Los resultados del Censo 2022, del cual ya se publicaron algunos avances, tendrán sus resultados definitivos durante el 2023, según el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec). A partir de ellos se verá por primera vez la composición étnica de Argentina, un país multicultural. No solo se conocerá la cantidad de población afro en el país, sino su condición laboral y socioeconómica.

Luego de la gran inmigración senegalesa, destacada por el color de piel de los migrantes y su incersión laboral en el circuito informal, que terminó innumerables ocasiones en conflictos con la policía, Buenos Aires se expuso al debate de la exclusión social y laboral de los extranjeros, sobre todo los no-blancos. Desde la independencia argentina de 1810 surge el mito de una Argentina blanca, que incluso traspuso el color de piel de su primer presidente. Es que las agrupaciones de militancia afro, como Xangô, sostienen que Bernardino Rivadavia era negro, y lo apodaban "Doctor Chocolate”.

Lo que permite el “mito del mestizaje”, como llaman a este fenómeno autoras antirracistas como la brasileña Lélia González, es afirmar que América Latina es un “crisol de razas”, en el que la mezcla de culturas, etnias y colores de piel permitieron que no exista el racismo. A diferencia de Europa o Estados Unidos, donde se juzga por color de piel, América del Sur discrimina por la clase social. 

La inmigración senegalesa, su forma de contratación, y la respuesta de la sociedad argentina frente a esta etnia tan diferente, muestran otra cosa. En su artículo El color de la cárcel en América Latina, la antropóloga y activista feminista Rita Segato hace una recolección de la poca información existente sobre los sistemas penales y penitenciarios en latinoamérica, y sostiene que la población no-blanca está sobrerrepresentada en las cárceles, pues el sistema penal castiga más a estos grupos como forma de perpetuar la colonialidad del Norte global. 

Argentina: ¿Es racista?

El problema que le surgió a la autora es que en Argentina no es tan fácil determinar el racismo imperante. Por un lado, por la creencia difundida de que “Argentina no es racista” y, por otro, porque se sostiene que el racismo es únicamente contra los pueblos originarios y su descendencia.

Este debate ya había surgido en redes sociales durante la pandemia de la Covid-19: ¿Argentina es racista? Y si la respuesta es sí, ¿qué tipo de racismo enfrenta?. Twitter, Instagram, Facebook, entre otras redes sociales, se llenaron de sujetos cuestionando la racialización de las personas no-blancas, es decir, la forma en la cual el concepto de raza resurge para discriminar, a pesar de que biológicamente hay una sola raza humana.

Si bien Argentina no tiene datos oficiales abiertos sobre la procedencia de las personas que entran al país, en el cuarto trimestre de 2019 ingresaron 43.536 inmigrantes, entre temporarios y permanentes. Para 2020, la encuestadora Ipsos Mori analizó la diferencia entre la percepción de la inmigración en la población argentina, que representa un 30 por ciento, contra el número real de inmigrantes que vive en el país, alrededor de un 5 por ciento.

La informalidad laboral, entendida como la falta de cobertura por la legislación laboral nacional, es una característica del mercado laboral en Argentina. Según Indec, en el cuarto trimestre de 2022 en Argentina había 3,4 millones de trabajadores asalariados sin descuento jubilatorio, es decir, informales. En el censo se verá cómo se estratifica según clase social y color de piel.

Mientras que la raza es un concepto social o biológico, la etnia es un concepto cultural y de ascendencia. Es por esto que el concepto políticamente correcto es el de etnia. A pesar de esto, distintos académicos como Segato, sostienen que el concepto de raza sigue vigente, no como forma biológica de clasificar sino como construcción cultural que oprime a distintos grupos étnicos. “Para saber qué es la raza, la respuesta es tan simple como preguntarle a un portero o un policía”, enfatiza Segato. Esto se puede extrapolar a los criterios formales de selección de trabajadores en el mercado laboral registrado y no registrado.

Es así que la mayoría de los inmigrantes senegaleses venden prendas en la calle y luego son detenidos por las fuerzas de la policía. La racialización de la informalidad muestra cómo los inmigrantes senegaleses acceden a trabajos no registrados y poco remunerados. Según la Asociación de Senegaleses en Argentina, la mayoría de sus empleos están relacionados al comercio, desde mozos, albañiles, mecánicos o cocineros; todos trabajos con altas tasas de informalidad.

*Economista UBA