El 14 de julio de 2003, Néstor Kirchner estaba completando su sexta semana de mandato al frente del gobierno nacional después de haber sacado el 21% de votos en primera vuelta. Empecinado en sacarse de encima al Fondo Monetario Internacional, en esas semanas viajaba a Europa para negociar la deuda, siendo muy claro en el mensaje: durante el mandarto menemista el FMI había llevado al país al quiebre institucional y a la exclusión social. Era el dirigente político que recibía el país post 2001, luego de la renuncia al ballotage del responsable del brutal desguazamiento del Estado durante la década del 90´, Carlos Menem.

En esa misma fecha en Río Gallegos nacía Luciana, la protagonista de esta historia. Desde los 18 años está instalada en la Ciudad de Buenos Aires, vive en Barrio Norte y estudia abogacía y relaciones internacionales en la UADE. Hoy tiene 20, pero a los 16 estaba convencida de que el camino político del país estaba orientado en el imaginario libertario de Javier Milei, a quien había conocido a través de las redes sociales. Actualmente milita en el espacio de Leandro Santoro en la Ciudad de Buenos Aires, pero su experiencia militante tuvo varios ribetes: cómo fue el derrotero desde su infancia en el corazón del kirchnerismo, pasando por un profundo convencimiento de las ideas libertarias —e incluso antifeministas— hasta llegar a militar en uno de los frentes más desafiantes que tiene Unión por la Patria en este 2023 electoral: la ciudad de Buenos Aires.

Nacer en el corazón del kirchnerismo

La infancia de Luciana estuvo enmarcada en una ciudad y en una provincia en donde el kirchnerismo era el paisaje común. Como las sierras en Córdoba o el horizonte marítimo en Mar del Plata. Luciana, al igual que los lugareños de la costa que prefieren no meter los pies en el agua, no quería saber nada con lo que ella consideraba “un territorio de hegemonía política”: el kirchnerismo.

En su casa se hablaba bien de Néstor, de todo lo que había hecho en la provincia de Santa Cruz. Su madre conocía perfectamente a Alicia Kirchner y trabajaba en el Hospital Regional de Río Gallegos como técnica en hemoterapia: “Ella tiene el recuerdo de verla a Alicia Kirchner aparecer por el hospital a altas horas de la madrugada controlando al personal y haciendo auditorías, algo que después se perdió. Pero siempre me decía lo laburadores que eran los Kirchner”.

Sin embargo su primer acercamiento con la política fue a contracorriente, ella lo resume así: “Si bien estaba rodeada de peronismo, no me llamaba para nada la atención. Con lo cual a los 12 o 13 años empiezo a investigar sobre anarquismo”. Era una adolescente, descontenta con el sistema y había encontrado una ideología que la apañaba.

A los 16 eso cambió,  se topó con la propuesta de Javier Milei que según ella era “un anarquismo tirado a la derecha que en definitiva es el anarcocapitalismo”. Lo conoció a través de las redes sociales y la televisión. Lo primero que recuerda es cuando el candidato libertario dijo que quería dinamitar el Banco Central, comenzó a leer autores como Hayek y von Mises y a investigar sobre la escuela austriaca: “Hice un curso en la pandemia sobre la escuela austríaca y me definía como anarcocapitalista. Pero cuando empecé a estudiar derecho empecé a conocer el Estado de una manera distinta. Me di cuenta de que las posturas que yo tenía ya no resolvían todas mis dudas”.

¿Qué era lo que ya no le convencía tanto? Luciana lo define de manera sencilla y sin rodeos, lo que no la convencía tanto tenía que ver con lo que ella define como una mirada pesimista de la política: “Es básicamente una postura de confort la que dice todo el sistema está mal, todo el sistema es corrupto, pero al mismo tiempo uno no puede hacer nada para cambiarlo. Yo creo que Milei comenzó con un discurso anarcocapitalista y después de meterse en la política, ya siendo diputado, empezó con un discurso más liberal”.

Con el feminismo no quería saber nada, en plena efervescencia del Ni Una Menos y la lucha por la legalización del aborto, ella era antifeminista: “Yo era antifeminista, había leído cosas y me había convencido de que el feminismo no era necesario. Que estábamos bien. En ese momento, por ejemplo leía y escuchaba a Agustín Laje y lo veía coherente con mi pensamiento”. Luciana hace una salvedad y explica que nunca fue provida: “Si hay algo que yo rescataba del feminismo era la lucha por el derecho al aborto”.

