Aún no tengo juicio cinematográfico formado sobre la popular peli. Sólo apuntaré a una de sus líneas argumentales, la que me parece más lograda.

Si hay lenguaje, tal como ocurre en Barbieland, el anudamiento entre sexuación y muerte es inevitable y es lo que inscribe la brecha irreductible de lo real en la realidad.

Luego a esa brecha la civilización actual le ha respondido, tratándola con el capitalismo y su deriva patriarcal. ¿Podría haber sido de otro modo ? Esta es la cuestión crucial, especialmente cuando se sabe que el capitalismo, a pesar de lo que dice una Barbie en modo marxista, no lleva adentro "el germen de su propia destrucción".

En todo caso, al menos hasta aquí, el capitalismo en sí mismo es un germen que va destruyendo todo lo que se le interpone y sus "contradicciones internas" no solo no lo dañan sino que lo impulsan en su marcha incesante.

Por ello Barbie al final, cuando acepta ser humana, aceptación que le llega por la vía del neoliberal discurso de la autoayuda, pasa a ser reclutada por la civilización del capital. En la peli, volverse humano, "ser quien uno es", es vivir en el capitalismo donde alguna vez, y solo para algunos, toca un instante de la vie en rose.

La curva del feminismo emancipador absorbida en este caso por la racionalidad del Capital queda cumplida. El argumentario feminista y marxista aparece desplegado entre todas las Barbies, pero todo conduce a una reivindicación absolutamente individual: Ser una mujer de verdad.

La apuesta puede valer tanto para hombres, mujeres y el LGTBI entero, pero no se puede obviar, si se quiere entender el aspecto más crucial de esta apuesta, que es la propia verdad lo que el capitalismo destruye.