“Hoy estoy un poco cansadito de los ensayos”, confiesa Emmanuel Horvilleur tras saludar. Pese al ajetreo, está perspicaz, contento y expectante. A mes y medio de la salida de su último álbum de estudio, el artista afina los detalles para encarar la presentación de Aqua di Emma este sábado 30 a las 21 en Obras Sanitarias. Si bien conoce la adrenalina que significa actuar en una de las plazas consagratorias de la escena musical argentina (debutó ahí en 1993 con Illya Kuryaki and the Valderramas), en esta vuelta lo hará por primera vez como solista. Justo en medio de la compulsión de los recitales masivos y del auge del sold out. 

“No sé por qué decidimos hacer Obras. Supongo que fue porque nos quedaban grandes el Luna Park y el Movistar Arena. Pero queríamos tocar. Así de simple. Será un show superador, en comparación a los Teatro Coliseo y los Vorterix que hice con Pitada”, explica. “Aunque es loco lo que pasa ahora con los artistas, no sé si haré sold out”.

-Hay artistas locales nacidos en la pandemia que ya convocan dos o tres mil personas. Vos tenés 32 años de carrera. ¿Por qué no te tenés fe?

-Hay un análisis ahí que yo no lo sé hacer. Ronda lo sociológico. No es que me preocupa o no. Cuando fui al show de Conociendo Rusia en el Movistar Arena, sentía que el público que había ido era de un rock nacional que no fuma marihuana. Eran chicos del secundario que tenían ganas de ver al Fito Páez o Spinetta de su generación. Y el pibe, desde el escenario, les daba todo ese mundo. Tal vez yo sea un artista más confuso, por más que tenga mi público.

¿Y cómo es tu público?

-No lo sé. Nunca lo supe muy bien. Yo sé que Illya Kuryaki tuvo un público, y que a lo largo de mi carrera solista tuve momentos en los que toqué para un público heterogéneo y diverso sexualmente. Parecido al de Babasónicos. Sólo sé que mis shows son buenos y potentes, y voy mezclando todas mis etapas. Cuando me subo con el Ruso o con Bandalos Chinos, la gente me reconoce como lo que soy. Nunca me pensé como un tipo que hace sold out (al cierre de esta edición, las entradas para el show de Obras se habían agotado). Pero acá estamos para eso, sin miedo. Cada paso debe ser así.

El cantante, músico y compositor de 48 años se encuentra sentado en la terraza de la sede del sello discográfico por el que lanzó su séptimo álbum de estudio. A contramano del sol que lo embarga en ese momento, los 10 tracks de su flamante repertorio apuntan hacia una circunstancia nocturna y aterciopelada. Y es que luego de probar el pop de matices indie con Xavier y de rehacer su cancionero en clave acústica y tropical en Pitada, Emmanuel se volvió a reinventar en Aqua di Emma. Esta vez de la mano del groove. Uno de cosecha argentina: más cercano al que se cultiva en esta época que al que patentó en la banda que creó al lado de Dante Spinetta. Y para muestra está el funk que levanta el telón en esta suerte de road movie, “Yo soy la disco”, devenido en un manifiesto de principios. “Bailar es un acto de liberación, suelta las toxinas del cuerpo”, dice. “El baile son muchas cosas: es algo sexual, un deporte y también es música”.

-Lo que contás sobre el baile pareciera enfocado hacia la gente joven. ¿Qué pasa con los de tu generación?

-A esa gente le digo que se ponga un disco, y que baile en su casa. Yo lo hice en la pandemia. Por otro lado, reconozco que ya no voy a bailar mucho. Salvo que toque en una discoteca, y me quede un rato después. Ha sido un lugar que estuvo muy presente en mi vida. Dediqué mucho tiempo a ir a bailar, y también a hacer bailar. Por eso me gustó pensar que yo soy la disco. De todas formas, en Aqua di Emma me paré en otros lugares. Siempre me gustó esa cosa de personificarme.

-Este es un disco que estéticamente recupera un poco del caleidoscopio musical de Illya Kuryaki...

-Además del groove, que es una necesidad corpórea, Aqua... también tiene canciones muy lentas. Es un desafío meterlas, y llevarlas como bandera. El disco tiene un nacimiento, donde me di cuenta de que era bueno lo que estábamos haciendo. Cuando me junté con Cítrico (productor del álbum, al lado de Emmanuel) en su estudio, yo agarraba el bajo y nos poníamos a tocar un rato. Varias canciones salieron de ese ejercicio. Otras quedaron afuera, y posiblemente sean parte del segundo volumen. En algún punto, concebí esto como un disco doble. Ya está medio planteado. Fueron varios años de experimentación en esas direcciones. Primero con el productor, y luego con los músicos en el estudio.

-Es la primera vez que usás tu nombre para titular un disco.

-Es el segundo… El otro fue Xavier (el segundo nombre del artista es Javier)

-¿Por qué quisiste verte envuelto en un perfume?