La rebeldía no se volvió de derecha 

“Empecé a recuperar cuestiones de mi provincia” dice cuando intenta explicar su alejamiento de las ideas liberales. Le volvieron a la memoria algunos episodios de conversaciones en la escuela, con su familia o incluso con amigos de lo que sucedía respecto al kirchnerismo: “Yo estaba en contra de eso porque para mí era la hegemonía” repite. No se trataba de un simple acto de rebeldía adolescente sino de buscar respuestas, indagar, cuestionar para que nada le viniera empaquetado. ¿No es algo habitual que les jóvenes pretendan ir en contra del sistema? ¿No se trata de un itinerario que moldea herramientas insurrectas para la vida?

Durante un año no encontró un espacio donde militar, a fines del año pasado comenzó a formar parte de la agrupación estudiantil Estudiantes Organizados que tenía vínculos con el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. No pasó mucho tiempo hasta que unos amigos la invitaron a militar en el Pro: “Me decían que era un espacio muy abierto, diverso y que seguro podía encontrar un lugar allí. Le di una oportunidad y me metí en una agrupación que se llama Grupo Sarmiento. A los tres meses me di cuenta que no pensaba como ellos cuando tuve un debate relacionado con la deuda del FMI. Para mí el pueblo argentino no debe pagar por los actos ilícitos de un presidente como Mauricio Macri”.

Cuando Luciana tenía 9, en 2012, el gobierno argentino anunciaba la estatización de YPF y el FMI estaba fuera del país. Las juventudes llenaban los actos en los que aparecía Cristina y la recuperación de las AFJP para volver al sistema de reparto o de la misma YPF encendían los corazones populares. Pero Luciana creció mirando otros paisajes, lejanos a las transformaciones del kirchnerismo en la sociedad y tuvieron que pasar muchos años para que llegara a militar en una agrupación kirchnerista. Eso sucedió recién el año pasado.

Comenzó a militar en una agrupación estudiantil “La Efervescente”. “Empecé a investigar el plan de gobierno de Leandro Santoro para la Ciudad y ahí me di cuenta de lo que es militar a un referente con convicción. Yo creo que los jóvenes tenemos la responsabilidad de intentar cambiar lo que nos incomoda y para mí una de las formas de hacer eso es accionando. Lo peor que nos puede pasar es estar desinteresados”.

¿Qué es lo que propone Leandro Santoro que te lleva a militarlo en estas elecciones?

--El concepto de construir una ciudad más humana, la ciudad se volvió muy injusta. Por ejemplo lo que pasa con las personas en situación de calle, nos acostumbramos a ver a una persona vivir en cada esquina, a la intemperie. Me interesa pensar en una ciudad que no sea todo torres y se piense el espacio verde, la recreación y el aire libre por encima del negocio inmobiliario. Me interesa que le da un lugar muy importante a la salud mental.

Veinte años no son nada

Sigue yendo a la facultad y estudia poesía. Se considera feminista y dice que Cristina es una política brillante pero que su preferido es Néstor Kirchner. La mayoría de sus compañeras votaron a Milei, son libertarias y antifeministas: “Dicen, por ejemplo que el aborto debería ser algo pago. Es ese típico discurso de ´que lo hagan pero no con mis impuestos´. En esas discusiones yo intento intervenir, no se puede partir del supuesto de que todas las mujeres pueden pagar un aborto”.

Si bien para ella los debates son un terreno pantanoso, cree que es por ahí en donde es posible profundizar el pensamiento: “Me preocupa que muchos de los que se definen como libertarios, están más en los eslogan o las frases hechas que Javier Milei tira por televisión. Cuando una quiere discutir esas ideas se niegan al debate y repiten como un cassette lo que dice Milei. Hay un descontento muy profundo en la sociedad, pero la juventud se acerca a Javier Milei porque piensan que todos gobernaron y tuvieron su momento y Milei aún no. También creen que las propuestas de Javier Milei jamás se aplicaron, y ese es el error mas grande".

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