“El hombre puede”, se lee en la foto de la fachada de un monasterio gnóstico, cuya imagen ilustra la portada del tercer disco de los chilenos Ases Falsos. “Esa foto se nos hacía muy cautivante, tiene muchos elementos misteriosos y sugestivos, harto detalle simbólico. Se impuso como portada y luego se bautizó a sí misma”, cuenta Cristóbal Briceño, cantante y guitarrista. El disco, publicado en octubre de 2016, tiene diez canciones compactas y potentes –compuestas junto a su hija y su madre en un pueblo costero– con un sonido enérgico que se muestra desde el principio con Chakras, acaso un hit que predice lo que sonará durante el resto del disco.

En su tercera visita al país (más alguna en solitario del cantante) se entregarán al viaje, al igual que cada vez que salen de gira. “Somos de salir a husmear. Por suerte no somos famosos, entonces no hay ningún impedimento para hacerlo. Puede sonar frívolo, pero siempre estamos pendientes de las comidas locales y somos temerarios, quiero decir que no le tenemos miedo a la cocina callejera, aunque en Argentina no esté tan presente como en México o Perú”, cuenta.

El cantante recuerda esa madrugada, yendo de La Plata a Rosario, en la que se enfrentaron al inevitable sabor argentino: “Ya había aclarado, cargábamos nuestros instrumentos por interminables cuadras hacia la terminal de buses, después de una noche sin dormir, cuando nos encontramos en una esquina desolada a un hombre silencioso y encorvado de manos exageradamente negras por algún tipo de grasa o quizás carbón. Asaba choripanes sobre una parrilla improvisada, casi a ras de suelo. A pesar de la imagen terrorífica, estaban deliciosos”.

Aunque el concepto de su segundo disco, Conducción, pudo tener significado político, el resultado es más bien moralista a los ojos del compositor chileno. “Como todo nuestro cancionero, en realidad, nacido en esta época de tanta moralina. Más o menos conscientemente, nos hemos propuesto desarrollar problemas de moral auténtica a través de amables canciones pop.” De ese álbum destacan Mantén la conducción, Niña por favor y Simetría, acaso una fusión orgánica entre Juan Gabriel y Miguel Bosé.

Juan Gabriel en la portada del primer disco, Juventud americana, y la foto de Rubén Albarrán en el video de Gehena, del último disco, ¿qué los acerca a estos ídolos mexicanos?

–Bueno, Juan Gabriel es nuestro pastor, nada nos faltará. Ahora que está muerto es todavía más fácil prenderle velas. Lo de Rubén Albarrán es más circunstancial, pusimos un recorte de su cara junto al teclado en nuestra sala de ensayo porque él y Francisco Rojas, nuestro tecladista, se parecen bastante. Así, aún cuando Francisco no ha llegado podemos percibir su presencia. Como ves, es una tontería. Lo que no resta mérito a México, que ha producido un montón de ídolos archicomerciales que admiramos como Luis Miguel, Emmanuel, Lucero, Yuri, Ana Gabriel, Joan Sebastian.

* Viernes 25 a la medianoche en The Roxy Live Bar, Niceto Vega 5542, junto a Phonalex.