-Viste que hay varios perfumes que se llaman Acqua: Acqua di Parma o Acqua di Gio. En 2019, me fui de vacaciones a una playa de Brasil, y con mi pareja nos tomamos una foto en el medio del mar. Ella puso “Acqua do bomba”. El “Acqua di…” me quedó, y empezó a tomar forma la idea de dar mi perfume o mi esencia. Ahí me di cuenta de que ése era el título del disco. De hecho, es lo que más orgullo me da. Mucha gente se ríe con el título, y eso me gusta. He tenido títulos de todo tipo, incluso más sociales. Me parece que está muy bien lograda la idea del “Aqua di Emma”. Desde ese lugar, me representa mucho.

-Nunca fuiste un artista solemne.

-Así es mi personalidad. Si se ríen no es porque parezca un chiste, sino porque tiene cierto ingenio. Y me gusta que pase eso con un título de mi disco. Tengo influencia de esa música que te saca una sonrisa, y que es amigable. Si te paso mi playlist, a la que le puse “Bochinche”, seguro te reís. En resumen, Aqua di Emma es un título que busqué, y que cuando apareció me puse muy contento.

De la misma forma que sucede con el perfume, el vino o todo aquello que contenga fragancia, el disco viene acompañado de una presentación escrita por el propio artista: “Aqua di Emma es una celebración compartida con lo que me rodea, los músicos amigos o los amigos músicos, mis afectos más íntimos, mi mujer y mis hijos”, expresa uno de los pasajes. “Y sí, también se surfean las aguas más profundas en las que habitan criaturas no tan simpáticas. Escuchen el Aqua. Déjense perfumar”. A propósito de lo que purga el texto, entre las contribuciones del álbum sobresale la de Cirilo Fernández, pianista de las bandas de jazz Escalandrum y F4, en “Prendan ese mic”. Tema a medio camino del jazz y del blues. También vale la pena resaltar el aporte de Michael B. Nelson (arreglista de los caños de Prince, quien colaboró asimismo con Dante Spinetta en Mesa dulce), al igual que el de Sergio Verdinelli (batería), Mariano Otero (bajo) y Sergio Wagner (trompeta).

En tanto que Carlota Urdiales prestó su voz para “Prendan ese mic”, Ale Sergi y Juliana Gattas participaron en la canción “G.I. Joe”, devolviendo así la colaboración de Emmanuel en el disco Hotel Miranda! La cuota internacional la puso la cantante y compositora chilena Francisca Valenzuela, cuyo crédito aparece en el tema “Boca”. “Tenía ganas de hacer algo con ella”, asienta el artista argentino, que, después de su recital en Obras Sanitarias, afrontará una gira que los llevará por otras ciudades de Argentina y Uruguay. “El año pasado, fui 10 días a México para grabar con Pablo Cantú, integrante de la banda Reino. Me la crucé a ella en el estudio, y le dije que me gustaría que fuera parte de la canción. Entonces cayó e hizo lo suyo”. Incluso el hijo mayor del músico, André Horvilleur, fue de la partida, aunque como actor en el video del single “Te daría”, lo que se convirtió en su primera incursión frente a una cámara.

-El proceso de realización de Aqua di Emma coincidió con el nacimiento de tu hija Marion. ¿Qué tal te llevás con esta nueva paternidad?

-Es un contacto con un espíritu muy lúdico. Hay un montón de responsabilidades que lo ponen a uno de nuevo en ese rol. A la vez, es mucha felicidad despertarse con una bebita que te sonríe (al siguiente día de conocer la noticia del embarazo de su pareja, Evangelina Bourbon, Emmanuel se enteró de la muerte de su padre biológico). La verdad es que lo estamos viviendo mucho en esa dirección. Está lindo lo que está pasando en casa.

-Arrancás el álbum invitando a la disco, y con el último tema decretás el final de la fiesta. ¿Cómo fue el armado del relato del repertorio?

-Siempre entendí que en una noche se vive una vida. Cuando salía, me daba cuenta de eso. Me imagino a una chica frente a un espejo poniéndose re linda, yendo a bailar, y rompiéndola. Y en toda esa noche le pasaron un montón de cosas. Capaz habló con uno, y le dio un beso a otro. Bailó su canción preferida, se puso un poco en pedo, dejó de tomar, y volvió a casa con el solcito dándole a la cara. En el mejor de los casos, puso una musiquita para bajar, y se quedó dormida luego de tomarse un té con unas galletitas. Yo escribo desde ahí, no desde el reviente. El disco tiene muchos caprichos. Como que arranque un poco más arriba, y termine con un tema más bien down. Es parecido a una peli…

-Dijiste que siempre te gustó la personificación. Pero algunas de estas canciones parecieran encerrar una exaltación a la metáfora. “G. I. Joe” es un ejemplo de ello.

-En este disco pude condensar ciertas ideas que tuve en otras canciones. Acá hay una cosa homogénea, y un juego lúdico en canciones que no tienen tanto de lúdico. Así apareció “G. I. Joe”, que escribí en un día de invierno de la pandemia. Tengo algunos juguetes viejos que estuve limpiando, y entre esos estaban los de G. I. Joe. El título se lo puso Juliana, de Miranda! En realidad se llamaba “Muñeco”, pero ya había muchos temas llamados así.

