La cantante Mara Barros es oriunda de Huelva, España, y es una apasionada por la música de raíz folklórica latinoamericana. De hecho, acaba de publicar un disco dedicado a la música tradicional mexicana, Me nace del corazón (2022), con versiones de autores clásicos como José Alfredo Jiménez o Armando Manzanero. “Me queda mucho por aprender y estudiar de muchos rincones del mundo. Hay mucha música popular que he escuchado de pasada, pero en la que no he profundizado. Pero me aventuro a decir que sí, porque soy andaluza, del sur de España, donde reina la copla y el flamenco”, dice Barros cuando se le pregunta sobre su relación con la música latinoamericana. “La copla es un género que me apasiona desde niña, quizá porque la apasionaba a mi madre y porque es nuestro folklore más directo, al menos en Andalucía. Y creo que tiene mucho que ver: nos separa un charco pero nos hemos ido retroalimentando a nivel cultural y por eso me apasionan las rancheras, los corridos y los tangos”, explica la española, que presentará su nuevo disco el viernes 11 de agosto a las 20 en La Trastienda (Balcarce 460).

Acompañada por su productor y guitarrista, Borja Montenegro, y el pianista y violinista Pau Álvarez Santacatalina, Barros promete un concierto intimista en el que recorrerá canciones de sus dos discos y algunos clásicos de Joaquín Sabina, un artista que conoce muy de cerca porque forma parte de su banda desde 2009. Pero el concierto estará centrado en el repertorio de Me nace del corazón, su tributo a la canción mexicana. “México es un país que me ha recibido siempre con los brazos abiertos desde que fui la primera vez acompañando a Joaquín en su gira Vinagre y Rosas, en 2010”, cuenta la cantante. “Pero, además, cuando saqué mi segundo trabajo discográfico, Por motivos personales (2017), tuve la fortuna de visitar el país en cuatro ocasiones. Y en la última gira que hice, como ya había ido tres veces cantando las mismas canciones, se me ocurrió hacer algo nuevo. Entonces, hice un par de rancheras a ver qué les parecían. Las recibieron tan bien que en el viaje de vuelta en el avión me di cuenta de que necesitaba devolverles tanto amor en forma de música. Y la mejor manera era agarrar su música popular, rancheras, boleros y corridos, llevarlos a mi terreno y hacer un disco homenaje”.

-Aquí versionás clásicos populares como "La llorona", "No sé tú", “En el último trago” y "Te extraño". ¿Es importante aportar tu impronta en cada canción?

-Claro que es importante llevarlas a mi terreno, e impregnarlas de mi personalidad y mi forma de interpretar. En esto ha tenido mucho que ver Borja Montenegro, el productor, que me conoce a la perfección y ha sabido hacer una producción acorde. Hemos decidido alejarnos del tópico de cualquier español cuando hace un trabajo tributo a la música mexicana, que es acudir al mariachi. Lo he echado de menos, lo confieso, porque me encanta, pero decidimos no pecar de lo que suele hacer todo el mundo y hacer este trabajo sin mariachi. Y adaptando todas las canciones a mi forma de interpretar. Borja me conoce muy bien y ha sabido hacer ciertos cambios; incluso en algunas de las canciones hacer una producción un poquito más comercial, muy sutil, porque hemos querido siempre respetar la esencia de la música popular mexicana y espero que así les llegue. Pero es muy importante que tenga mi esencia.

-¿Y qué tiene que tener una canción para que elijas interpretarla?

-Quería que fuera un tributo ciento por ciento a la cultura mexicana, así que primero hice un trabajo de investigación: en una lista anoté las canciones que ya conocía y que me gustaban mucho. Y luego estuve escuchando mucha música mexicana, hice una selección de veintipico de canciones y estuve investigando sobre la autoría. Todas fueron escritas por autores mexicanos exceptuando “La llorona”, que tiene una historia que no me convence del todo y está registrada a nombre de un español. Me he tomado solo esa licencia porque era una canción que yo necesitaba que estuviera. Pero quitando "La llorona", todas las demás, las ocho restantes, fueron escritas por autores mexicanos. Eso me ayudó muchísimo a descartar porque muchas de las canciones populares de México han sido escritas por argentinos, chilenos o españoles. Y cuando tuve un número más reducido estuve probando cuáles iban mejor a mi forma de cantar y también cuáles me pellizcaban a mí por dentro, qué canciones tienen ese algo inexplicable que me emociona y me apetece compartir con los demás.

