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Una historia que exige reparación

Cuando que no te manoseen es una excepción

Gabriela Fernández tiene 34, una hija y una historia de violencias que no le quitaron las ganas de construir alternativas colectivas para encontrar el refugio que siempre le negaron. Es una de las habitantes de Casa Pringles ATR, la vivienda comunitaria que fue desalojada el sábado pasado por el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires.

Se llama Gabriela pero se reconoce en su apodo: Pipi. Sufrió toda clase de violencias y para ella la reparación es colectiva.
Se llama Gabriela pero se reconoce en su apodo: Pipi. Sufrió toda clase de violencias y para ella la reparación es colectiva. (JoseNico)