En marzo de 2016, mientras su mujer Sofía Menconi ingresaba en la etapa final de su embarazo, Horacio Zeballos disputaba la clasificación del torneo de Miami. A pocas semanas de convertirse en padre, se despidió en la última instancia tras caer en tres parciales con el japonés Yoshihito Nishioka y quedó a las puertas del cuadro principal. El zurdo, sin embargo, jamás imaginó que recibiría semejante guiño del destino. La baja de Roger Federer sobre la hora por un virus estomacal lo catapultó directo a la segunda instancia del certamen. Como Lucky Loser, derrotó a Juan Martín Del Potro y remontó un partido increíble ante el español Fernando Verdasco para alcanzar los octavos de final, su mejor resultado en un Masters 1000. En charla con Líbero, el marplatense analiza el impulso anímico y mental que le dio aquella actuación en Key Biscayne: “Desde ese torneo me volví a meter en el Top 100 y nunca más volví a salir. Realmente siento que estoy en el mejor momento de mi carrera”.

Miami fue el punto de inflexión para que Zeballos volviera a jugar los grandes torneos y se mantuviera en el nivel ATP. Esta temporada llegó a semifinales en Barcelona y se metió entre los 16 mejores en Roland Garros, el resultado más resonante de su carrera en torneos de Grand Slam. Con 32 años, asentado en el Top 60 y mucho más relajado, explica: “Llevo casi dos años ahí en un nivel alto, jugando todos los ATP y ganando muy buenos partidos. Y tuve buenos resultados en los torneos grandes, cosa que antes no pasaba. Quizá antes tuve la posibilidad de ganar un ATP y dar algún batacazo pero ahora soy más constante. Creo que mi momento actual es mucho más meritorio”.

–¿Por qué ahora es más común que muchos jugadores alcancen su mejor versión después de los 30?

–Creo que la edad a mí me ayudó mucho. Ser mucho más constante tiene que ver con una madurez que logré después de tantos años de estar en el circuito. El orden físico, mental y alimenticio es fundamental hoy en día para que los jugadores después de los 30 podamos estar en este nivel. Cuidarse con la comida, sumado a la experiencia de tantos años, hace que un jugador de más de 30 se mantenga muy fuerte.

–Este año te metiste entre los 10 argentinos con más títulos ATP en dobles, ¿te planteás objetivos de este tipo? ¿Sos de mirar los números?

–El doble es una carrera que siempre me gustó y la voy a seguir jugando. Es una linda disciplina y por eso le doy casi la misma importancia que al single. Tengo un compañero fijo (NdR: el chileno Julio Peralta) hace ya un año y medio largo. No pienso en los números sino que me interesa jugar determinado torneo y divertirme. En el doble uno se divierte un poco más porque hay alguien con quien compartir un partido y eso en el tenis es difícil.

–¿Para qué creés que están con Julio Peralta? Ya figuran en el 13er puesto de la Carrera a Londres…

–Nosotros estamos más que nada para pasarla bien. Julio es una gran persona y nos divertimos mucho. Ya lo conozco hace muchos años, desde antes de jugar juntos, y nos llevamos bien. Por eso también llegan los resultados. Tener una buena relación con tu compañero es clave. Estamos para mejorar y ojalá que nuestro techo todavía no haya llegado…

–Después de un gran 2009 y del título en Viña del Mar en 2013 te costó mantenerte, ¿qué cambiaste para asentarte en el nivel ATP?

–Hubo muchos cambios. Uno de los más importantes fue la comida. Empecé a cuidarme mucho más. Después, se notan la madurez de la edad y la experiencia en el circuito. Uno se da cuenta de muchas cosas. Y el nacimiento de mi hija Emma, obviamente, es uno de los pasos más importantes. Ella me dio un equilibrio emocional muy importante. Claro que en la cancha dejo todo y quiero ganar pero si pierdo ya no me afecta tanto. Cada derrota la digiero mucho mejor que cuando sólo tenía el tenis por delante. Hoy mi prioridad es la familia y por eso juego al tenis más relajado. En la cancha me volví más sólido y me siento físicamente muy bien. Puedo aguantar un partido de tres horas al mismo nivel y eso me da fortaleza mental y confianza.

–¿Hacés alguna actividad para desconectar la cabeza del tenis?

–Me gusta mucho jugar al ajedrez, por ejemplo. Y sobre todo tengo la posibilidad de viajar muchísimo con mi familia, así que compartir momentos con mi hija y mi esposa también me desconecta bastante del tenis. Disfrutamos mucho estar los tres juntos. Ver películas y series es más difícil ahora con una hija (risas).

–¿Recordás seguido aquella final de Chile contra Nadal?

–Sí, claro. Es el mejor triunfo de mi carrera y el que me dio mi único título ATP. Es una final que voy a recordar siempre. Cada tanto me gusta mirar algunos puntos en Youtube porque jugué un partido único.

–¿Hasta dónde creés que tiene que llegar un tenista para poder vivir del tenis?

–Personalmente creo que hay tres formas de abordar el tenis. Una de las posibilidades es irte a vivir a Estados Unidos, estudiar en la universidad, recibirte y seguir jugando. Hoy en día todas las universidades tienen un nivel de tenis muy alto. Después salís de ahí con un diploma y ves si querés seguir en el tenis o si querés trabajar de lo que estudiaste. Otra posibilidad es irte a Europa y jugar Interclubes por plata; tengo muchos amigos que optaron por esa opción y les fue económicamente bien. Y la tercera, la más difícil, es dedicarte al profesionalismo.

–¿Por qué pensás que hay tanta desigualdad en los ingresos entre los mejores del mundo y el resto? ¿Cómo se soluciona?

–En el tenis hay mucha desigualdad, sobre todo entre los que están entre el 100 y el 150 del ranking y los que ya figuran en el Top 30. La ATP intenta todos los años incrementar el prize money (los premios oficiales) de los torneos pero es muy difícil encontrar sponsors y gente que quiera poner plata en los Challengers, donde no hay tantos nombres como en un Grand Slam. Se complica mucho conseguir esa plata para que el 200° del mundo pueda tener mejores ingresos. Es la triste realidad y nos ha pasado a todos. Un jugador profesional tiene que llegar a estar 140° o 150° en el ranking y además tiene que mechar Interclubes en Italia, Francia, Suiza o Alemania como para percibir buenos ingresos. Es muy triste, porque imaginate que el 150° del mundo debería ganar muy bien. Es más, para mí debería ganar muy bien hasta el 300° del mundo, pero es realmente muy complicado.

–¿Por qué hay jugadores que no rinden en la Copa Davis? ¿Cuánto hay de mito y de realidad en eso de la mística copera y el desgaste mental que genera la Davis?

–Hay mucho de realidad, eh. La Copa Davis te genera un desgaste mental mucho más significativo que un torneo individual porque justamente uno juega para el país. Cada jugador de tenis está acostumbrado a jugar por su carrera personal y si perdés, bueno, no pasa nada. Pero en la Davis es distinto. Hay mucha más gente pendiente, los medios le dan mucha importancia a los resultados que vos tenés, y eso provoca un desgaste muy grande. Y también tiene mucha exigencia física, sobre todo si te toca jugar viernes y domingo o viernes y sábado. Es realmente agotador.

–¿Qué te queda por hacer en tu carrera?

–Me gustaría seguir algunos años más en este nivel. Ese es un buen objetivo para mí. Y tener la posibilidad de seguir viajando con mi familia y disfrutar de estos hermosos torneos que me toca jugar.