-Tu padre, Pepe Barros, también fue un cantante profesional. ¿Recibiste estímulos musicales desde muy pequeña?

-Desde bien pequeñita he estado ligada a la música. Mi padre era cantante y mi madre era una apasionada de la copla y la danza. Y además teníamos una pequeña tiendecita de discos, la primera que hubo en mi ciudad natal, en Huelva. Eso con el tiempo me dio la oportunidad de nutrirme musicalmente muchísimo porque tenía acceso a todo tipo de música antes de que existiera YouTube. Ahora todo el mundo tiene acceso pero en esa época era complicado y a mí me gustaba presumir que tenía una cultura musical bastante grande comparada con las nenas de mi edad. Además, en la casa familiar teníamos una habitación donde de pequeños nos juntábamos a escuchar música, esa costumbre que ya se está perdiendo; analizar cada arreglo, cada instrumento, diferenciarlos. Así que sí, la música ha estado muy presente siempre y creo que me di cuenta desde bien pequeña que tenía dotes para la música. Mis primeros pasos en el mundo del arte fueron en la danza. Estudié la carrera de danza hasta grado medio, pero lo compaginaba con corales. En Huelva hay una coral maravillosa que se llama Coral Santa María de La Rábida. Ahí empecé a cantar con nueve años, o sea que siempre he estado muy cercana a la música.

-¿Y qué elementos de la cultura de tu pueblo, Huelva, aparecen en tu música?

-En todo el sur de España, en Andalucía, nuestro folklore, nuestra música más popular es el flamenco y la copla, la canción española. Luego cada ciudad tiene su propia tradición. Aquí en Huelva, por ejemplo, dentro del flamenco hay un palo particular que es el fandango. Y cada provincia tiene su propio fandango. Pero yo nunca me he atrevido a cantar un fandango, porque es un palo complicado de cantar y solo unos pocos dotados pueden interpretarlos. Creo que nunca me atrevería... bueno, a lo mejor en la intimidad, en la ducha. Y, claro, indudablemente, todo eso aparece en mi forma de cantar. Yo no soy coplera, folklórica ni flamenca, pero tengo tintes andaluces.

El trabajo con Joaquín Sabina

En 2009, Mara Barros recibió una llamada inesperada que le cambiaria definitivamente la vida. Antonio García de Diego, mano derecha de Joaquín Sabina, la llamó para hacer una prueba como corista. Y quedó seleccionada. Eran los tiempos del disco Vinagre y Rosas (2009). “Trabajar con él es un sueño hecho realidad. Yo siempre quise ser la corista de Joaquín Sabina, desde que tengo uso de razón”, resalta Barros, que acompaña desde entonces al cantautor español en todas sus giras por Europa y América. “A los 14 años escuché la primera canción de Joaquín que recuerdo, ‘La del pirata cojo’, que me la ponía mi madre en nuestra tienda de discos. Luego, el padre de mi mejor amiga me regaló El hombre del traje gris (1988), que me lo bebí. Y un novio, que además hacía tributo a Joaquín Sabina porque era músico, me empezó a poner el resto de su obra y hablarme de su historia, de su filosofía de vida, a pasarme biografías no autorizadas y un montón de material que me hizo enamorarme de Joaquín y soñar con trabajar con él”, repasa la artista.

“Me parecía un sueño inaccesible, pero la vida me hizo ese regalo que me cayó del cielo inesperadamente y no puedo más que estar agradecida todos los días. Y muchas veces me preguntan qué me queda por hacer pero cuando tú tienes una meta tan alta y la consigues, no te queda otra opción que ponerte metitas cortas”, confiesa. “Porque me da miedo y me parece osado soñar tan alto de nuevo. Entonces, yo ni sueño con recoger Grammys ni con llenar La Bombonera. Sueño con ir a La Trastienda y que vengan unas cuantas personitas a verme; no quiero tentar a la suerte, porque ya me dio un regalazo que es trabajar con Joaquín Sabina. Después de casi quince años sigo aprendiendo cada vez que me subo a un escenario con él; aprendo de su valentía, su carisma, su talento, su generosidad y también a nivel personal”.