando, custodiando". "Me había dicho que no denuncie, que yo iba a salir, que me iba a ir en libertad. Como yo tenía una condena de 3 años, me revocaban la condicional e iba a quedar preso. Me dice 'no denunciés y a la tarde vos ya te vas a tu casa, decí que te caíste de la tapia'", recordó. 

Sin embargo después no lo liberaron, sino que lo dejaron detenido por resistencia a la autoridad y lo trasladaron a la Alcaidía. El 21 de diciembre radicó la denuncia contra los efectivos. Dijo que los denunció porque lo dejaron privado de la libertad y además para la cirugía necesitaba una prótesis y su familia no tenía como costearla, mientras los policías no se hicieron cargo del daño que le habían causado. 

"Mis compañeros, los otros detenidos, me ayudaron mucho porque me tenían que dar una dieta líquida para alimentarme pero (desde el Servicio Penitenciario) no me la daban. Mis compañeros le pedían a sus familiares que traigan yogur, leche, todo líquido, me llevaban a la celda", relató el joven. 

F. A. O. dijo que luego los otros internos hicieron una huelga de hambre para que el Servicio Penitenciario lo asistiera, "no querían recibir la comida para que me den atención médica, para que me llegue la dieta líquida porque estaba muy flaco, tenía como tres meses desde que estaba así, no comía, no podía. Las costillas se me notaban. Tuvieron que hacer eso para que me llegue la dieta líquida y comencé a alimentarme de nuevo.

El joven contó que antes la policía le disparó una vez en la ceja y que tiene alrededor de 40 impactos de balas de goma en su cuerpo, por otros hechos de violencia institucional que no denunció. 

Durante la jornada también declaró la vecina, S. G., madre de Negro y dueña de la propiedad del barrio Bicentenario a la que ingresó la policía el 19 de diciembre para llevarse detenido al joven F. A. O. Reconoció sólo a dos efectivos que intervinieron en aquel operativo en su casa. La mujer denunció ese procedimiento, porque ingresaron sin orden judicial. Declaró que vio cuando los efectivos le pegaron al joven, en el fondo de su domicilio. 

La vecina dijo que hace tiempo tiene a sus dos hijos mayores detenidos. Y relató que la semana pasada mientras se encontraba durmiendo con sus dos hijos más chicos, la policía irrumpió de forma violenta en su casa, rompiéndole la puerta. 

Contó que buscaban a uno de sus hijos detenidos por un supuesto robo en el que lo implicaban, lo que era imposible porque los dos más grandes estaban privados de la libertad. Señaló ssimismo que de nuevo los uniformados no tenían orden judicial para entrar a su vivienda y le provocaron un daño material al romperle la puerta.

Durante la audiencia no se ofrecieron medidas de protección ni a F. A. O. para que pudiera declarar con tranquilidad en caso de que lo estuvieran presionando para retractarse de la acusación contra los efectivos ni a la testiga que relató este último hecho de violencia policial en su domicilio antes del inicio de este debate oral y público.