Sorpresa, celebración, euforia, acaso incredulidad ante los primeros bocas de urna y datos de mesas testigo que empezaron a circular por WhatsApp sobre las 7 de la tarde. Ninguno de los que festejó y gritó y prometió ir por más anoche en el bunker de La Libertad Avanza --incluido el propio Javier Milei-- esperaba los resultados que finalmente logró la fuerza de extrema derecha: los 7 millones de votos con los que se ubica con gran comodidad en la elección de tres tercios. Ni los 30 puntos nacionales al cierre de esta edición --que eran festejados 32 cuando se conocieron los primeros guarismos--, ni los "batacazos" en Córdoba, Mendoza, Santa Fe, San Luis, Misiones, Jujuy, Salta, Tucumán, La Rioja, San Juan, Mendoza, Neuquén, La Pampa, Río Negro, Chubut, Tierra del Fuego y Santa Cruz, todos distritos donde el candidato fue el más votado, en algunos casos por amplia diferencia. Tampoco lo obtenido en la provincia de Buenos Aires, donde la candidata de esta fuerza, Carolina Píparo, resultó la segunda más votada (32,4 % para Kicillof y 21,1 % para ella, que contando solo los votos positivos se transforman en 36,4% y 23,8%). 

Milei entró a jugar de ganador en la política con un discurso marcadamente anti política: "Los políticos no son la solución, son el problema. No quieren que nada cambie porque va en contra de sus privilegios. Si ellos no quieren cambiar, ¡vamos a sacarlos definitivamente!", prometió al cierre de su discurso, sobre la medianoche.    

En el hotel Libertador de avenida Córdoba al 600, en pleno microcentro porteño, todos fueron festejos, abrazos y sensación de logro heroico. Un grito fue el grito de la hora, además del consabido "la casta tiene miedo": el "que se vayan todos", revival furioso de 2001, resonó una y otra vez, desde que se conocieron los resultados. 

También afuera en la calle, donde los seguidores de Milei comenzaron a agolparse sobre la medianoche, cortando medio carril de la avenida Córdoba, con merchandising de "El León" y las banderas amarillas con la serpiente cascabel y el slogan importado de "América": "Don't tread on me" ("No me pisotees"). 

"Esta elección no sólo dará fin al kirchnerismo, también a la casta parasitaria, chorra, inútil, que hunde al país", arrancó, tranqui, su discurso MileiAl igual que en el cierre de campaña en el Movistar Arena, agradeció a "El Jefe" (su hermana Karina, cuyo nombre también fue coreado) y a "mis hijitos de cuatro patas", sus perros Conan (el mastin inglés ya muerto y con el que habla, al que hizo clonar), y a los vivos, bautizados con nombres de economistas liberales, Milton, Murray, Robert y Lucas. 

Esta vez, a diferencia del Arena donde sólo fueron nombrados "la primera dama" y "los hijos", mencionó también a su equipo de trabajo y a "los fiscales que dieron todo pese a las continuas trampas de las casta política". 

Contra la justicia social

Si en su discurso en el cierre de campaña el único blanco había sido "el siniestro amarillo", y el kirchnerismo no había sido entonces ni nombrado, esta vez Milei se ubicó en su rol de tercero en discordia, y dedicó medio discurso a cada uno de sus oponentes. Sin nombrarlos, y con la prédica anti política por sobre todo. 

"Estamos ante el fin del modelo de la casta, basado en esa atrocidad de que donde hay una necesidad nace un derecho, pero se olvidan de que alguien lo tiene que pagar. Cuya máxima aberración es la justicia social, pero se olvidan de que es injusto que la paguen solo algunos", gritó el libertario. Criticó después "a aquellos que no son más que un conjunto de slogans salidos de un focus group. Si yo hubiera seguido un focus group, hoy sería socialista", evaluó. 

"Con estos números estaríamos en condiciones de tener 8 bancas de senadores y más de 35 diputados. Vaya que hemos armado una fuerza", sacó cuentas. Y además de volver a ir contra "el curro de los micrófonos ensobrados hijos de la pauta", repitió su máxima de campaña: "No es posible cambiar con los mismos de siempre".

