La sangría de reservas internacionales para frenar el dólar no se detiene. Ayer el Banco Central le entregó al mercado 235 millones de dólares para mantener el tipo de cambio en torno de los 18 pesos y acumuló ventas desde finales de julio por 1837 millones de dólares. La cotización del minorista y mayorista no se movió (cerraron en 18,01 y 17,73 pesos) y las miradas de los grandes inversores del mercado quedaron puestas en la próxima semana, cuando se conocerá el resultado de las elecciones. El martes la entidad tendrá que enfrentar otra prueba de fuego: el vencimiento de 535 mil millones de pesos de Lebac (ver aparte).   

La tarea de revisar qué paso con las reservas internacionales desde el segundo trimestre del año, cuando el presidente del Banco Central anunció que iniciaría un plan para sumar dólares a las arcas de la entidad, resulta relevante. Desde abril las reservas anotaron una baja de 3700 millones de dólares. Pero si la misma cuenta se hace neta del ingreso de deuda externa por la emisión de bonos del Tesoro la reducción de reservas se ubicaría en 7000 millones de dólares (por pago de deudas y corrida cambiaria). La cifra es equivalente al 60 por ciento de lo que el país le pagó a los fondos buitres en 2016. 

Los economistas de diferentes corrientes empezaron a criticar en los últimos días a la autoridad monetaria no sólo por cambiar el discurso sino por la falta de pericia con la que ahora decidió intervenir. El ex presidente del BC, Martín Redrado, fue una de esas voces críticas. “El Banco Central debe mostrar su convencimiento de que el camino elegido es el correcto. En el presente episodio de tensión cambiaria se advierte un accionar sin convicción. Se dejó correr la suba del tipo de cambio durante varias semanas, esperando pasivamente una autorregulación de la oferta”, apuntó. Agregó que “la intervención tardía finalmente ocurrió, al establecer un techo para el tipo de cambio. El tener un valor fijo o semifijo genera incentivos para que el mercado le tome el pulso a la entidad. Esto refleja el sesgo a utilizar la tasa de interés como único instrumento para hacer “todo” el trabajo de política monetaria y cambiaria, una subutilización de las herramientas disponibles”.

Redrado también planteó que las subas del dólar, más allá de los planteos del Central, sí tienen un efecto en los precios del mercado interno. “La política cambiaria ingresó en un laberinto. Si se analiza la trayectoria del tipo de cambio en las últimas semanas, se observa que no se tuvo en cuenta ni la idiosincrasia, ni la historia económica, ni el proceso de formación de precios domésticos. En nuestro país, el dólar no es un precio más de la economía. Es valor de referencia”, planteó.

El impacto de la escalada cambiaria sobre el dólar no fue menor y empezó a sentirse fuerte en los supermercados, en particular, en alimentos sensibles como aceite, harina y leche. La consultora Elypsis informó que durante la primera semana de agosto la inflación se aceleró al 0,8 por ciento semanal contra una suba del 0,3 por ciento registrada la semana previa. La firma estimó que en alimentos y bebidas, la escalada semanal se aceleró al 1,1 por ciento cuando siete días atrás había sido del 0,5 por ciento. 

Expertos financieros afirman que la política monetaria del Central fue ineficaz en varios puntos y un balance de sus resultados en 2017 permite observarlo, en particular, en temas de precios. La entidad a cargo de Federico Sturzenegger se planteó como hoja de ruta terminar el año con una inflación debajo del 17 por ciento. En las conferencias de prensa del primer trimestre afirmaba que una entidad creíble era la que se ponía la prioridad de bajar la inflación, porque esa era la única forma de recuperar crecimiento genuino. Pero las estimaciones de los consultores e incluso del resto del equipo económico muestran que los precios tendrán un piso de 22 por ciento este año. En la city evalúan que a la falta de pericia para controlar la inflación se suma la volatilidad que adquirió el dólar y la dificultad para bajar las tasas de interés y desactiva la burbuja generada con las Lebac.