Las desigualdades no se disuelven con el mito de la inclusión individual en sistemas excluyentes, sino con la transformación radical de los sistemas de dominación. Ya somos 8.000 millones de almas habitando este planeta. Si estos 8.000 millones se fundieran en una sola persona saldría un cuerpo deformado, monstruoso, desigual. Crecemos bien alimentados por unos lados, y nos quedamos cortos, muy cortos y hambrientos por otros. Es la incomprensible paradoja de la escasez de la abundancia.

Cómo puede ser que los datos macroeconómicos sean tan buenos, y el mundo esté tan delgado. Deberíamos estar todos de acuerdo en engordar, a través de un reparto equitativo de la riqueza. Pero esto constituiría un atentado contra el orden establecido y contra la dieta dominante. En las altas cocinas del mundo, donde se cuece el verdadero puchero, te aconsejan que lo mejor es seguir con los huesos a la vista, y no sacudir mucho el brasero. Te dicen que no pasa nada por no entender el mundo si logras fingir que lo comprendes.

En ocasiones ese mundo se vuelve del revés. En la ciudad de Los Ángeles los ricos se han dado a la fuga. La estampida ha sido vertiginosa. Los barrios de Venice y Brentwood se ha quedado temporalmente vacíos. En marzo se cerraron al menos 126 transacciones de propiedades por encima de los cinco millones de dólares. El motivo de la espantada es el llamado “impuesto a las mansiones”, aprobado en referendo el otoño pasado. Una tasa que grava con un 4% la venta de las residencias que superan los cinco millones de dólares. Un impuesto especial destinados a atender el urgente problema de los “sin techo” en la ciudad californiana. Un mínimo de 200.000 dólares por unidad desviados a la construcción de viviendas sociales. Entre las celebridades que decidieron liquidar sus viviendas para eludir la tasa impositiva están la estrella de la NBA y de Los Ángeles Lakers James LeBron, los ex futbolistas David Beckham, Wayne Rooney, Gareth Bale, Ibrahimovic y Kevin Leerdman, actual defensa de Los Ángeles FC, que ante un micrófono estimado en silencio expresó sin miramientos: “Los pobres sin techo que se jodan”. 

A la frenética desbandada se sumaron con sus respectivas mansiones las estrellas de Hollywood, Jennifer Lopez, Jim Carrey y Mark Wahlberg. Entre enero y marzo, la creatividad penetró con fuerza en el mercado inmobiliario. Algunos propietarios optaron por regalar coches de lujos como McLaren, Aston Martin o Bentley, o diseñar fuertes descuentos en un tiempo acotado. Otros apostaron por dividir sus parcelas para que el valor no alcanzara los cinco millones de dólares, y unos cuantos acudieron a los bufetes de abogados para demandar a la ciudad por un tributo que creen inconstitucional. Se formularon diversos esquemas para evitar el gravamen impositivo, que pretende añadir una herramientas más para revertir la condición de unas 100.000 personas sin techo.

El programa House LA del que se sirve el “impuesto a las mansiones” es uno de los más progresistas de EE UU. Quien lo iba a decir. En la soleada California vuelven los impuestos especiales a los más ricos. Los californianos lo acaban de aprobar por referendo popular. Es extraño. No son nada sospechosos de ser “socializquierdistas bolivarianos”. O tal vez lo sean, y en realidad, no saben que lo son.

(*) Periodista, ex jugador de Vélez, clubes de España y campeón del Mundo 1979

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