José Clodoveu de Arruda Coelho Neto, conocido como Veveu Arruda, es un abogado y político brasileño. En su gestión como alcalde de la ciudad de Sobral entre 2011 y 2017, lograron una reducción en la pobreza y la exclusión gracias a políticas redistributivas y estatales que giraron alrededor de la educación. Dichas políticas lograron posicionar a Sobral como la mejor red pública municipal brasileña, según el Índice de Oportunidad Educativa Brasileña (IOEB) de 2015, y alcanzar el primer lugar en el ranking del Índice de Desarrollo de la Educación Básica (Ideb) de Brasil en 2016, entre los más de 5500 municipios del país.

Actualmente, es el Director General de Associação Bem Comum (ABC), que ejecuta el Programa Alfabetización en Régimen de Colaboración (PARC) en Brasil, inspirado en la experiencia de Sobral, en asociación con la Fundación Lemann y el Instituto Natura. En su visita por Argentina, Arruda dialoga con PáginaI12 en la Organización de los Estados Iberoamericanos (OEI), donde reflexiona sobre la importancia de la educación y las políticas educativas de los gobiernos de Jair Bolsonaro y Lula da Silva, así como también de su rol en la transición entre ambas gestiones.

¿Cómo incursionó en la política?

Nací y crecí en Sobral, pero allí no tenía tercer año de secundaria. Entonces tuve que mudarme a Fortaleza para completar mis estudios. Mi intención era estudiar derecho y convertirme en diplomático, pero la dictadura militar en Brasil cambió mi enfoque. Me uní a la lucha estudiantil por la democracia y redirigí mi sueño: volví a Sobral y en lugar de ser diplomático, me convertí en abogado de movimientos sociales. Defendí a los trabajadores que luchaban por la reforma agraria a principios de los años 80. Por supuesto, durante ese período había hostilidad hacia aquellos que ejercían este tipo de abogacía, como amenazas de muerte y agresiones físicas. Tuve compañeros que fueron asesinados en este proceso. No obstante, otros de mi generación también regresaron a Sobral al terminar sus estudios, compartiendo el sueño de transformar nuestra ciudad. Fui elegido concejal y, a pesar de las diferencias, establecí alianzas políticas con miembros de otras fuerzas, por ejemplo Cid Gomes, para impulsar cambios en Sobral.

¿Por qué en su trayectoria política hizo y hace énfasis en la educación?

Porque es un instrumento capaz de transformar la vida de las personas y, como consecuencia, transformar los territorios en los que viven. A través de una educación de calidad, se puede fortalecer la democracia brasileña y superar las desigualdades que afectan, especialmente, a la población más empobrecida de nuestro país.

¿Qué balance hace del gobierno de Bolsonaro en lo que respecta a políticas educativas?

Su gobierno tenía un objetivo claro: desmantelar la política educativa brasileña como parte de su estrategia para construir un nuevo modelo de sociedad. Hubo una ausencia total de políticas educativas en todos los niveles. Su actitud negacionista hacia la ciencia durante la lucha contra la Covid es un ejemplo de su enfoque, que fue marcada por la desestructuración y la reducción de recursos del Ministerio de Educación. Fue un desastre para Brasil la presencia de Bolsonaro, no solo en la educación, sino también en relación a las condiciones de nuestro país.

¿En qué sentido?

Se produjo un enfrentamiento entre una sociedad democrática, basada en valores de tolerancia, cooperación, respeto y amor, y una sociedad autoritaria, prejuiciosa, intolerante y llena de odio. Además de desmantelar la política educativa, también eliminó el Ministerio de Cultura, menospreciando así la expresión cultural del pueblo. Sin embargo, en medio de esta tragedia, hubo algunos aspectos positivos, como el fortalecimiento de los Estados y municipios. Estos asumieron un papel más destacado en la solución de los problemas existentes. Su lucha contra la Covid fue crucial para evitar una situación aún peor en Brasil. Este fortalecimiento también se aplicó al ámbito educativo, en donde Estados y municipios respondieron a los problemas que se presentaron en este contexto con sus propios recursos.

Luego usted participó en el proceso de transición política del gobierno de Lula.

Fue una experiencia muy positiva para mí, una oportunidad de ampliar mi conocimiento sobre los desafíos educativos en Brasil, no solo en lo que respecta a la educación básica, sino también la educación técnica, superior, la investigación, entre otros aspectos. Durante ese tiempo, pude presenciar el entusiasmo y la energía de instituciones, ciudadanos y ciudadanas comprometidos en presentar un diagnóstico completo de la realidad de Brasil, con todos sus desafíos y problemas, así como ofrecer soluciones efectivas. Esto facilitó la estructuración de políticas públicas al asumir el gobierno y permitió considerar aspectos esenciales de la diversidad y pluralidad brasileñas, abordando temas como la exclusión, el racismo y los prejuicios de género. Hubo una clara intención de construir una política educativa inclusiva. También se destacó la participación de organizaciones del tercer sector, aportando sus valiosas experiencias a la construcción de políticas públicas.

¿Cuáles son los desafíos que tiene el gobierno actual en materia educativa?

El presidente Lula hizo de la educación básica, por primera vez, una prioridad. Se trata de una política de Estado, no de gobierno, porque busca dialogar con todas las composiciones políticas de Brasil. Es una política democrática y republicana que trasciende la afiliación partidaria. No importa a quién hayan votado los gobernadores, alcaldes o ciudadanos, si votaron por Lula o no. Personalmente, considero que esta es la política correcta y apropiada.

¿Puede alcanzarse ese objetivo aunque la derecha brasileña quisiera poner obstáculos?

Es un desafío que requiere la unión de todos, sin importar sus posturas políticas o ideológicas. La tragedia de la educación y el analfabetismo es silenciosa, carece del fuego y humo que anuncian la deforestación en la Amazonia. Sin embargo, quema las perspectivas de vida de comunidades y generaciones enteras. A través de la educación, Brasil podrá abordar sus desigualdades socioeconómicas, fortalecer su economía para mejorar la calidad de vida de toda la población y posicionarse como líder mundial. Se requiere la participación tanto del sector público (gobiernos federales, estatales y municipales) como de líderes privados, sociales, culturales, religiosos, y de todos los ciudadanos, para extinguir el fuego y hacer florecer la esperanza en las personas y en nuestro país.

Entrevista: Axel Schwarzfeld