La gran sorpresa de estas elecciones es la ausencia de un debate económico entre las dos principales coaliciones políticas. Juntos por el Cambio (JxC) trata de eludir su responsabilidad en las dificultades que le crea al país su complicidad con el FMI, su relación de connivencia con las corporaciones que financia su campaña electoral y su participación cómplice en lo que se ha denominado en los países avanzados “la inflación de los vendedores”. La campaña de JxC es financiada con la inflación provocada por la remarcación de los precios, en particular de la comida.

La economía argentina enfrenta un contexto internacional económicamente recesivo por lo que, salvo la aparición de un cisne blanco, no serán favorables políticas económicas que busquen apoyarse en las exportaciones. Europa ya se encuentra en recesión y enredada en el apoyo a Ucrania, y los gobiernos no parecen proclives a ensayar políticas expansivas y contra cíclicas ya que los déficits presupuestarios y las deudas públicas son importantes. La tasa de interés aplicada por el Banco Central Europeo es muy elevada. A pesar de la expansión del gasto público, Estados Unidos va a padecer de una recesión o, al menos, una fuerte disminución de su tasa de crecimiento - ya de por sí muy baja en la actualidad en parte debido a la elevación de las tasas de interés-.

La inflación persistente ha sido definida por la OCDE, el Banco mundial, el FMI y el Banco Central europeo, en una rara unanimidad, como una inflación de vendedores. Es decir producida por las empresas para aumentar los beneficios de las corporaciones, como ya ha sido mencionado en varios artículos anteriores. De allí que los índices de las bolsas de valores se mantengan a un nivel elevado a pesar del incremento de las tasas de interés y de la caída del volumen de las ventas.

Un gobierno de Juntos por el Cambio

El programa de JxC promete reducir el gasto público a la vez que disminuir los impuestos de los más ricos. Como esto provocará un déficit presupuestario, se afirma falazmente que se financiará con nuevos préstamos. Esto presenta por lo menos dos problemas. En primer lugar, Argentina carece de credibilidad para acceder a crédito externo a una tasa de interés “razonable” ya que el sector financiero no está dispuesto a prestarle a un país que no puede pagar la deuda actual y cuya política económica está sometida al control del FMI. En segundo lugar la política de austeridad que promete es volver a los programas fallidos de “recesión planificada”, como llamaba Keynes a las políticas de disminución de la demanda global que inician una recesión que implica un incremento de la pobreza y una caída de los salarios con cierre de fuentes de trabajo y destrucción del acervo de capital. 

JxC ya anunció que procederá a una devaluación muy importante (la de Macri en diciembre del 2015 había sido del 58,4 por ciento), lo cual aumentará los ingresos de los terratenientes pero producirá un salto inflacionario importante y un encarecimiento de los insumos intermedios y de los bienes de capital que agudizará la recesión inducida por la disminución del gasto público.

Un gobierno peronista

En el caso de que el próximo sea un gobierno peronista, deberá afrontar el marco recesivo externo y la inflación interna y externa de los exportadores así como el boicot económico de las corporaciones, lo cual no es ninguna novedad. Pero su verdadero desafío será mantener el empuje del crecimiento económico a la vez que continuar con el programa de inclusión socioeconómica, acelerando la creación de empleos. En junio 2023 la industria llevaba 26 meses consecutivos de creación de empleos.

Las bases económico programáticas históricas del peronismo orientan los objetivos para permitir sobrellevar la pésima coyuntura económica internacional y continuar en la senda de la reconstrucción de la economía de bienestar para superar la pobreza y el desempleo.

Este camino necesita dos tipos de medidas que se complementan. Por un lado es importante que se recreen instituciones que permiten de viabilizar la economía del bienestar que existió en el país pero que fue suprimida durante la dictadura o en la década de los ‘90. Es necesario continuar con el fortalecimiento de las instituciones y recomponer los instrumentos de la regulación económica que faciliten la inclusión económica y social. Es una condición necesaria para que puedan ser eficaces las incitaciones al crecimiento económico tales como el incremento de los salarios, el aumento del gasto público, las políticas industriales, la regulación del sistema cambiario, las políticas de crédito para la vivienda, para las PyME y del consumo. 

El caso de la inflación es paradigmático. Como es sabido, ha sido incrementada por los vendedores que remarcan los precios con el objetivo de aumentar sus márgenes de ganancia debido a la falta de inspectores en la Secretaria de Comercio Interior, destruida por el anterior secretario Miguel Braun.

