Los 40 años de la democracia argentina pueden concentrarse en un puñado de símbolos que se convirtieron en universales. Probablemente el más fuerte sea el pañuelo de las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo. Pero si se concentra la mirada en el terreno periodístico, en todo el mundo aparece el surgimiento y evolución de Página/12 como el ícono que marcó esta época. Así lo entendieron en el centro El Matadero, actualmente el principal foco de irradiación cultural de la capital española, donde el miércoles por la tarde se inauguró la muestra “40 años de democracia. 40 portadas de Página/12”.

La exposición permite un recorrido histórico a través de una pequeña muestra arbitraria de las más de 12.500 tapas publicadas hasta ahora que, como se encargaron de explicar los organizadores, “no pretenden abarcar lo inabarcable ni brindar un resumen de lo sucedido, solo marcar mojones, convocar fantasmas, provocar lamentos o sonrisas ante lo olvidado o simplemente ignorado”.

En el acto de apertura, el embajador argentino en España, Ricardo Alfonsín, un apellido que resonó fuerte en el clima de reivindicación democrática que cubrió el evento, destacó “la importante labor que realizó Página/12 haciendo docencia para que los ciudadanos puedan interpretar la realidad sin ser manipulados”.

El embajador argentino en España, Ricardo Alfonsín, habla en la inauguración de la muestra en Madrid. Lo acompañan el curador Miguel Cuberos, el director general de Página/12 Hugo Soriani, la artista Marina Olmi y el psicoanalista Jorge Alemán.

Una idea que apareció complementada por las palabras del psicoanalista, escritor y habitual columnista de este diario, Jorge Alemán, quien precisó que Página/12 “ha hecho del compromiso una obra de arte”.

En representación del diario, el director general Hugo Soriani, miembro del equipo fundador, marcó que Página/12 “siempre ha estado del lado de la memoria, la verdad y la justicia, con los organismos de Derechos Humanos como faro orientador de su línea editorial” y remarcó que también se convirtió “en la voz de las minorías sexuales, los pueblos originarios, los defensores del medioambiente, los excluidos sociales, en definitiva, todos y todas aquellos a los que Eduardo Galeano (también presente en el diario desde sus comienzos) llamó los “nadies”.

El momento de la exposición de Hugo Soriani.

“Esta muestra cumple el doble objetivo de celebrar la democracia y constituir una resistencia frente a aquellos que la atacan”, destacó Miguel Cuberos, curador de la exposición por parte de Argentina, que agradeció el apoyo brindado por Víctor Santa María, el fundador del Grupo Octubre. La encargada de dar la bienvenida a la muestra en represntación de la Central de Diseño Matadero Madrid fue Gloria Escribano, la coordinadora general de la Bienal Iberoamericana de Diseño que fungió como curadora de la exhibición por parte de España.

En medio de la nutrida asistencia, en buena parte constituida por referentes de los medios españoles, miembros de la comunidad argentina y latinoamericana en Madrid y representantes de la cultura iberoamericana como la productora de la muestra, Nara Ferragut, la artista Marina Olmi, que expone conjuntamente alguna de sus obras, la cantante y música Isabel de Sebastián, nieta de Rafael Alberti, y Alejo Stivel, fundador de la banda hispano-argentina Tequila.

El lugar elegido para presentar la muestra forma parte del mensaje que conlleva la celebración en la capital española de los 40 años de la democracia argentina. Matadero Madrid es el Centro de Creación Contemporánea del Área de Cultura, Deportes y Turismo del Ayuntamiento de Madrid. Fue creado en 2006, aprovechando las instalaciones del antiguo matadero y mercado de ganado de la ciudad, un recinto de gran valor patrimonial y arquitectónico, de enorme personalidad, que se convirtió en un verdadero referente ciudadano.

En Matadero Madrid se dan cita las artes visuales, escénicas, la literatura, la cultura digital, la arquitectura, el diseño y se propone como “un espacio para la conversación y el debate, para promover el pensamiento crítico y contribuir a la renovación de las ideas y lenguajes artísticos”.

No casualmente allí encontró su lugar esta muestra que pone el foco en “la última gran epopeya del periodismo nacional”, nacida a fines del siglo XX y decidida a perdurar bien entrado el XXI. Más allá de las crisis y los terremotos. Casi, casi, como la democracia argentina.