PáginaI12 En Francia

Desde París

Los románticos son decepcionados de la realidad (Graham Greene). La sentencia del memorable escritor británico bien vale para los electores franceses. En menos de cien días de mandato, Francia llevó de la cima a la superficie al presidente Emmanuel Macron, electo el pasado 7 de mayo ante la candidata de la extrema derecha Marine Le Pen. 

Macron cumplió este 15 de agosto cien días de una presidencia que se inició como la hora cero de una nueva forma de gobernar pero que no ha convencido a un electorado de rápido humor cambiante. La sensación ante los primeros pasos del Ejecutivo es de una inestabilidad elocuente y traduce más una suerte de humor severo antes que un juicio a la acción política cuya curva descendiente contrasta con la solidez alemana y los cuatro presidentes franceses que la canciller alemana Angela Merkel vio desfilar en las cumbres europeas. A Emmanuel Macron (perdió 20 puntos desde mayo) se le reprocha todo lo contrario que al ex presidente François Hollande, a quien, en agosto de 2012, se lo criticaba porque había hecho muy poco. De Macron se dice que hizo demasiado, muy rápido y de forma autoritaria. 

Entre las principales medidas y acciones que fueron el hilo narrativo de estos cien días figuran la adopción de la ley sobre la moralización de la vida política, el intento a todo precio de controlar los déficits presupuestarios y el texto que autoriza al Ejecutivo a profundizar la reforma laboral mediante ordenanzas. En el plano internacional, Macron acumuló más puntos que dentro de su país con dos momentos fuertes: la visita del presidente norteamericano Donald Trump y del ruso Vladimir Putin. Christophe Castaner, portavoz del gobierno, escribió en su página Facebook que este comienzo de mandato “permitió poner las bases de una transformación profunda”. El juicio es por demás optimista pero válido en la pluma de un portavoz. 

De hecho, apenas empezó a ocupar el Palacio presidencial el Elíseo, Macron tuvo que gestionar su primera crisis a partir de un problema que, en gran medida, había facilitado su elección en mayo: la corrupción política y la mala costumbre francesa de confundir a la Asamblea Nacional o al Parlamento Europeo con una sucursal de los ahorros familiares. 

En un corto tiempo, justo después de las elecciones legislativas de junio donde su partido, La Republica en Marcha, obtuvo la mayoría absoluta, Macron tuvo que aceptar la renuncia de tres ministros centristas (MoDem):François Bayrou, Marielle de Sarnez y Sylvie Goulard. Los tres estaban siendo investigados en la fiscalía de París por el empleo de los asistentes parlamentarios del europarlamento pertenecientes al partido centrista. 

La misma causa judicial tiene hoy cercado al partido de extrema derecha Frente Nacional y fue un escándalo familiar, esta vez en la Asamblea Nacional francesa, el que decapitó la campaña electoral del candidato de la derecha François Fillon, también imputado por los impalpables trabajos que esposa e hijos llevaron a cabo en el Asamblea. La renuncia de estos ministros de un partido clave en la victoria final de Macron (se alió con el MoDem para las presidenciales) obligó al Primer Ministro  Édouard Philippe(derecha) a remodelar el gabinete. Otro escándalo volvió a golpear más tarde al jefe del Estado. Esta vez se trató de uno de sus más cercanos estrategas y allegados, también renunciante ministro de su gobierno, Richard Ferrand, implicado en un turbio asunto de operaciones inmobiliarias revelado por el semanario satírico Le Canard Enchaîné y el vespertino Le Monde. 

Con la renuncia de Ferrand, Macron perdió un cuarto ministro. Y puede haber un quinto si la justicia profundiza las investigaciones en curso alrededor de la Ministra de Trabajo, Muriel Pénicaud, igualmente citada en un caso de “favoritismo” cuando dirigía Business France, la Agencia Nacional de la internacionalización de la economía francesa. La justicia reunió “indicios graves y concordantes” contra la actual Ministra en torno a la organización, en Las Vegas y con la presencia del entonces ministro de Economía de François Hollande, Emmanuel Macron, de un evento destinado a promocionar las Start-up francesas. El caso deMuriel Pénicaud es tanto más delicado cuanto que es en ella en quien recae la tarea de defender el texto más controvertido de las reforma macronistas, o sea, el de la reforma laboral. En suma, lo que debía ser el símbolo de un mundo nuevo fue alcanzado, manchado, por las mecánicas del pasado. 

El jefe del Estado también perdió en el camino al general Pierre de Villiers, ex jefe del Estado Mayor Conjunto enfrentado a Macron por los recortes presupuestarios decididos para 2017 en las cuentas de la defensa nacional. En total, desde que Emmanuel Macron fue electo en mayo, la Asamblea Nacional adoptó seis leyes. No se distingue en esta acción naciente ningún signo de osadía mayor, ni de transgresión del sistema. Al contrario. El presidente hizo economías allí donde todos sacan el bisturí: en las clases medias y populares. Todo va despacito. El macronismo avanza con cautela. Sabe que los románticos también son rebeldes peligrosos. 

[email protected]