Hace una semana una marcha transfeminista de miles bajaba desde los altos de Bariloche, lejos de cerrar el 36° Encuentro Plurinacional y Disidente y bien cerca de  abrir preguntas, armar agenda y reafirmar lo que a los feminismos mejor les sale: tomar la calle. No es casual que haya sido una sorpresa la enorme participación que tuvo el fin de semana pasado este convite que desborda por su capital político y por su genealogía.

¿Qué significa que miles se encuentren en un total de 115 talleres para discutir política durante dos días seguidos? ¿Cuál es el sentido de subir hasta lo alto de la ciudad para luego bajar marchando 35 cuadras agitando consignas para decirle “basta” a la ultraderecha? ¿Por qué, a pesar de la crisis económica actual, casi 80 mil personas viajaron a la Patagonia para encontrarse?

La respuesta no es sencilla y tampoco tiene una sola forma, es lo que pasa durante esos tres días y es también su remanente. Es el rastro en los cuerpos pero también la posibilidad de llevar a cada lugar de origen una tarea muy concreta que sale justamente de toda esa ebullición que provoca la conversación, la discusión y la imaginación.

“Hay una gimnasia en materia de discusión política acumulada durante todos estos años de Encuentros” dice Andrea Lacombe que estuvo en el taller número 1 “Historia de los Encuentros, impactos, proyecciones, de dónde venimos y a dónde vamos”. De ese taller salió la propuesta concreta de rescatar la agenda propia del Encuentro. “Defender y poner en práctica las leyes que existen fue uno de los puntos más discutidos. Para esto es fundamental la presencia en las calles defendiendo el derecho al aborto, la Ley de Educación Sexual Integral, las leyes contra las violencias hacia las mujeres y disidencias, entre otras”. Lo que ahora parece ser repetido hasta el cansancio en relación a no dar marcha atrás en materia de derechos, en este taller se plantea como una cuestión de agenda transfeminista. Y es, entre otras cosas, porque esos derechos fueron conquistas que justamente se empezaron a discutir y a pensar en encuentros pasados.

Otro de los puntos discutidos fue el capital político invaluable de poder transversalizar las discusiones: “Se propuso que el año que viene haya un taller sobre soberanía, pero no solo en relación a los pueblos originarios, sino también soberanía alimentaria, corporal y de la moneda” explica. Esta es una clave casi constitutiva de los Encuentros, en donde se reconoce que las luchas históricas de los feminismos nacen de la capacidad de entramar las luchas y no pensarlas de manera disociada. ¿Cómo es posible hablar de la lucha por los territorios que llevan adelante las mujeres en sus comunidades sin hablar de las violencias que padecen esas mujeres hacia adentro de esas mismas comunidades? ¿Acaso la feminización de la pobreza no está vinculada a la racialización de las mujeres? ¿El genocidio indígena no parte de premisas patriarcales y fascistas?


El corazón del Encuentro: los talleres

Paula Fleisner es parte del Colectivo Ni Una Menos y estuvo presente en el taller de “Abuso y acoso sexual”: “Se produjo un entramado muy potente entre las biografías de pibas que llegaron ahí para contar por primera vez algo que les pasó, de distinto orden, o dentro de una pareja constituida, en la escuela o en la familia; y también relatos de cuidados colectivos en relación a las situaciones de abuso. Por ejemplo, una abuela contó que vivía en la villa y que había ideado estrategias para proteger a sus nietes cuando su hija se iba a trabajar porque estaban atravesando una situación de abuso. Teniendo en cuenta que en ese contexto es impensado apelar al ámbito judicial y tener respuestas, su testimonio fue un insumo para otras experiencias” explica Paula.

Politizar la intimidad fue una de las claves de 2015 hasta acá, no solo porque el poder decir, contar o denunciar permitió encontrar en esas vivencias algo en común que antes estaba silenciado, sino porque además se pudieron desplegar estrategias de cuidado y de acompañamiento: “Cuando aparecían las biografías, la pregunta inmediata era ¿qué hacemos con esto? Transformar la vida privada en un asunto político en el sentido de poder participar y crear una salida colectiva”, cuenta Paula.

Desde los escraches hasta cómo lidiar con el sistema judicial, desde la reparación hasta el antipunitivismo, a la cuestión de los abusos todavía le queda mucho trecho por recorrer, pero si algo dejó este taller es poder pensar más allá de la justicia: “Un punto importante fue abordar la ineficiencia del sistema judicial para los casos de abuso, en donde muchas veces las madres a través del SAP (síndrome de alienación parental) o de las prácticas patriarcales de jueces terminan con bozales legales o causas abiertas y les niñes con la posibilidad de ser re vinculades con sus abusadores. Entonces, desde ahí poder crear modos de reparación colectivos, más allá de la justicia”.

