Los economistas neoliberales afirman que el nivel de la inflación, y ahora agregan la tasa de cambio del dólar blue, dependen de la emisión monetaria. Hace un tiempo el economista ortodoxo y diputado de Juntos por el Cambio, Martín Tetaz, en un programa de televisión, sacó dos pistolones de formato futurista, en plástico rojo, que lanzaban, sobre la mesa de los invitados exaltados frente a tal “genialidad”, billetes (falsos) de 1000 pesos y explicó que “los (billetes) que te da el Estado también son de fantasía”. 

Expuso una vez más la célebre idea que la inflación es el resultado de la emisión de dinero por parte del Estado a través de la maquinita. “Cada vez que el Gobierno fabrica un billete que no tiene respaldo y lo regala, es el mismo billete con el que a vos te pagan tu salario, entonces se va licuando tu salario”. Esto dicho en 2007 hubiera sido considerado adecuado pero luego de 15 años de emisión monetaria gigantesca con las llamadas “facilidades cuantitativas”, el Banco Central Europeo emitió entre 2012 y 2018 60 mil millones de euros por mes y aun más la Reserva Federal  esa disquisición sabe a naftalina.

La teoría de la maquinita productora de billetes que genera inflación carece de fundamento, aunque su simplicidad permita a algunos suponer que comprenden los problemas económicos y monetarios. Es necesario agregar que la supuesta idea del “respaldo” sugiere que otros países emiten cuando tienen guardada, vaya a saber para qué, una cierta cantidad de oro o divisas, lo cual es erróneo porque Estados Unidos y los países avanzados de Europa emiten sin “respaldo”, ya que el dólar fue desconectado del oro por la administración de Richard Nixon el 15 de agosto de 1971, hace ya más de medio siglo. 

El concepto de regalo que se utilizó en este caso es una diatriba para criticar la política social del peronismo por parte de un neoliberal ortodoxo que rechaza la economía del bienestar, cuando dicha política social es la norma en los países avanzados.

La velocidad de circulación de la moneda

La teoría económica de la moneda es en sí bastante complicada y ha sufrido grandes choques teóricos en los últimos 20 años. La versión de Tetaz y de los economistas ortodoxos, que se basan en la teoría monetarista que tuvo un reinado efímero durante los ’90, es bastante primaria. La fuente teórica es una lectura sesgada de Milton Friedman sobre la teoría cuantitativa de la moneda que Keynes consideraba una tautológica, a lo que agregaba “sabemos medir con gran exactitud la velocidad de rotación de nuestro planeta pero nadie sabe medir, y esto es valido aún hoy, la velocidad de circulación de la moneda”.

La crisis financiera del 2008 liquidó la teoría monetaria neoliberal llamada monetarismo. Ben Bernanke, premio Nobel en 2022, y Janet Yellen, ambos al comando de la FED ,y Mario Draghi que presidió el Banco Central Europeo, se opusieron a la ortodoxia. Los dos primeros rechazando el monetarismo y el segundo, rechazando al ordoliberalismo alemán de Jens Weidmann que presidía la Bundesbank. En esta oposición mostraron a partir de una realidad concreta y no de una teoría que no hay relación entre la emisión monetaria y la inflación. La Teoría Monetaria Moderna elaborada, entre otros, por Stephanie Kelton explica a su manera el mito del déficit presupuestario y rechaza la relación entre la moneda y la inflación que pudiera provenir del gasto público.

A los economistas ortodoxos la simplicidad de la presentación de la “maquinita” les permite utilizar este tipo de inanidad para justificar las políticas de austeridad fundándose en la implicación emisión monetaria igual inflación. Hay que reducir el gasto del Estado ya que éste se nutre ya sea de los impuestos que es necesario disminuir y de la emisión que provoca inflación. Sin embargo, si bien la inflación tiene la apariencia de ser monetaria porque se visualiza en la mayor cantidad de moneda que se requiere para comprar el mismo bien en periodos sucesivos, la moneda sólo hace percibir la inflación materializada en el cambio de los precios pero no la provoca.

Si la relación emisión monetaria inflación tiene ya pocos adeptos, salvo en Argentina, se debe a que es falso afirmar que es el emisor de moneda y productor de la inflación para financiar el gasto público.