Sorpresa y media

La sorpresa entre los seguidores fue similar a la que se vivió en el bunker de las PASO de 2021, cuando La Libertad Avanza se alzó con un 14 por ciento de los votos que no esperaban ni en sus cálculos más ambiciosos (los números ascenderían a 17 en las legislativas). Desde temprano, las pantallas de celulares de los militantes mostraban números contundentes con datos propios. Fernando Cernedo, apoderado tecnológico de La Libertad Avanza, hablaba de las tendencias de las mesas testigo, las primeras sorpresas. "Bertie" Benegas Lynch "hijo del hijo" (la figura liberal a la que Milei rinde tributo) bajaba a hablar de "una batalla cultural ganada".

Lilia Lemoine, la influencer cosplay que daba clases sobre cómo insultar a Ofelia Fernández, y que llegó a la coalición como maquilladora y peinadora oficial de Milei, a esa altura de la noche era ya candidata a diputada y con grandes posibilidades de entrar a la Cámara (va octava en la lista de provincia que encabezan Benegas Lynch y la conductora anti vacunas Marcela Pagano, de mantenerse estos números entrarían 9 por ese distrito). La influencer mostraba en su celular las denuncias de faltante de boletas que había recibido durante el día. "Javier es solo un hombre. Parece una armada pero es un hombre solo contra todo el sistema", repetía. 

El vivo del programa de streaming Break Point, donde el libertario Mariano Pérez iba transmitiendo todos los sucesos desde el comienzo, acumulaba medio millón de vistas. Eran números celebrados pero no inusuales para el canal. En la transmisión del Movistar Arena, por ejemplo, habían superado a TN en el mismo momento en que en el formato tradicional estaba hablando Mauricio Macri, se enorgullecían.   

"No esperábamos tanto, pero sí se sentía en la calle", repetían los militantes, que ya para las 8 eran todo sonrisas y abrazos. El festejo eufórico llegó con los números oficiales. La mayoría miraba al futuro: "Los va a comer, el León los va a comer!", "¡Si Javier entra al ballotage, Javier gana, Javier gana!", pronosticaban. Aunque hubo quienes miraron al pasado: "Le dije recién a mi familia por mensajito, ¡Esto es la Libertadora!", celebraba un hombre mayor de campera de gamuza y pañuelito al cuello. Era parte de un grupo de referentes del Partido Demócrata porteño, el que le dio el sello para el armado de La Libertad Avanza en las provincias.  

"La casta hace trampa"

A la denuncia de esas "trampas de la casta" se dedicó una buena parte de la previa en el bunker: por el robo y faltante de boletas, por el "horrible y tramposo funcionamiento del sistema electrónico" en la Ciudad, por "faltar a la palabra y no dar los primeros resultados a las 9 y media, como se había comprometido el gobierno". "Somos nuevos en esto, no tenemos estructura. Quisieron hacer trampa pero les salió mal", clamó Ramiro Marra, el primero en bajar a hablar, con tono muy enojado.

Poco antes de las 10 de la noche, Victoria Villarruel subió al escenario, junto a Marra y Carolina Píparo, para hablar de "un momento histórico, impensable". Pero sobre todo para hacer una denuncia contra "el gobierno kirchnerista". "Tenemos la información de que ya cuentan con más del 50 por ciento de los votos escrutados, y tienen números sumamente elevados para nuestra fuerza. Se habían comprometido a dar datos a las 21.30. No están cumpliendo con su palabra. Los argentinos merecemos saber cuál ha sido nuestra voluntad para gobernar nuestro país", reclamó, con bandera argentina en mano y el gesto compungido de siempre.

Por esas mismas horas, hacía rato que se difundían los datos de la Ciudad de Buenos Aires, con más del 70 por ciento de las mesas escrutadas y una ventaja ya consolidada de "el Primo sobre el Rulo", según titulaba Crónica. La diferencia de resultados en La Ciudad para La Libertad Avanza era notoria, con un tercer lugar y apenas más de 14 puntos para Ramiro Marra. Se entendía, entonces, el enojo disonante con el que el precandidato había irrumpido temprano en el bunker.

Fue solo un momento y fue solo un distrito, sobre el que por otra parte se festejó "la eliminación del siniestro amarillo". El resto fueron todos festejos, abrazos, saltos, cantos y una promesa con tono de reto: que se vayan todos, y que se venga a quedar Milei.