Eva Reynoso es parte del Colectivo Yo No Fui y estuvo en el taller “Luchas por el hábitat en el ámbito urbano”. En el taller se compartieron experiencias de desalojos como el de Casa Pringles o el de Guernica, también se compartieron experiencias de recuperación de tierras en Rosario y Córdoba. Para ella el compartir esas experiencias siempre es algo que suma, sin embargo plantea la posibilidad de repensar algunas dinámicas en relación a los talleres: “Por momentos es difícil pensar en una coordinación del Encuentro que baja una línea de discusión. Por ejemplo quedó afuera todo lo relacionado con el antipunitivismo o abolicionismo penal. Me parece importante salir del esquema de la catarsis, es un desafío para nosotres como movimiento”, explica y a su vez resalta un dato no menor: “En el último tiempo por fuera de los Encuentros no logramos una convocatoria tan masiva como esta, tal vez sea uno de nuestros desafíos hacernos la pregunta sobre esa masividad”

El taller de “Conflictos ambientales y extractivismos” se transformó en una enorme asamblea frente al Puerto San Carlos. Lore es parte del Frente Docente Disidente, participó del taller y desde su punto de vista es fundamental que se puedan compartir las experiencias de luchas territoriales que sin duda tienen una base común en relación a los modos de producción: “Hubo varias intervenciones para poner en común los distintos conflictos territoriales, de Mendoza, Neuquén, Mar del Plata, Chubut, Santa Fe y Entre Ríos. Territorios en donde además de tener modelos extractivistas y de monocultivo también carecen de propuestas electorales actuales que cuestionen este modelo productivo. Frente a eso la propuesta es poder federalizar las luchas y levantar acciones comunes” cuenta y agrega que la intervención de la referente mapuche Moira Millán puso en tensión un tema al que es importante atender sobre todo desde la práctica docente y pedagógica: “Moira problematiza el lenguaje a la hora de discutir los temas ambientales: poder decir por ejemplo, "bienes comunes" en vez de "recursos naturales" para correrse de la perspectiva antropocéntrica. Para esto es fundamental poder trabajar desde la docencia para intentar un corrimiento de esa perspectiva”, concluye.

Pato participó del taller de “Acceso y cuidados de la salud mental” en donde se reconoció la importancia que tiene la Ley de Salud Mental pero todo lo que falta en términos de instrumentalización: “Antes que nada, aclarar que se agitó un rotundo no votar a Milei, porque en el caso de que él sea presidente, los pocos recursos que hay directamente van a ser inexistentes”, dice Pato como haciendo una introducción necesaria: “Lo que estuvo en discusión fue el acompañamiento a personas con problemas de salud mental, más allá de las experiencias personales. Ese acompañamiento muchas veces es familiar porque desde el Estado no están disponibles las herramientas. Eso puede ser positivo si son familias copadas para acompañar eso o no” cuenta y agrega: “Se habló de conformar un recursero, porque si bien hay una Ley de Salud Mental que es buena, hoy no se aplica como se debería”.

Juliana Montoya, es parte de la Colectiva la Revuelta en el Gran Buenos Aires y de Socorristas en Red, quienes le propusieron a la Comisión Organizadora llevar adelante un taller que abordara las redes de acompañamiento en abortos seguros y cuidados. Fue la primera vez que se realizó el taller “Redes de acompañamiento para el acceso al aborto legal y gratuito” en donde las discusiones estuvieron en torno al avance de la derecha en el país y además el espacio de resistencia que son las redes de acompañamiento. Según Juliana, otra de las conversaciones que se abordaron fue la de la Ley 27.610 de Interrupción Voluntaria del Embarazo: “Muchxs coincidían en que a medida que se alejaban de las grandes ciudades, las dificultades y el incumplimiento de la ley es mucho mayor” explica. ¿Qué implica un aborto seguro? fue otra de las preguntas que circularon en el taller: “Implica tener información, implica poder abortar en segundo trimestre de manera segura, tienen que ser abortos acompañados” cuenta Juliana.

Allá vamos Jujuy a seguir tramando

Cada vez que termina un Encuentro el próximo se empieza a planificar, son 11 meses de trabajo de las organizaciones y feministas locales para conservar los principios que los encuentros tienen desde hace 36 años: autogestivos, autónomos y democráticos. Esta tarea debe ser de las más complejas que existen, no solo por discusiones de lo más acaloradas si no por la posibilidad de convivir en un amplio espectro de diferencias. ¿Qué es lo que lo hace masivo e indispensable para el movimiento transfeminista? ¿Por qué cada año hay más talleres, mayor participación y un lugar de la agenda inamovible?

Una vez más quedó demostrado que esto sucede una vez al año pero se replica y se expande mucho más allá. Porque no hay momento en el cual mujeres, lesbianas, travestis, trans, no binaries y más se junten a pensar, celebrar e imaginar en común. Todo lo contrario a las prácticas individualistas del “sálvese quien pueda”, muy lejos de la destrucción y bien en sintonía con diseñar una vida sobre las huellas de la lucha por los territorios, la defensa de los bienes comunes, por el derecho a una casa, a la autonomía del cuerpo, el goce, los cuidados y la reparación. Tramar ahí parece la tarea.

Por lo pronto el año que viene una provincia en pie de lucha será la sede del Encuentro. La lucha contra el avasallamiento del negocio inmobiliario, la extracción del litio y el genocidio indígena unen a Río Negro y Jujuy a partir de este Encuentro. Esa línea que va de sur a norte y atraviesa una geografía que conmueve por su belleza y también es el centro de la disputa.

Alguien decía lo inevitable de irse de un Encuentro sin empezar a planificar el siguiente, porque este hecho político inédito en el mundo tiene acumulada una enorme potencia en términos de lucha, imaginación y celebración. Un insumo indispensable para los tiempos que vienen.