Después de recibir el tratamiento ordinario que toda película aparecida en pandemia tuvo que padecer, un estreno virtual y su visualización en pantallas demasiado pequeñas, este martes la película Historia de lo oculto tuvo su merecido estreno en el Cine Gaumont, a sala llena. En el marco de los últimos resultados electorales, la proyección de la película en pantalla grande no podría haber sido más oportuna, dejando en el aire una serie de preguntas sobre los medios masivos de comunicación, la historia como la construcción de un relato y la relación entre la llegada al poder de los gobiernos totalitarios y la economía circundante. 

Dirigida por Cristian Ponce, la película es una creación artesanal de la productora platense Tangram, que ya cuenta con una amplia trayectoria de cine independiente de más de 15 años. También responsable de la producción animada La frecuencia Kirlian, de a poco el grupo de jóvenes profesionales platenses que forman Tangram están obteniendo su merecido reconocimiento en la producción audiovisual argentina, e internacional. 

La película tuvo su estreno en 2020, en la edición virtual del Festival de Sitges, y pasó también virtualmente por el Festival Internacional de Mar del Plata. Pero la comunidad que sólo puede construirse en una sala de cine le faltaba, y la sala uno del Gaumont Leonardo Favio llena del martes es prueba directa de que a pesar de que hayan pasado tres años de su estreno, aún era necesario su estreno en salas. La película se proyectó en el marco de la sección marplatense "Hora cero", cita obligatoria de las medianoches del Festival, que reúne películas de culto y de género. 

La sala del Gaumont, con amplia convocatoria. 

El equipo periodístico de "60 minutos antes de la medianoche", un exitoso programa de investigación, se prepara para su última emisión después de ser cancelados por tratar temas demasiado sensibles. Con esta información se inmiscuye un clima de estado totalitario o por lo menos, de gobierno aunque elegido democraticamente, derechoso y censurador, rastreado en la huída de los auspiciantes del programa que desencadena su forzosa bajada del aire. Por eso, el último programa de 60 minutos propone desentrañar la implicación del presidente en una trama que le llevó al poder mediante todo tipo de artimañas delictivas. 

Mientras el equipo de producción busca pistas de ese aquelarre, en el programa al aire el conductor Alfredo entrevista a un empresario llamado Adrián Marcato, un curioso personaje al que se lo acusa no solo con estar involucrado en el asesinato de un opositor político junto con el presidente, sino de haber introducido a este al mundo del esoterismo y los poderes sobrenaturales de un aquelarre. Poco a poco se sugiere que Marcato y sus asociados pueden haber manipulado el universo entero para su propio beneficio, sacrificando vidas humanas a una entidad oscura y amenazante.

Con clara influencia de Todos los hombres del presidente (Alan J. Pakula, 1976) y hasta de Invasión (Hugo Santiago, 1969), la película platense propone unos fines de los años ochenta de una Argentina distópica donde donde las referencias a la dictadura son incuestionables. En uno de los cortes del programa, una publicidad nos muestra que las Islas Malvinas forman parte del territorio la Argentina, y se ofrecen campantemente como lugar donde vacacionar. En blanco y negro, apelando a un tiempo que nunca existió y sirviendo para teñir la película de un tinte de thriller de claroscuros, el color aparecerá cuando entre en juego la magia y lo sobrenatural del aquelarre, mientras se señalan pistas de que puedan haber tenido que ver con la apropiación de bebés y niños, igual que en la terrorífica década del setenta de la Argentina real. 

Haciendo un inteligente juego en el título con las ciencias oscuras y la construcción de un relato entre aquello que es oficial y lo que permanece oculto, el medio masivo comunicacional que es la televisión propone el mismo juego, aquello que se muestra y los trasbambalinas de lo visible.

Aunque la película fue filmada en la ciudad de Buenos Aires (la primera escena pareciera ser la misma locación que la famosa última escena de Los Simuladores, en aquellos arcos de Paseo Colón, quizás hasta funcionando como puente) restos de los orígenes platenses están presente de pasada, siendo la capital bonaerense una de las localidades más vapuleadas por el terrorismo de estado. La mención al pasar de un título de un libro de Mariana Enríquez, coloca sobre el mapa un universo de referencias a La Plata que apelan directamente al imaginario que comparten los realizadores. 

En la presentación de la película en el Gaumont, el equipo de producción presente en la sala apeló directamente a los puentes entre el universo ficcional que plantea la película, y las preocupaciones de un sector de la sociedad por los resultados del domingo. Con la frase "qué más se puede decir al respecto, no voten a la derecha", con la que se despidió uno de los colaboradores, se cifra esa casualidad entre la fecha de estreno y el contexto actual. 

Cuando el afuera es tremebundo, el cine y las películas continúa demostrando que son capaces de tender puentes donde se piense, se reflexione y se debata de nuestra propia realidad, a través de las imágenes. Ahora que Historia de lo oculto salió al mundo de las pantallas grandes, se proyectará próximamente en Mar del Plata, como adelantaron en la función de este martes. A estar atentos para seguir regalándole espectadores que busquen respuestas, o preguntas, en el cine nacional.