"El básquet cambió. Ganó la calma, la zona pintada. Los triples, fuera. Las transiciones rápidas, fuera. ¡Es otro básquet, presidente!". Algo así pudo haber dicho en algún universo paralelo un Jorge D'Alessandro versión serbia, en un Chiringuito edición yanqui, tras la consagración de Denver en la NBA con el gigante Nikola Jokic como gran figura.

Los Nuggets pusieron sobre la mesa un estilo de juego bastante diferente del que viene siendo hegemónico desde la irrupción de Stephen Curry y sus tiros desde cualquier lado y arrollaron en su camino hacia el título: 4-1 a Minnesota, 4-2 a Phoenix, 4-0 a los Lakers y 4-1 sobre Miami en las Finales. Todo con Jokic como gran hacedor.

Jokic, un crack hecho a la desmedida de la NBA

El serbio no es abonado a las volcadas ni se suspende en el aire. Tampoco tiene brazos tonificados en el deporte de las musculosas y mantiene el mismo y silencioso look -pelo rapado, barba afeitada- desde hace una década. Juega en una posición que se creía en vías de extinción y no figura en el Top 10 de camisetas más vendidas a pesar de dos premios MVP en el lomo. "El trabajo está hecho, ahora podemos irnos a casa", dijo el sobrio serbio, nada soberbio, y enamoró en pleno jolgorio, apenas conquistado el primer título de los Nuggets en sus 47 años de historia.

Jokic ha recibido muchos rótulos poco envidiables desde su llegada a la NBA y sus cualidades físicas siguen sorprendiendo aún hoy a los refutadores de leyendas. Decían que era demasiado lento para la liga más atlética del mundo, que estaba (o está) excedido de peso y se repitió hasta el hartazgo la anécdota de que tomaba varios litros de Coca-Cola por día cuando vivía en Serbia. No es ningún secreto que la NBA mira de reojo a los extranjeros y les hace pagar un derecho de piso basado en estereotipos -"demasiado petiso", "demasiado gordo", "demasiado flaco"- aún cuando en los últimos años los jugadores más valiosos arriban desde otros lares.

Pagaba menos que un "quesarito"

De las mil y una curiosidades que rodean la carrera de Jokic vale mencionar aquí la de su ingreso al mundo NBA, que pasó desapercibido en su momento pero se volvió memorable con los años, aunque no por mérito deportivo.

La vida de Jokic cambió en 2014 cuando fue seleccionado por los Nuggets en el puesto 41 del Draft. Como es habitual, las segundas rondas del Draft (puestos 31 al 60) pierden rating y los equipos aprovechan para jugarse alguna fichita en jugadores extranjeros que no tienen tan estudiados o no son aclamados por los fanáticos del básquet universitario local. En 1999 lo hizo San Antonio con un tal Manu Ginóbili (elegido en la posición 57 de 58) y 15 años después, Denver con Jokic. Tanto el bahiense como el nacido en Sombor estaban durmiendo a la hora del pick, pero a diferencia de la elección de "Imanuel Ginobíli" -así lo pronunció el anunciador- al serbio ni siquiera lo mencionaron. Es que la señal ESPN optó por mandar al aire la publicidad de un "quesarito" -una mezcla de quesadilla y burrito- mientras era el turno de Denver. Un yerro para el recuerdo.

La vuelta de la zona pintada

Hace rato que Curry y los Warriors revolucionaron el básquet con sus espectaculares tiros de larga distancia, haciendo del triple el arma sobre la cual todo gira en este deporte hoy día. Pero cuando parecía que el reino de los bajitos iba para largo en el mundo de los lungos, la final de la NBA fue un duelo casi mano a mano entre los pivots de Denver y Miami, Jokic (2,11 metros y 128 kilos) y Bam Adebayo (2,06 y 115).

En tiempos de triples, velocidad y show, los Nuggets se pararon de la vereda de enfrente. Denver es lo que se denomina un equipo lento aunque los fantásticos pases de Jokic de aro a aro puedan aparentar otra cosa. Los Nuggets se ubicaron 23° sobre 30 equipos durante la temporada regular en la categoría ritmo de juego y 11º sobre 16 en playoffs, de acuerdo al rubro que mide el número de posesiones que tiene un equipo por partido ("pace").

Mientras que en triples, la cifra sorprende aún más: en estos playoffs, Denver quedó 14º en triples intentados con 31,6 lanzamientos cada 100 posesiones contra 42,1 del líder Golden State. Para colmo, su porcentaje de efectividad es Top 3 (37,5%). Es decir, no se enamoró de esta herramienta tan tentadora como condenatoria cuando el aro decide cerrarse.

El mapa de lanzamientos de Denver en la serie contra Miami. Reinado de la zona pintada. (NBA.com)

Por su parte, fue 2° en dobles (58,9 cada 100 posesiones, 55% de efectividad), casi que un viaje al básquet de otras épocas, aquel de cortinas, cortes al aro y con un mago como Jokic registrando cada movimiento para buscar al mejor receptor con su extraterrestre visión periférica.

