Novak Djokovic resultó ser el mayor rival para el tiempo. Cada vez que el serbio levanta un trofeo de Grand Slam genera la sensación de haber visto varias veces la misma película. Aunque esa sensación, al cabo, queda diminuta en relación con la realidad.

No es un chiste: Novak Djokovic ganó 24 títulos de Grand Slam y, desde este domingo, es el máximo ganador de todos los tiempos junto con la legendaria australiana Margaret Court, el único ser humano con la misma cantidad de coronas en singles. El destino lo tenía escrito: el serbio conquistó el 24° Grand Slam de su carrera en el US Open justo 50 años después de que lo consiguiera la mítica jugadora nacida en la ciudad de Albury, quien también lograra el 24° en Nueva York y acumulara la totalidad de grandes conquistas entre 1960 y 1973.

La victoria por 6-3, 7-6 (5) y 6-3 ante Daniil Medvedev, en el Arthur Ashe del Billie Jean King National Tennis Center, representó una suerte de desquite para el hombre de 36 años, que había perdido la definición de 2021 a manos del ruso, quien le impidiera ganar el Grand Slam calendario.

La clave pasó, en mayor parte, por el hambre voraz de Nole. El saque y red, una porción de la táctica trabajada junto con su coach Goran Ivanisevic –el temible sacador campeón de Wimbledon en 2001–, resultó bisagra: antes de la final, en los seis partidos, había ganado un total de ocho puntos en el rubro; en la definición concretó 22 y desquició a Medvedev.

"Estar en la historia de este deporte es algo increíble. Siempre quise ser el mejor campeón del mundo pero cuando comencé a soñar nuevos sueños no pensaba que ahora hablaría de 24 títulos de Grand Slam. En los últimos dos años me di cuenta de que tenía chances de hacer historia", dijo Djokovic instantes después de haber dejado todavía más atrás en el conteo de Grand Slams a Rafael Nadal (22) y el retirado Roger Federer (20), sus mayores rivales.

Nole reapareció en Flushing Meadows después de la ausencia en la edición de la temporada pasada, cuando las viejas restricciones sanitarias no le habían permitido el ingreso a los Estados Unidos por no haber estado vacunado contra el coronavirus. Su regreso a territorio estadounidense, de hecho, tuvo lugar y espacio tres semanas atrás en Cincinnati, en el Estado de Ohio, donde ganó su 39° título de Masters 1000, el 95° trofeo de nivel ATP -ahora ya tiene 96-, luego de una antológica final ante Carlos Alcaraz.

Precisamente el español de 20 años es quien le cederá este lunes la cima del ranking ATP, sitio en el que Djokovic iniciará nada menos que su semana 390 en general –aventaja por 80 a Federer, quien sumara 310 entre 2004 y 2018–.

Campeón antes en el US Open en 2011, 2015 y 2018, el serbio logró su cuarto festejo en el último Grand Slam de la temporada luego de diez finales y después de eliminar de manera sucesiva al francés Alexandre Müller, al español Bernabé Zapata Miralles, a su compatriota Laslo Djere, al croata Borna Gojo y a los locales Taylor Fritz y Ben Shelton, previo a la final ante Medvedev.

Con 36 años, tres meses y 21 días se transformó, además, en el singlista más longevo que gana el US Open en la Era Abierta (desde 1968): dejó atrás al histórico australiano Ken Rosewall, campeón por segunda vez en 1970 con 35 años, tres meses y 25 años. También es el primero con cuatro trofeos de Grand Slam una vez cumplidos los 35 años: Federer y Rosewall habían ganado tres. Como si todo aquello pareciera poco, un dato para destacar: sólo Djokovic logró tres títulos de Grand Slam en una misma temporada en cuatro años diferentes (2011, 2015, 2021 y 2023).

Las cifras redondas parecen incluso predestinadas para Djokovic, a esta altura el indiscutible mejor tenista de todos los tiempos: después de haber jugado un total de 72 torneos de Grand Slam llegó a 36 finales, la exacta mitad, y conquistó 24 trofeos, la tercera parte. Inabarcable.

De las bombas al cielo

"No quiero ser repetitivo pero estoy viviendo mi sueño desde pequeño. Hemos tenido que sobrevivir a dos guerras. Mis padres se sacrificaron mucho para que yo pudiera jugar. Me apoyaron para jugar este deporte, que es muy costoso. Me enamoré del tenis y nadie en mi familia lo había jugado. Mi resiliencia fue tremenda: toda mi gente creyó en mí", reflexionó Djokovic en la premiación.

El serbio soñó con ser el tenista más importante de la historia en medio de las bombas: sufrió de chico el peor de los males. La Guerra de los Balcanes lo tocó de cerca durante sus inicios en Kopaonik, una de las principales cadenas montañosas de Serbia, que contiene una pequeña zona al norte de Kosovo.

En ese lugar sus padres Srdjan y Dijana le inculcaron la pasión por el esquí cuando era muy chico, lo que explica la flexibilidad que exhibe Djokovic en los tobillos, las rodillas y las articulaciones. En ese sitio, a más de 1.700 metros sobre el nivel del mar, también empuñó una raqueta por primera vez, a los 7 años, para no soltarla jamás.

La gran velocidad de la pelota en la altura generó que fuera un jugador mucho más rápido. Ese lugar en el que Nole empezó a forjar su leyenda fue bombardeado en 1999 durante los ataques de la OTAN a Yugoslavia. El niño Djokovic tenía apenas 12 años y ya imaginaba lo que viviría mucho tiempo después.

Antes del inicio del US Open había disparado un vaticinio: "Este deporte me ha dado muchísimo. Vengo de Serbia, un país devastado por la guerra, y enfrenté mucha adversidad. Tuve que soportarla con mi familia para poder siquiera tener una oportunidad. Me encontré con algunas personas que creyeron en mí. No sé cuántas oportunidades más tendré, así que estoy tratando de disfrutar lo más que pueda". Otra oportunidad aprovechada: Djokovic, eterno, no para de sumar.

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