Se nos acusó de exagerados, e incluso de paranoia política. Pero desde que hace varios meses esta columna empezó a alertar con el posible fraude electoral, todo lo aquí anticipado se cumplió.

Y cabe recordarlo ahora porque si algo no se puede tener en el campo nacional y popular es ingenuidad. El fraude va a seguir e incluso profundizarse por la razón ya apuntada: estos tipos saben que para mantenerse en el poder no tienen más opciones que jugar sucio. 

Por eso su sometimiento al gigantesco poder mentimediático, que a su vez sabe que necesita mantenerlos (y soportarlos, también ellos) porque son la única carta que tienen para seguir acumulando dinero y poder, que para ellos son lo mismo.

Acaso eso explique que ayer domingo el casi siempre sobrio y correcto Sr. Morales Solá, ideólogo de la derecha dizque republicana en el diario La Nación, derrapó penosamente justificando el choreo electoral macrista y el mamarracho de la semana pasada en el Consejo de la Magistratura: “El Gobierno dejó a Cristina Kirchner sin los títulos de los diarios del lunes y aprovechó (y construyó) una ventana de apenas tres horas para conseguir una mayoría que eyectó de los tribunales al juez con peor fama de corrupto. ¿Cometió el Gobierno alguna ilegalidad? Ninguna, aunque con sus formas, hurgó los límites mismos de la legalidad”. 

Justificó el fraude en las PASO, además, llamándolo “venganza poética” y afirmando ayer domingo, en su siempre engolado estilo, que: “Nadie le robó un voto a nadie. El porcentaje de sufragios bonaerenses escrutados antes del cierre coincide, más o menos, con el porcentaje histórico. Cerrar el escrutinio con apenas 8 décimas de diferencia a favor de los candidatos oficialistas fue el arte de Tullio”. Con lo que, culpando a un funcionario acomodaticio, celebró el escrutinio irregular y rematando, jocoso: “Cristina tomó de su propia medicina”. Como si hubiese habido fraude electoral antes de llegar ellos al poder.

Pero lo más grotesco fue el remate de este otro Sr. Morales al falsear que Macri “es un presidente que ganó ya dos elecciones nacionales consecutivas” (como si hubiese ganado estas PASO) y que “demostró también que no es De la Rúa ni Alfonsín. Es otra cosa. Está dispuesto a afianzar su gobierno sin recatos ni modestia”. O sea con desvergüenza y con soberbia. 

Luego de lo cual remata con una frase propia del fraude de los años 30: “La República no puede ser defendida cuidando la estabilidad o la impunidad de los corruptos”. Idea que pretende que declarar corruptos al boleo a todos los opositores los autoriza a cualquier cosa, incluso a devenir aceleradamente dictadura, que es lo que están pareciendo cada día más.

La mención de los dos presidentes radicales, por cierto, es otra estratagema turbia, porque todo el país sabe que en nada fueron iguales. De la Rúa fue una cantinflesca avanzada de la genuflexión de la derecha radical que hoy es servil al neoliberalismo. Alfonsín, en cambio, representó la última dignidad del viejo yrigoyenismo: “No habrá radicales ni antirradicales, ni peronistas ni antiperonistas cuando se trate de terminar con los manejos de la patria financiera, con la especulación de un grupo parasitario enriquecido a costa de la miseria de los que producen y trabajan. No habrá radicales ni antirradicales, ni peronistas ni antiperonistas sino argentinos unidos para enfrentar el imperialismo en nuestra patria.” Palabras de Alfonsín, impensables en De la Rúa y en los indignos radichas macristas, que de radicales no tienen nada.

Pero por sobre estilos y falsificaciones, lo que los medios concentrados y sus espadachines están ocultando es la verdad profunda del fraude: más allá del vergonzoso espectáculo del domingo 13, la demora intencional y el resultado todavía oculto que es muy probable que falseen nuevamente esta semana, lo que estos tipos buscan es instalar la siguiente idea: que el sistema de voto impreso y manual debe ser cambiado por el voto electrónico. Ésa y no otra es la perversa intención no declarada de todo esto.

Por eso esta columna ratifica las advertencias de muchos lunes anteriores: el fraude es el único modo que estos tipos tienen de mantenerse en el poder. Lo vienen haciendo en muchos sentidos, y ahora en materia electoral. Decididos a reproducir el llamado “fraude patriótico” de los gobiernos conservadores de hace ocho décadas, el mamarracho comicial del domingo 13 fue sólo un ensayo de lo que van a hacer en octubre y de ahí en más. 

Profundizando la lentitud de los guarismos bajo la dirección del Ministerio del Interior, no sólo mentirán resultados. A lo que apuntan, realmente, es a desprestigiar el voto manual, al que acusan de “lento” e “inseguro”, para reinstalar la falsa “necesidad” del voto electrónico con el cuento de que es “rápido” y “preciso”. Lo que es mentira como está probado en todo el mundo, o sea en los que ellos llaman “países serios” y donde se recontrasabe que no hay votación electrónica que no sea falsificable.

Y no es que olviden que el voto manual ha sido históricamente el que permitió expresar la verdadera voluntad del pueblo argentino en todas las elecciones, sino que precisamente es eso lo que temen.

El fraude electoral fue práctica constante de los gobiernos conservadores y autoritarios de los años 30 y hasta el 45. Hoy se llaman Cambiemos y derecha radical, y son lo mismo. Su historia de fraudes que llamaron “patrióticos” es vergonzosa porque los hacían para frenar a los inmigrantes gallegos, tanos, rusos, polacos, judíos, árabes y de donde fuera que venían a esta tierra de oportunidades y pujaban por sus derechos ciudadanos. 

El actual gobierno nacional muestra las mismas costuras. Bastante infantiles en sus torpezas, típicas de niños ricos salidos de colegios pagados por papás corruptos, acostumbrados a impunidades y abusos de todo tipo, ahora están manejando (es un decir, manejar) una nación más laboriosa y digna que ellos, y que por eso mismo tiene tantos reclamos que ni un montón de Tullios, Culottas y Morales van a poder parar. 

Por eso ahora el fraude, tecnológico y neocolonial, ni patriótico.