Oscar Varsavsky es un nombre que circula bastante en las aulas de la Facultad de Ciencias Exactas de la Universidad de Buenos Aires, pero quizás no es tan conocido entre el público masivo. Varsavsky, el científico rebelde, documental de Rodolfo Petriz que se estrena este jueves a las 20.30 en el Gaumont (Av. Rivadavia 1635), es un aporte que desde el campo audiovisual echa luz sobre esta figura del “científico disruptivo y transgresor” y alimenta el debate sobre los vínculos entre ciencia, política y sociedad.

Petriz se topó con las ideas de Varsavsky en el 2000, mientras estudiaba Filosofía en la UBA. “Me llamó la atención su radicalidad, su vehemencia, su punto de vista disruptivo acerca de lo que es la ciencia y el rol que debe cumplir en la sociedad –cuenta–. También su forma de escribir. Al igual que Arlt, sus textos eran como un cross a la mandíbula. Vos leés a Varsavsky y no te deja indiferente”. Más tarde, en 2013, Petriz escribió un artículo sobre esta “rara avis de las ciencias duras” en el suplemento Futuro de Página/12. Hace unos años empezó a trabajar como documentalista y recordó ese nombre. “Me pareció importante traer su pensamiento a la actualidad”, declara.

Una de las entrevistadas, la historiadora Cristina Mantegari, describe a Varsavsky como “un hombre extremadamente inteligente, brillante, muy generoso, abierto a escuchar a otros, de carácter fuerte y categórico en sus intervenciones”, y retoma una distinción planteada por él entre “ciencia de lujo” y “ciencia funcional”. Muchos aseguran que podría haber sido un genio en la matemática pura pero eligió otro camino: el de la ciencia con objetivos sociales, al servicio de las necesidades reales de la gente. “Él pudo haber hecho una gran carrera en lo que llamaba ‘ciencia de lujo’, pero en un momento su cabeza hizo un clic y comprendió que la ciencia debía tener otra utilidad. Es ahí cuando decide dedicarse a la ciencia funcional en pos de un proyecto de país; ese es el espíritu varsavskiano”.

-En el documental aparece con fuerza la idea de que la ciencia no es neutral ni buena per se y eso permite pensar debates actuales con respecto a la tecnología y las redes. ¿Cómo ves ese vínculo?

-Sí, me parece que la trama conceptual y teórica de Varsavsky es aplicable a la actualidad. Todas las esferas de la vida humana están teñidas de un componente ideológico: él denuncia esto y lo lleva al campo de la ciencia. Por lo general, todas las tecnologías obedecen a un interés político profundo. Por supuesto que después puede haber reapropiaciones de esa tecnología en función de los usos e intereses, pero todo avance científico tiene un sustrato ideológico-político fuerte dentro de lo que definimos como construcción de la hegemonía cultural. Estamos atravesados por construcciones hegemónicas en términos culturales y dentro de eso indudablemente está la ciencia, más allá de que se la quiera presentar como aséptica. Contra eso peleaba Varsavsky. En la actualidad el carácter político de la ciencia está en boca de todos, pero en aquella época estaba más disimulado.

En términos de realización, el caso de Varsavsky presentaba ciertos desafíos porque –tal como aseguran varios entrevistados– odiaba las fotos y hay muy pocos archivos de él. “Tenía que hacer un documental sobre una persona de la que no había registros audiovisuales, y estamos hablando de alguien relativamente actual. Me pareció que había que hacer una virtud de aquello que era una falta, tenía que poner en juego la ausencia de imágenes para construir una narrativa a partir de eso”. Petriz explica que ese obstáculo terminó convirtiéndose en fortaleza: un entrevistado lo fue llevando a otro y gracias a esos contactos logró dar con archivos valiosos para documentar el trayecto biográfico y profesional de Varsavsky. El documental presenta las voces de colegas que lo conocieron, científicos e investigadores que lo estudiaron en profundidad, pero también amigos y familiares. “Me encontré con algunas cosas que cuando comenzó la investigación no sabía que existían”, señala.

Carlos de Senna Figueiredo, discípulo brasileño de Varsavsky, describe a su mentor como “una supernova” y Petriz coincide: “Fue una persona que dedicó su vida a la ciencia y dejó un legado muy importante en quienes lo trataron. Tuvo un rol clave por su capacidad para generar ideas y conceptos, una infinita voluntad de plantear alternativas para lograr una sociedad más justa e igualitaria. Hoy todos sus discípulos lo recuerdan con muchísimo respeto, devoción, cariño y gratitud. Siempre ensalzan las cualidades humanas: su honestidad intelectual, sus valores éticos. Fue como una supernova que explotó y dejó su huella”.

El documental no sólo se enfoca en el recorrido del científico; también pone esos pasajes biográficos en contexto: “Todo pensamiento se da en un momento preciso, entonces eché mano de estudios históricos y hablé con especialistas para poder trazar ese vínculo entre su pensamiento y el contexto histórico-político. Después había que encontrar la forma de narrarlo visualmente para que no se hiciera reiterativo o aburrido”. El largometraje presenta material de archivo sobre el desarrollismo de Frondizi, la dictadura de Onganía, la Noche de los Bastones Largos, los debates entre la izquierda y el peronismo en los círculos académicos, entre otros acontecimientos.

Varsavsky proponía modelos matemáticos que ayudaran a pensar la construcción política del futuro, trazaba conexiones entre proyecto nacional y estilo tecnológico. Fue pionero al aplicar la matemática y los modelos comunicacionales de la época en la construcción de un tipo de país, pero con sus ideas también interpelaba (y a veces de manera incómoda) a los jóvenes científicos: “¿qué están haciendo ustedes con su ciencia mientras afuera el mundo se cae a pedazos?”. En su investigación Petriz incluye la mirada joven y asegura haber encontrado una gran heterogeneidad de puntos de vista.

Cuando se le pregunta por su propia mirada sobre los vaticinios de Varsavsky en relación a la actualidad, el director responde: “Creo que aquellos males que denunciaba lamentablemente se acentuaron. Sin embargo, me parece que estamos obligados al optimismo. Las sociedades no se suicidan, pero es fundamental la prédica y tomar activamente la defensa de determinados discursos y formas de vida. Siendo optimistas podemos pensar que siempre tenemos la posibilidad de construir el futuro que proyectamos, más allá de los condicionamientos históricos. La historia ha dado muestras de cambios en las tendencias, en las formas de vida y en la organización socioeconómica”.

 

  • Varsavsky, el científico rebelde podrá verse desde este jueves a las 20.30 en el Cine Gaumont (Av. Rivadavia 1635).