Lo mismo sucedió con la gigantesca evasión fiscal facilitada por la ausencia de controles que resulta también de la falta de personal de AFIP para controlar y castigar. En la misma linea se encuentra la destrucción del ministerio del Trabajo por Jorge Triaca, que se tradujo en la falta inspectores del Ministerio de Trabajo para impedir la informalidad laboral. 

El camino

Sería erróneo escuchar el canto de las sirenas liberales y proceder a restricciones presupuestarias o suponer que la inflación va a ser combatida con una recesión económica. Al contrario, se debe abogar por una mayor redistribución del ingreso favorable a los trabajadores a fin de incrementar la demanda agregada. El peronismo lleva en sus consignas la creación de una nueva sociedad con derechos a la salud, la educación, la vivienda, la protección materno infantil, la vejez, y de los trabajadores.

De las cuatro componentes de la demanda global (el consumo, la inversión, las exportaciones y el gasto público), se deberá incentivar como prioridad al consumo vía el aumento del poder de compra de los salarios, las prestaciones sociales y el gasto público. Esto impactará en el acelerador de la inversión como se ha producido en los tres últimos años ya que los empresarios la incrementan cuando perciben señales de una expansión de la demanda que permitirá aumentar sus ventas.

La necesidad de incrementar el consumo global es prioritaria pues representa el 91,8 por ciento en el PIB en el primer trimestre de 2023, en tanto el consumo privado 78,5 por ciento y el 69 por ciento de la demanda global. La expansión económica deberá realizarse a través de un incremento del consumo de los sectores de bajos y medianos ingresos. Al aumentar los ingresos de los más acaudalados, estos lo utilizan para especular, mientras que la mejora del ingreso de los sectores medios y populares es destinado inmediatamente en la satisfacción de necesidades básicas y, de ese modo, se activa la demanda.

Se deberá lograr satisfacer la demanda de productos de primera necesidad y de consumo masivo, es decir de escasa elasticidad ingreso de la demanda que hoy sufren desabastecimiento para incrementar los precios y, por ende, las ganancias de las corporaciones. Esto no solo porque se favorece la dinámica económica sino porque es responder a una demanda justificada de justicia social. Es por esto que la reactivación impone disminuir la parte del salario absorbida por los gastos obligatorios como electricidad, gas, salud, alimentación, transportes, teléfono, alquileres, lo cual supone modificar los precios relativos. La justicia social se debe seguir articulando con la eficacia económica.

La inversión privada y pública, como la del gasoducto Néstor Kirchner podrá ampliar la capacidad instalada en los sectores con un guarismo alto de este indicador. En cuanto a las exportaciones, el contexto internacional es difícil pero debe impulsarse una política de ayuda a la exportación de bienes y servicios hacia los países latinoamericanos.

El otro aspecto de la reactivación económica es la equidad fiscal. Para esto es necesario aumentar la progresividad del impuesto a los bienes personales, y, restaurar un impuesto nacional a las sucesiones (herencia), aumentar el impuesto a la transferencia de divisas, y aplicar realmente un impuesto a las fortunas de argentinos en el extranjero que han fugado los capitales. Esto permitiría financiar la reactivación económica y pagar parte de la deuda que, en gran parte, fue utilizada para fugar capitales.

Proseguir la reactivación económica es una condición indispensable para resolver el problema del endeudamiento externo, ya que para pagar la deuda es necesario el crecimiento de la riqueza disponible. Como lo indicó Néstor Kirchner: para pagar hay que crecer.

Aunque los economistas ortodoxos se empecinen a negar la evidencia, y los medios en ocultar lo que sucede en el mundo, el control de cambios es la norma y constituye un instrumento económico reconocido en el artículo 14 del Estatuto del FMI.

La tendencia expansiva de la economía debe proseguirse con un aumento del gasto público de sostén de la demanda global y la inversión en infraestructuras, ya que es necesario que se continúe en la senda del crecimiento económico a tasas elevadas que se inició luego de la pandemia con el objetivo de acelerar la inclusión social.

*Doctor en Ciencias Económicas de l’Université de Paris. Autor de “La economía oligárquica de Macri”, Ediciones CICCUS, Buenos Aires 2019. [email protected]