-En “Gato perdido”, ¿por casualidad tuviste como referencia “Gato de metal”, de Charly? La letra de ambos es muy visual, y hasta coinciden en que tienen maullidos.

-De manera consciente, diría que no. Este tema tiene que ver con las fantasías de uno de andar por los techos buscando algo más. Somos hombres felizmente casados, pero siempre esas cosas en la música y el arte están. No temo plasmar cosas que se me pasen por la cabeza. Para eso existen las canciones.

-¿Cuál es el tema más antiguo del álbum?

-Hice un tema con mi hermano Lucas y León Gieco. Se llama “Salvador”, y está buenísimo. Si te lo muestro, te vas a dar cuenta de que no hubiera entrado en Aqua di Emma. Tiene otra fuerza, es más social. Después hice un tema con Rubén, Julieta y Matías Rada. Es medio africano y medio lisérgico. También podría haber entrado, pero me parecía que no. Tengo mucho material ahora para empezar a sacar. Me gustaba que este disco fuera así. Espero que se venga un tiempo de mucha música.

-Si hay un rasgo que atraviesa a tu obra es la metamorfosis de la canción. Posiblemente tu tema “El hit” lo sintetice, amén de que es un buen símil para comprender lo que te pasa cuando tus composiciones pegan en la gente.

-No me considero un hitmaker. Los hits salen, pero son una trama más de mi música. Si el hit radial es una influencia en lo que hago, es porque hay una estructura arquitectónica en ese tipo de canciones que me seduce. Existe un tipo de canción que me representa. En Instagram hay un chico que desmenuza mis canciones, para explicar dónde pongo la batería, los teclados, los acordes y las voces. Es gracioso, aunque es real. La cocina de Emmanuel Horvilleur tiene ingredientes que me sirven para hacer una canción ahí. Por suerte, siempre se me suma otra capa más. “El hit” es un tipo de canción que nunca había hecho, con esa base medio housera. Y la versión de Pitada es acústica. Otro mundo, nada que ver. Mi hit consiste en poder sumar una nueva canción, estilísticamente hablando, a mi repertorio. En este disco está “Abrazarnos", que la hice junto a mi hermano. Creo que nunca había hecho algo así.

-Aqua di Emma lo sacás a 20 años de tu primer disco solista, Música y delirio. ¿Sentís que de alguna manera se conectan?

 

-Música y delirio fue un disco importante. No sólo fue mi primer trabajo fuera de Illya Kuryaki, sino que me hizo entender que servía para esto. No era una sociedad con Dante Spinetta lo que a mí me ponía en la música. Yo también podía tener mi propio universo. Y trabajé un montón para eso. Lo hice durante dos años, y probé con la cumbia y el rock. Historias como “Hermano plateado” o “Soy tu nena” hablan un poco de lo que me rodeaba en esa época. Sentó las bases para el Emmanuel que se vendría. Pasaron 20 años, y en el medio estuvo la reunión de Kuryaki, pero sigo siendo esto. Es como una militancia. Soy más coherente que un partido político.

 

Trabajo de hermanos

Para Aqua di Emma Emmanuel Horvilleur convocó a su hermano, Lucas Martí, para componer y producir la canción pop (con arrebatos raperos) “Abrazarnos”. De ese proceso resultó también el tema “Salvador”, que aún no vio la luz. Sin embargo, no es la primera vez que ambos unen fuerzas en un álbum. “Ya habíamos colaborado en canciones como ‘Fan’, ‘Tu hermana’ y ‘Amor loco’. El disco Amor en polvo está producido junto a Lucas. Obviamente, cada uno tiene su personalidad, y está buenísimo lo que pasa cuando nos juntamos. Pero es intenso de ambos lados. La idea es seguir trabajando”, hilvana Emmanuel. “El es un artista, productor y músico increíble. Siempre está bueno cuando nos juntamos y hacemos algo. Salen cosas buenas. ‘Abrazarnos’ es una canción que me encanta. Me encanta cómo surgió y cómo la fuimos componiendo pedazo a pedazo. Sumando realmente las dos improntas”.

 

Aquel agente de C. I. P. O. L.

El pasado lunes 25 de septiembre se conoció la noticia de la muerte de David McCallum, que en los años 60 fue icono de la cultura pop al encarnar al agente ruso Illya Kuryakin en la serie televisiva de espionaje El agente de C. I. P. O. L. Lo que quizá no supo el actor escocés es que ese personaje inspiró el nombre de uno de los laboratorios musicales fundamentales de los noventa en Latinoamérica. Aunque sin la “n”. “Lamenté mucho la partida de Illya Kuryakin, y del actor que lo representó”, comparte el músico. “La primera vez que oí hablar de ese nombre me gustó mucho cómo sonaba musicalmente. Por más que aún no había visto El agente de C. I. P. O. L.”. 

Sin embargo, el aporte de McCallum no sólo fue significativo a nivel actoral, sino también musical. Y es que su disco Music: A Bit More of Me (1967), orientado al jazz, incluyó una de las canciones más sampleadas del hip hop: “The Edge”. “El sampleo que hace Dr. Dre (en el tema "The Next Episode") es increíble”, concluye el artista.