Muerto por un dólar         5 puntos

Dead for a Dollar, Canadá/Estados Unidos, 2022

Dirección: Walter Hill

Guión: Matt Harris y Walter Hill

Duración: 107 minutos

Intérpretes: Christoph Waltz, Willem Dafoe, Rachel Bosnahan, Warren Burke, Brandon Scott, Benjamin Bratt, Luis Chávez, Hamish Linklater, Fidel Gómez.

Estreno: Disponible para alquiler en Flow.

Aunque es un nombre clave en la generación que revolucionó Hollywood en las décadas de 1970 y 1980, el de Walter Hill hace rato que está lejos de las luminarias y las alfombras rojas. El estreno de su última película, Muerto por un dólar, en las zonas periféricas de una plataforma de streaming parece confirmarlo. Claro que la valoración comercial de una obra no necesariamente habla de su valor artístico, pero en el caso de Hill ambas cosas andan bastante cerca. Aunque supo dirigir títulos emblemáticos como The Warriors (1979), 48 horas (1982), Encrucijada (1986), entre otras, su filmografía reciente abunda en trabajos de muy baja producción, que se aferran a los moldes genéricos como premisa central, endebles en términos de narrativa, pero que siempre logran contar con al menos dos nombres de peso para encabezar sus elencos.

Muerto por un dólar no es la excepción a ninguna de esas afirmaciones. Se trata de un western de estructura clásica, que también busca acercarse a los violentos exponentes tardíos que supieron construir directores como Sam Peckinpah o Don Siegel (e incluso el propio Hill, ya en los ’80). Al filo del siglo XX, un caza recompensas es contratado para rescatar a la esposa de un hombre rico, secuestrada por un hombre negro, que además es desertor del ejército. Pero ese punto de partida concreto, en el que lo bueno y lo malo ocupan lugares bien determinados, empieza a mostrar sus grietas muy pronto. Esto hace que sea la ética de los personajes la que acabe por determinar qué es y cómo se imparte la justicia, un elemento que suele estar muy presente en las películas de Hill.

Aunque el director sigue manejando muy bien el desarrollo de ciertos vínculos entre personajes, balanceando bien las distintas fases de atracción y repulsión entre ellos, Muerto por un dólar es una película de una austeridad visual cercana a la pobreza. Los decorados, la fotografía, el uso abusivo de los fundidos, incluso movimientos coreográficos como los del enfrentamiento final entre buenos y malos lucen burdos. Como si no hubiera no solo dinero, sino tampoco el tiempo o las ganas para afinar o pulir cualquier cosa que tenga que ver con los detalles, que es donde habita el diablo, pero también la magia del cine.

Esta vez Hill cuenta con dos buenos actores, como Christoph Waltz y Willem Defoe. Así y todo, hasta ellos son víctimas de un guion que los obliga a excesos discursivos con los que se busca suplir la dificultad para expresarse a través del movimiento. Tal vez por eso mismo es que Muerto por un dólar luce demasiado teatral, como si el drama pasara antes por lo oral que por el peso de las acciones o los desplazamientos. No solo de los personajes, sino también de la cámara, que parece más atenta a lo que se dice y no tanto a lo que se hace. Y en un género donde todo suele resolverse en silencio y con acción, acá lo que sobra son palabras.