Prestamista de última instancia

Hasta los años 1960 algunos economistas sostenían que los depósitos efectuados por los particulares eran la base financiera a partir de la cual los bancos otorgaban los créditos. El ahorro debía preceder al crédito y se decía que “los depósitos crean el crédito". Pero las terribles crisis financieras del siglo XIX en 1827, en 1870 y 1890 la crisis Baring Brothers y la Gran Depresión de los años 1930, mostraron que el sistema no era viable. Esto explica que en los países capitalistas se procediera a la nacionalización de los Bancos Centrales transformándolos en el prestamista en última instancia. Los economistas ortodoxos lo saben muy bien ya que impusieron a la sociedad argentina una experiencia feroz que fue la convertibilidad, que se transformó en corralito. Javier Milei va más allá ya que pretende suprimir el Banco Central de la República Argentina.

La emisión de la moneda en la actualidad la realizan los agentes económicos de una manera simple y legal: los particulares y las empresas piden préstamos a bancos, sean estos públicos o privados, para financiar actividad económica, comprar bienes o realizar la gestión de empresas por el cual abonan un costo que son los intereses. 

Dichos préstamos son depositados en la cuenta corriente del demandante. Cuando los clientes del banco que obtuvieron el prestado hacen un giro, pagan con un cheque o retiran en efectivo del depósito en ese momento emiten moneda, ya que la ponen en circulación entre los agentes económicos. Se pone además en marcha un mecanismo multiplicador, ya que los receptores de los pagos van a utilizar los mismos para realizar a su vez otros pagos. El valor final de la cantidad de moneda creada depende de la cantidad que haya sido inmovilizada por algunos de los eslabones de la cadena de pagos. 

Se dice entonces que “el crédito crea el depósito”, vale decir el monto del circulante es el que crean los bancos. Estos se refinancian en el Banco Central, al cual le piden prestado un volumen de crédito equivalente al monto de los créditos otorgados a cambio de una deuda equivalente, por la cual pagan un interés menor al que ellos mismos prestaron a sus clientes. 

El Banco Central define la tasa de interés: la aumenta cuando considera que la cantidad de moneda en circulación es la adecuada dada la actividad económica para que la demanda de créditos se mantenga constante o disminuya. Disminuirá la tasa de interés cuando considerará que la actividad económica se ralentiza y que el abaratamiento del crédito podría dar un nuevo empuje a la economía.

¿Quién expande la masa monetaria?

El Estado funciona de la misma manera: se dirige al Banco Central para obtener un crédito, que se denomina un avance transitorio, cuando sus necesidades, el gasto publico, es superior a los impuestos cobrados. En términos cuantitativos, se sabe que la masa monetaria circulante en Argentina es de alrededor del 7 por ciento del PIB, similar a la de Alemania e inferior a la de Estados Unidos o Francia, que están más cerca al 10 por ciento. Si en Argentina el déficit presupuestario es del 1,5 por ciento respecto de 80 por ciento de la tasa de inflación, muestra que el Estado no es el generador de inflación y significa que la parte más importante de la masa monetaria la crean los particulares a través de los bancos.

Se entiende más claramente por qué los economistas ortodoxos sostienen que la inflación la provoca una supuesta “maquinita” que tiene el Estado. Si no lo dijeran deberían explicar lo dicho más arriba: que la emisión la realizan los bancos privados y que los precios los fijan las empresas. 

Los divulgadores de la ortodoxia económica argentinos han inventado además el concepto de impuesto inflacionario explicando que el incremento de la emisión realizado supuestamente por el Estado se transforma en inflación, lo cual es como un “impuesto”, no porque el Estado se financia gracias a la inflación sino porque les quita ingresos a los particulares. Esto permite por un lado exonerar de la responsabilidad a los bancos en su rol de emisores de moneda y a las empresas por remarcar.

Pero la teoría según la cual la masa monetaria es productora de inflación presenta otras carencias explicativas. La teoría ortodoxa del comportamiento del consumidor explica que cuando este obtiene un incremento de su ingreso tendrá que elegir entre comprar el mismo bien en cantidad superior, o lo substituirá por otro de calidad superior: comprará manteca más cara en lugar de margarina u optará por comprar otros bienes llamados superiores,  por ejemplo ir al cine o al teatro con el suplemento del ingreso obtenido o puede diferir el gasto. 

En ningún momento la teoría ortodoxa dice que cuando el ingreso del consumidor se incrementa, éste acepta pagar más caro el mismo producto como si el dinero no le importara porque es de “fantasía”. Esto es simplemente porque los economistas saben que el consumidor es racional y que es el empresario o comerciales que le impone pagar más cuando remarca.

* Doctor en Ciencias Económicas de l’Université de Paris. Autor de La economía oligárquica de Macri, Ediciones CICCUS Buenos Aires 2019. [email protected]