Ante la mirada perpleja de muchos economistas y dirigentes políticos, la economía informal se convirtió en un tema recurrente en el debate público argentino. El diagnóstico estimado está hecho y es difundido cada vez más en los medios —el 45 por ciento de los trabajadores de Argentina son informales, es decir cerca de 8 millones de personas—, pero no todos coinciden en las bondades de la economía "barrani", un concepto agitado en redes sociales por el abogado liberal Carlos Maslatón durante la cuarentena por la pandemia de coronavirus para referirse a todo tipo de transacciones informales (también llamadas "en negro").

En esta nota, el investigador Ramiro Albrieu ya señalaba algunos de los efectos que conlleva el fenómeno de la informalidad: caída de la recaudación del Estado, incremento del gasto para paliar los efectos del trabajo informal, destrucción de la movilidad social ascendente y caída en la productividad del país. Un devenir de consecuencias no deseables.

Pero entonces, ¿qué se hace con la economía informal? ¿Cómo se desarma o neutraliza la tendencia que hoy parece regir a por lo menos la mitad de la economía argentina?

Primero lo primero: bajar la inflación

Para el doctor en Economía Eduardo Crespo, hay dos anomalías de la economía argentina que impulsan el fenómeno de la informalidad y que deberían ser normalizadas: "Uno es claramente la inflación", señala a Página/12 el también docente y especialista en Desarrollo Económico.

Quien coincide en esa lectura es Daniel Schteingart. Para el director de Planificación Productiva de la ONG Fundar, la explicación más difundida entre sus colegas sobre el crecimiento en paralelo del trabajo formal e informal es que el segundo crece mayoritariamente porque la gente no llega a fin de mes, es decir, no hay sueldo que alcance con una inflación acumulada en 2023 de 50,7% (hasta junio) y 115,6% en su medición interanual.

Un breve recorrido por los últimos veinte años de la historia económica argentina muestra sin embargo que el crecimiento a la par del trabajo formal e informal que se da en la actualidad es una rareza. Tras la crisis de la convertibilidad post 2001, lo primero que comenzó a recuperarse es el empleo precario, y más tarde el formal. De 2004 en adelante, el empleo formal creció y el informal se estancó en términos absolutos. "Perdió peso en términos relativos porque el resto del empleo siguió creciendo mucho", detalla Schteingart.

Pero ese fenómeno empezó a revertirse con el estancamiento económico de 2012 y, sobre todo, en 2015. "Ahora no sucede lo mismo: crecen mucho el formal y muchísimo el informal", señala el exfuncionario del Ministerio de Economía durante el gobierno de Alberto Fernández.

"Hay una gran suba del empleo informal, posiblemente traccionada porque los ingresos medios no alcanzan y hay que buscar alguna forma más para llegar a fin de mes. Esa puede ser una interpretación", agrega.

En efecto, Crespo y Schteingart coinciden en que muchos trabajadores formales tienen un salario "en blanco" y un salario "en negro", que complementa el primer ingreso. "Tenés una parte grande de la gente que figura como parte del sector formal que cobra parte de su salario negro, y esto es creciente", ejemplifica Crespo.

Efecto cepo: desbarranizar el comercio exterior y la economía del conocimiento

La segunda anomalía que tracciona el fenómeno "barrani" en la economía argentina es el cepo. Así lo explica Eduardo Crespo: "Hay mucha exportación barrani, mucha sobrefacturación de importaciones y subfacturación de exportaciones, muchos servicios que salen y no son registrados. Se estima que el servicio del conocimiento es más o menos el doble de lo registrado. Hay varias consultoras que analizan esos números. Eso es el cepo, y diría que es un factor que, hasta que no se normalice mínimamente la macroeconomía, bajando la inflación, saliendo del cepo y etcétera, veo muy difícil que se pueda ir corrigiendo", enfatiza, en diálogo con Página/12.

