“Tutto il mondo è burla”. Conclusión de los humillados o advertencia de los moralizadores, la frase es parte de lo que queda retumbando detrás de esa tormenta de humanidad precipitada que es Falstaff, la ópera de Giuseppe Verdi sobre libreto de Arrigo Boito que el sábado a las 20 se pondrá en escena en la recuperada sala Alberto Ginastera del Teatro Argentino de La Plata. De esta manera culminará la temporada lírica en el Centro Provincial de las Artes ubicado en Avenida 51, entre 9 y 10 y se conmemorará el 210° aniversario del nacimiento del gran operista italiano. Habrá funciones también el domingo a las 17 y martes 10, miércoles 11 y jueves 12 a las 20. La última tendrá lugar el domingo 15, a las 17. Salvo las de la función del jueves, que será a beneficio de la Fundación Ludovica del Hospital de Niños de La Plata, las entradas gratuitas se podrán reservar a través de https://www.gba.gob.ar/teatro_argentino/programacion o en las redes sociales del Instituto Cultural de la Provincia de Buenos Aires y el Teatro Argentino. Mayores de 65 años podrán reservar tickets de forma presencial, acercándose entre las 12 y las 18 a la boletería del Teatro y presentando su DNI.

Rubén Szuchmacher tendrá a su cargo la dirección escénica de una producción íntegramente realizada en los talleres del teatro, que contará además con la escenografía y el vestuario de Jorge Ferrari, la iluminación a Gonzalo Córdova y la coreografía a Marina Svartzman. Dos elencos de cantantes se alternarán, junto a la Orquesta y el Coro Estables del Teatro Argentino, bajo la dirección de Silvio Viegas (Diego Censabella dirigirá la función del domingo 15). El primer elenco actuará el sábado, miércoles y domingo 15. Entre los roles principales estará el barítono Héctor Guedes, que será Falstaff, ese mentiroso compulsivo y ambicioso de amplio espectro; el barítono Juan Salvador Trupia interpretará a Ford, marido celoso y suegro resignado; la sopranos Virginia Tola será la atrayente Alicia, esposa de Ford y madre de la Nanneta, que a su vez estará encarnada por la soprano Ana Sofía Romagnoli. El rol del joven Fenton, que junto a Nanneta constituyen la reserva apolínea en un ámbito que aspira a lo dionisíaco, estará a cargo del tenor Santiago Martínez. Hernán Iturralde, Fernando Santiago, Marina Silva, Carolina Gómez y Maximiliano Agatiello, encabezan el elenco que actuará el domingo, martes y jueves.

Una maquinaria teatral vertiginosa y una música sofisticada y de eficaz belleza distinguen a esta “comedia lírica en tres actos” estrenada en Milán en 1893. Falstaff es el producto de la sociedad entre un Giuseppe Verdi de vuelta de todo y un Arrigo Boito en busca de un algo. A seis años de su culminación dramática con Otello, con ochenta cumplidos y la gloria a favor, Verdi acepta el desafío del joven Boito y disuelve su propia tradición para, sin salir de las intrigas shakesperianas, abrir las puertas del futuro para el género buffo. “Me encanta que mi primer Verdi sea Falstaff, una ópera grandiosa y una maravillosa comedia”, dice Rubén Szuchmacher al comenzar la charla con Página/12.

Conocedor de los meandros del espíritu de Shakespeare, el director de escena recuerda cuando en 2012 fue invitado por The Globe Theatre para la segunda parte de Enrique IV, en el marco de un proyecto llamado Globe to Globe. “En aquella puesta en escena, en castellano a partir de una versión de Lautaro Vilo y mía, me encontré con este antihéroe maravilloso, compañero de juergas del príncipe Hal, que luego habría de ser el Rey Enrique V. Ahora lo reencuentro, ya separado de la dinastía de los Lancaster, rodeado de mujeres que deciden hacerle la vida imposible porque las quiere enamorar y también quedarse con su dinero”, agrega el director.

Más de lo que parece

En una mesa de la Osteria della Giarrettiera, Sir John Falstaff, acompañado de sus criados Bardolfo y Pistola, decide escribir dos cartas idénticas a dos bellas y sobre todo ricas damas del condado de Windsor, con la impune esperanza de disfrutar de lúbricos favores. El plan será cuidadosamente desmontado por las señoras, en una trama que se enreda con un marido celoso, una hija idealista y un muchacho abnegado, entre otros elementos que remueven la quietud de la comarca de Windsor para hacer un atendible recorte del mundo. “Tratamos de enfocar la trama en una época cercana, que podrían ser los ‘90”, explica Szuchmacher. “Pero eso no cambia para nada el sentido de la obra, que sustancialmente se trata de gente jodiendo al prójimo. No es sólo Falstaff tratando de quedarse con el dinero y con las mujeres, sino que esas mismad mujeres son un poco gordofóbicas, vengativas, qué se yo… llena de prejuicios. Es cierto que Falstaff es un vivillo, pero es el reflejo de un mundo que no es demasiado puro, en el que todos tienen sus cosas”, asegura Szuchmacher.

“Nannetta y Fenton son los únicos personajes con nobleza de ánimo, que se aman verdaderamente, si dejar dudas. Al punto que lo hacen de una manera desenfrenada, para nada casta, como se ve en los dúos, que además de bellos son muy osados”, continua el director de escena, que destaca la particular dinámica escénica, novedosa para el universo de Verdi. “Es una obra muy compleja, porque salvo un momento de Nannetta, no tiene arias. Hay diálogos y monólogos que parecen recitativos acompañados, todo funciona de una manera muy veloz. En este sentido Falstaff es una ópera que traspasa el verismo. Es muy interesante lo que logra Boito, que arma la estructura muy dialogada, con el timming de una comedia teatral, que sin seguir a pie juntillas a Las alegres comadres de Windsor, incorpora además algunas cosas de las dos partes de Enrique IV”, agrega.

Sobre este cambio de estrategia dramática puesto en acto por el decano del melodrama italiano en su último título, se alarga siempre la sombra de la influencia wagneriana. Una idea que para Szuchmacher resulta relativa. “Son esas opiniones que andan dando vuelta. Wagner se toma su tiempo para que los personajes discurran acerca de sus situaciones, nunca llegó a este nivel de diálogo tan enloquecido. Este Verdi es bocadillo tras bocadillo tras bocadillo. Hay un altísimo nivel de actividad, todo el mundo tiene que aprender mucha letra y el tiempo está detrás, siempre apurando. A los 80, rejuvenecido por un tipo como Boito, Verdi entraba al siglo XX con esta comedia maravillosa, una obra que contiene mucho más de lo que muestra”, concluye Szuchmacher.