Donald Trump completa la que tal vez haya sido su peor semana en la Casa Blanca con la salida de Steve Bannon. Si había alguien en el entorno presidencial capaz de mimetizarse con el magnate, ser su alter ego, ese era controversial asesor, proveniente de grupos de ultra derecha como los que protagonizaron los hechos de Charlottesville.

"John Kelly (jefe de Gabinete de Trump) y Steve Bannon han acordado mutuamente que hoy sería el último día de Steve. Estamos agradecidos por sus servicios", fue el breve comunicado emitido desde la Casa Blanca.

Con todo, la salida de Bannon de su cargo de Consejero del Presidente, no obedecería a la violencia racista de los últimos días en esa ciudad del estado de Virginia, con miembros del Ku Flux Klan y neonazis marchando juntos. Ya venía en baja en las últimas semanas, y la renuncia que le pidió Trump habría sido ofrecida el 7 de agosto, antes de la violencia racista en Charlottesville. Esos sucesos demoraron la confirmación de su salida.

Bannon venía perdiendo la interna de palacio con el ascendente Jared Kuschner, yerno de Trump, que asesora a su suegro en el Salón Oval. En un ascenso meteórico, había llegado a ocupar un lugar en el Consejo Nacional de Seguridad, lo cual despertó suspicacias por no tener antecedentes para el cargo. El gobierno alegó que los siete años de experiencia del estratega en la Marina justificaban su nombramiento. Sin embargo, el general H. R. McMaster, Asesor Nacional de Seguridad, frenó la movida.

El polémico asesor fue jefe de campaña de Trump en las presidenciales del año pasado. Había incursionado en la producción de películas y como banquero de inversión de Goldman Sachs. Pero su fama se debió a Breitbart, un portal de noticias que se convirtió en el principal vocero de la derecha más radicalizada, muchos de cuyos exponentes abrazaron la candidatura de Trump. La página web cosechó denuncias de racismo y antisemitismo.

Si bien Trump nunca se pronunció públicamente a favor de la ultraderecha, el poner a Bannon en la mesa chica de Washington había sido entendido como un guiño a esos sectores. Bannon se fue desgastando por las sucesivas internas. El propio Trump había anticipado lo que finalmente sucedió: “Veremos lo que pasa con el señor Bannon", fue su respuesta cuando lo consultaron el martes en Nueva York.

AFP
Yellen es la primera mujer en conducir la Reserva Federal.

Mientras tanto, la ola de violencia racista y la tibia condena de Trump podrían provocar una baja más que sensible. Se acerca el fin del mandato de Janet Yellen al frente de la Reserva Federal y es de esperar que el presidente le ofrezca otro período. El entorno de Yellen asegura que no puede seguir en el cargo con un inquilino de la Casa Blanca que avaló el racismo al no condenar explícitamente a los supremacistas de Charlottesville.

“Tengo la suerte de conocer a Janet Yellen y sé que su visión para Estados Unidos es muy diferente de la de Donald Trump”, afirmó Narayana Kocherlakota, ex titular de la Reserva Federal de Minnesotta, para quien cualquiera que acepte un cargo de esta administración apoya de forma implícita sus políticas. Larry Summers, ex secretario del Tesoro, también opinó del mismo modo.

Si la tradición se cumpliese, Trump debería ofrecer a Yellen un nuevo acuerdo del Congreso para seguir en el cargo. Allí se vería la respuesta de la economista. Claro que Trump no se caracteriza por ser alguien predecible. En la campaña del año pasado acusó a la Reserva Federal de llevar adelante una política monetaria a favor de los demócratas. Así y todo, después dijo estar conforme con los tipos de cambio bajos. Y al mismo tiempo aseguró que pensaba en un ex ejecutivo de Goldman Sachs para el cargo: Gary Cohn.

El problema es que con el clima de división que generó Trump, se complicaría conseguir la aprobación del pliego de Cohn. De allí que la alternativa de unidad sería proponer un segundo mandato para Yellen. Allí se vería la decisión de la funcionaria.