Para entender la relevancia del fenómeno de exportación barrani, Crespo agrega en Revista Anfibia un ejemplo interesante del impacto que tiene la informalidad en las economías latinoamericanas: "Varias evidencias indican que las exportaciones oriundas del narcotráfico mantuvieron a flote a la economía colombiana durante los años aciagos de la crisis de la deuda externa de la década de 1980", sostiene en ese artículo, titulado "Cómo funciona la economía barrani".

Sumado a esto, Schteingart señala que la brecha cambiaria explica también en gran medida el fenómeno reciente de los "freelancers barrani". "Con una macro más normalizada y sin brecha, el incentivo a ese segmento debería ser bastante menor", coincide.

Mientras tanto, la discusión ingresa tibiamente a la arena política argentina. En su reciente aparición en El Método Rebord, el programa de YouTube conducido por Tomás Rebord, Sergio Massa se hizo eco del debate: "Hoy estamos en la discusión del monotributo tecnológico. ¿Sabés qué es eso? 325 mil pibes argentinos que pueden exportar sus servicios al mundo y traerlos al tipo de cambio que más los favorece. Son monotributistas que generan valor desde su casa con la compu y que hoy la tienen que dejar en Uruguay y queremos que la traigan a Argentina", expresó el ministro de Economía y candidato a presidente de Unión por la Patria.

Recuperar las capacidades del Estado: contra la "rebelión silenciosa"

"La economía ‘en negro’, el vasto universo que en Argentina algunos denominan ‘barrani’, puede pensarse como una rebelión silenciosa, como un indicador de debilidad de la densidad estatal, o como lo que efectivamente es, ambas cosas al mismo tiempo”, escribe Crespo al comienzo de su nota en Anfibia.

Y es que el músculo estatal es otro punto neurálgico de lo barrani. La rebelión fiscal a la que se refiere Crespo puede asemejarse a "una suerte de Estado fallido", al menos en el plano monetario. "Hoy muchos no pagan impuestos, no podés pagar con tarjeta de crédito casi en ningún lado, todo es cash, todo barrani", detalla a Página/12.

¿Por qué es importante prestarle atención a este punto? Porque el Estado, de esta manera, pierde sus capacidades de fiscalización y de aplicación de políticas públicas. "Unas capacidades estatales más altas te ayudan a hacer buena política pública e inciden en el desarrollo, y a su vez el desarrollo incide en las capacidades estatales", complementa Schteingart, quien suma además otros actores que pueden tener un papel importante en la tendencia a la formalización, como el rol de los sindicatos y los movimientos sociales.

"Si el Estado no controla, o no hay agentes que controlen, no va a haber penalidad por estar en informalidad", advierte Daniel Schteingart. (Imagen: Jose Nico)

La economía argentina necesita crecer (más)

Parece una obviedad, pero no está demás señalarlo: la economía argentina tiene que crecer. El fenómeno de informalidad pareciera estar íntimamente relacionado con el subdesarrollo. Una economía con alta volatilidad, desorden macroeconómico e incapacidad para lograr crecimiento sostenido difícilmente pueda "bajar el peso del sector informal".

"Prácticamente no existe evidencia de que la economía barrani o informal pueda bajar si vos tenés un estancamiento económico muy largo", apunta Schteingart, integrante de la ONG Fundar, un centro de investigación y diseño de políticas públicas. Y agrega: "Si la economía puede ordenarse y empezar a crecer sostenidamente, debería subir la recaudación porque debería subir la actividad económica, y además empezás a generar herramientas para bajar la informalidad".

Por último, y sobre este punto, enfatiza en que cuando crece la economía, también lo hacen las importaciones, porque hay "más margen para crecer y, en consecuencia, las empresas tienen más chances de contratar". A su vez, el Estado empieza a tener más recaudación. "Obviamente que no es automático, pero le das condiciones de posibilidad", concluye Schteingart.