“Sigo haciendo el 90 por ciento de las cosas que hacía cuando tenía 25 años”. Lito Epumer tiene hoy 69 años, y entonces el cálculo –fundamentado en lo que se lee entre las comillas— da que hoy hace casi lo mismo que a fines de los setenta, o principios de los ochenta. Un raid rápido por su pasado deriva en que entonces ya había sido parte de Madre Atómica, trío con el Carlos “Mono” Fontana y Pedro Aznar, que nada tenía que ver con el disco de la vaca de Pink Floyd -ni siquiera lo conocían-. El período contempla también su paso por Sr. Zutano, otro terceto en que sus aliados eran Héctor “Pomo” Lorenzo y Juan del Barrio. También había sido parte de las bandas de Raúl Porchetto y Dino Saluzzi. Ya mucho y temprano, es decir, para este sobresaliente guitarrista que, desde aquellos dorados 25 hasta hoy, no ha hecho más que refrendar el talento y el entusiasmo de sus comienzos.

El concierto de este jueves 24 de agosto a las 22.45 en BeBop (Uriarte 1658) no será otra cosa que un paso más en la batalla musical Epumer, una especie de "guitar hero" perfil bajo de Parque Chas, que de los 25 para acá no solo ha sido parte de Spinetta Jade, en la época de Madre en años luz, sino también de un devenir que detecta cinco discos solistas en su haber (Lito Epumer, Pasaje la Blanqueada, Nehuén, Dos Zorros y Sinfín), y sentidos grupos con amigos. Jaguar, por caso, banda que integró con Rodolfo García, Dhani Ferrón y Julián Gancberg, y el vigente trío Epumer-Machi-Judurcha, que acaba de publicar En vivo, su tercer disco. 

“Es un material que se grabó en 2019, antes de la pandemia, con las intervenciones de Javier Malosetti, Rodolfo Mederos y Pedro Aznar. Lo que se tocó es lo que está”, refresca el músico, que en su próximo show planea estrenar tres temas. Uno llamado “Libro del tiempo”, con letra de Aznar y dedicado a su nieto Felipe; otro, “González”, dedicado al “Negro” Jorge, contrabajista y fundador de Jazz & Pop; y un tercero bautizado igual que el disco por venir: Azabache de azul, también escrito por el ex Serú Girán. “No solo este tema, sino también el disco está dedicado a mis padres, porque ambos fueron de una gran ayuda tanto para mí como para mi hermana María Gabriela. Nos apoyaron incondicionalmente en todo, siempre”.

El entorno emocional, afectivo y familiar que impregna las nuevas canciones de Epumer, entronca con un estado del alma. “Estoy más sereno, tranquilo, relajado en todo. Y creo que esto es algo que se traslada a la música. A esta altura de mi vida, no tengo apuros. Pese a que son años difíciles, en algún punto me siento pleno con lo que estoy haciendo, siempre dándole para adelante”, asegura el tataranieto del cacique ranquel Epumer.

-¿Qué huella dejó en vos Sinfín, el disco que concebiste con Armando Alonso, el último que grabaste en estudio?

-Fue la concreción de algo que hacíamos muy seguido con Armando. Éramos cuñados, y era una costumbre juntarnos a improvisar, hasta que llegó la cosa de empezar a tocar más en serio, como dúo, algo muy lindo y a la vez simple, fluido y orgánico. Aún escucho ese disco, porque me da placer.

-¿Se parece en algo al que vendrá?

-En su línea acústica e intimista, no más.

-¿Sos de escuchar tus discos, una vez publicados, entonces?

-Ahora sí, pero antes no, porque me causaba cierto escozor escucharme a mí mismo (risas). En cambio, hoy me escucho con cariño, y con benevolencia, dado que ese sello está en mí desde siempre. Debe ser porque disfruto y no pienso tanto para atrás, me está pasando de amigarme con las cosas que hice en el pasado, y estar orgulloso.

El Lito Epumer Cuarteto que tocará en BeBop forma con Christian Judurcha en batería; Julián Gancberg, en teclados; y Nico Sanucci en bajo y voz. La info para melómanos es que se trata de la primera vez que Epumer tiene cantante fijo. Más data en torno suyo es la incipiente reedición del único disco de Madre Atómica, que no pertenece a la formación inicial sino a la segunda que activó a mediando la década del '80, con Jota Morelli y Guillermo Vadalá, y sin Aznar.

-¿Pinta la nostalgia al borde de los 70? ¿Por dónde?

-Depende el momento… son como flashes que me vienen de diferentes cosas.

-Jaguar, por no ir más lejos…

-Y sí, porque fue una experiencia maravillosa que nació de juntadas y asados entre amigos de Luis. Nos juntábamos a contar anécdotas, y de ahí fue surgiendo el grupo. La verdad que la pérdida de Rodo García fue un golpe muy fuerte. Esa persona tan increíble que era, tan cálida, entrañable, y a la vez tan institución en la música argentina. Tuve el placer de disfrutar cinco años haciendo música con él… y sí, se extraña muchísimo ese juntador de gentes, humana y musicalmente.

-De más lejos llega Jade. ¿Sigue interpelando ese lapso a tu memoria?

-Como una marca, sí. Siempre me hablan del solo en “Diganlé”, y esas cosas. Es algo que por supuesto recibo con orgullo y alegría, porque haber tocado en Jade fue como haber jugado en la selección nacional. Los músicos que tocamos con Luis nos sentimos como parte de una hermandad. Es más, hoy estoy escuchando mucho al pianista armenio Tigran Hamasyan y a un joven guitarrista brasileño llamado Pedro Martins, que es un fenómeno, pero la música de Spinetta es la que más escucho. Su obra es interminable.