Denver, ¿equipo chico?

En la NBA no se habla de equipos chicos y grandes pero sí de mercados y tamaños. Claro, se trata de Estados Unidos: los clubes son franquicias y tienen dueños que levantan los trofeos antes que los jugadores -en el caso de los Nuggets, Stanley Kroenke también es el dueño del Arsenal inglés, por ejemplo- y en ese sentido, Denver es lo que se considera un mercado chico o a lo sumo, mediano.

Población de la ciudad, derechos de televisación, capacidad del estadio, margen de merchandising y otros etcéteras determinan un valor estimado del mercado de la franquicia que, límites salariales al margen, termina influyendo en dónde van las súper figuras una vez que pueden elegir.

El magnate Stanley Kroenke levanta el trofeo de campeones de la NBA. (AFP)

Denver es entonces un mercado poco atractivo que, aún cuando puede ofrecer salarios más altos que sus competidores, no es lo suficientemente tentador para las grandes estrellas, que prefieren destinos más aptos para firmar contratos jugosos con marcas e incluso sacar sus líneas de ropa. Así, equipos como los Nuggets deben pescar a sus futuras estrellas en el Draft e ir rodeándolas como pueden. Y vaya que este Denver lo ha hecho.

Saber soltar (algunas manos)

Quienes hayan seguido la campaña de Facundo Campazzo en Denver (2020/21 y 2021/22) recordarán los incontables problemas que tenía la segunda unidad en la que le tocó jugar al cordobés. Cada trasnoche de partido, Twitter Argentina se inundaba con insultos para el DT Malone y varios jugadores, del estilo de juego "disparar primero, preguntar después". Desde ya que el tiempo le dio la razón a Malone, aunque también hizo algo de justicia con las críticas espetadas entre celulares y mates.

Denver supo cambiar a tiempo para ser campeón. Se liberó de varios jugadores históricos, incluso preferidos de la hinchada, y hasta pibes con potencial, para armar un equipo a la medida de Jokic. El movimiento clave fue el traspaso por Aaron Gordon, durante el primer año de Campazzo en el equipo, una decisión que quedará en la historia como una de las mejores. Gordon era todo lo contrario a Jokic: súper atlético, de los mejores volcadores que se han visto y con un rol ofensivo en Orlando Magic. A cambio dieron a uno muy querido por sus hinchas, el escolta defensivo Gary Harris (7 años en el equipo). A Gordon, hoy tercera pata del equipo campeón, le llevó tiempo acomodarse al juego de Denver, que lo puso a defender a las estrellas rivales y a atacar el aro en momentos determinados, planificados, casi sin libre albedrío.

En el receso pasado le dieron raje a otros históricos como el escolta Will Barton y el base Monte Morris. Barton llevaba 8 temporadas en el equipo y se adueñó del récord de triples anotados en la franquicia; de esos jugadores que no aceptan ser suplentes y toman tiros en momentos inoportunos. En su nuevo equipo, Washington, pasó al fondo de la banca y terminó despedido. Morris, por su parte, un base sólido que salía desde el banco, casi que fue el precio a pagar para que los Wizards agarren a Barton y su alto contrato. Como contraparte Washington entregó al escolta Kentavious Caldwell-Pope, especialista en defender y tirar triples: perfecto para un equipo que busca campeonar, como ya lo había hecho con los Lakers en 2020.

La pieza final del rompecabezas fue contratar como agente libre a Bruce Brown Jr. por "migajas" y el poder decisión del jugador para seguir o no la temporada que viene -seguramente salga al mercado a buscar un contrato más lucrativo-. Brown Jr. terminó metiendo nada menos que el doble ganador del campeón. Un jugador de 1,93 metro capaz de jugar de base o alero, que promediaba 7,6 puntos en su carrera hasta llegar a Denver. En estos playoffs sumó 12 unidades por partido y se lució en ambos costados del parquet, terminando los partidos en cancha.

Campazzo eligió Denver para pelear por el campeonato. No se le dio por poco. (AFP)

Con Brown Jr. casi que tomando la posta como base suplente, Denver se sacó de encima al prometedor "Bones" Hyland, aquel novato que le comió el puesto a Campazzo. Con poca aptitud táctica y problemático fuera de las canchas -algo que detectaron demasiado tarde para mala suerte del cordobés-, al joven base lo mandaron a los Clippers casi gratis.

También algo de buen karma tuvo Denver, que sufrió las serias lesiones de dos jugadores a los que apostó con contratos altísimos y se rompieron apenas rubricadas las firmas: el ahora estelar Jamal Murray y el alero Michael Porter Jr., todavía con más potencial que realidad. Los esperó y ahora los disfruta.

Así, con tres jugadores del Draft (Jokic, Murray y Porter), tres refuerzos que llegaron silbando bajito y la confianza en un DT (Malone está desde 2015 y en sus primeros tres años no clasificó a playoffs), se formó un campeón para el recuerdo.