A mediados de la década pasada Bastión Unlimited serializaba historietas nacionales y extranjeras. En esa revista se mezclaban los dibujos de Salvador Sanz (en la primera versión de Angela della Morte) con los de Frank Miller (en Sin City). Y por allí también estaban Mauro Mantella y Germán Erramouspe haciendo una rareza: una buena historieta argentina de superhéroes. No es noticia para los lectores locales que el de los superhéroes es un género que caló poco entre los autores argentinos. Sin embargo, con El hombre primordial por entonces Mantella y Erramouspe lograron un relato particularmente bueno, como se puede ver en la reciente recopilación del sello rosarino Rabdomantes Ediciones.

En El hombre primordial la dupla cuenta la aparición de un hombre excepcional. Y quizás eso, “excepcional” y no “superhéroe” sea la mejor manera de acercarse a la obra. Porque lo que empieza como una típica historia de origen de un superhéroe deviene en una trama de ribetes bíblicos (y kabalísticos y coránicos, también), una reflexión sobre el poder, sobre la libertad, sobre el sexo, sobre el miedo y el horror.

El dibujo de Erramouspe no tiene tacha y es sólido de principio a fin. Pero lo que llama la atención es el guión de Mantella, de una madurez autoral inusitada y una complejidad llamativa (al punto que el libro incluye un pequeño apéndice que explicita muchas de las referencias y guiños que el libro propone, más que útil para el lector desprevenido o poco formado en teología).

Está claro que en el guión, por estructura, modo de plantear los temas y demás, Mantella tiene una enorme influencia de sus colegas británicos. En particular de las lecturas de Alan Moore (cosa que además se advierte en Bizancio, que retoma elementos de otro personaje del inglés, Constantine). En el prólogo, el crítico Andrés Accorsi también señala las influencias en el dibujo de Erramouspe de otros británicos (menciona, por ejemplo, a Bryan Talbot y David Lloyd -el de V for Vendetta). Pero ni uno ni otro se convierten en clones o buscan emular lo de sus referentes. La historia de El hombre primordial explora en sus propios universos simbólicos y explota con inteligencia las posibilidades que el género les ofrece.

Las primeras páginas son demoledoras y plantean una historieta distinta con una fuerza infrecuente. El narrador es un joven con síndrome de Down, abandonado por sus padres, portador de HIV, violado en el orfanato y discriminado en casi todos lados. Un condenado por la existencia misma (aunque, como se descubre luego, eso no es gratuito ni simple morbo autoral). Un resiliente, pese a todo. Y todo eso estalla y, a la vez, sigue allí, cuando una frecuencia inesperada lo transforma en un ser perfecto cuya misma existencia cambia el mundo.

A partir de allí los autores llevan la historia a planos más familiares para el lector de superhéroes: aparecen aliados, villanos, reacciones públicas, peleas en los cielos. Pero son todos ornamentos para reflexionar en torno a ideas sobre Dios, la religión (curiosamente no sobre la “fe”) y las razones mismas de la vida. Por momentos, parece una historieta profundamente judeocristiana. Por otros da la sensación de ser analítica hasta el ateísmo. En esa dualidad (y otras) se construye también la fuerza de la propuesta de Mantella y Erramouspe. Y algunos días la cuestión es si quedan héroes o sólo resta el infierno en la Tierra.