No me olvides

Assadour Kessarian abrió su casa de fotografía en 1933, en el corazón del barrio obrero de Bensunce, en la ciudad de Marsella. Ubicado estratégicamente entre el puerto y la estación de la ciudad, y cerca de una sucursal del Ministerio del Trabajo, la particularidad de Studio Rex es que “documentó durante unos cuarenta años toda la inmigración subsahariana, norteafricana y comorana que transitó por el mayor puerto francés del Mediterráneo”, explicó Jean-Marie Donat, el coleccionista que adquirió el archivo del estudio, y presentó una selección de fotografías tomadas entre 1966 y 1985 en una muestra titulada No me olvides, una de las estrellas del último Encuentro de Fotografía de Arlés, que se acaba de convertir en un libro, editado por Delpire & Co. Según señala en su sitio web el parisino Museo de Historia de la Inmigración –que posee parte del acervo del estudio– son fotos que documentan un momento “clave en la historia de Francia, cuando la inmigración se intensificó durante la posguerra y coincidiendo con la Guerra de Argelia”. El trabajo del armenio Kesserian y sus hijos, que heredaron el negocio y lo mantuvieron funcionando hasta 2018, capturó los rostros sorprendidos de los recién llegados, de los que miran a su hogar sabiendo que no van a volver, y también de quienes lucen sus mejores ropas aspirando a un trabajo –un futuro– mejor. Las imagenes exhibidas en No me olvides son diversas: por un lado hay fotos carnet para presentar en trámites oficiales, y por el otro las fotos para enviar al hogar, exhibiendo algunos de los logros conseguidos en su nuevo país. Por último están las más extrañas y emocionantes, los fotomontajes que Studio Rex ofrecía a sus clientes, en los que su artesanía lograba reunir a familias separadas por la inmigración en una foto grupal –construida a partir de imágenes proporcionadas por los interesados– que testimoniaba lo que nunca había sucedido. 

Los mundos invisibles

En la antigua ciudad de Exeter, tres mujeres fueron ahorcadas por practicar brujería a finales del siglo XVII, la última de este tipo de ejecuciones en Inglaterra. Ahora, a poca distancia de donde ocurrieron los ahorcamientos, la Universidad de Exeter ofrecerá un título de posgrado en magia y ciencias ocultas que, según aseguran, es el primero de su tipo en una universidad británica. La profesora Emily Selove, directora del nuevo programa y profesora de literatura árabe medieval, dijo que la idea del título, que se ofrecerá a partir de septiembre de 2024, surgió del reciente aumento del interés en la historia de la brujería y del deseo de crear un espacio donde la investigación sobre la magia pueda estudiarse en un marco académico. A través de las tradiciones judía, cristiana e islámica, los profesores explorarán cómo la magia ha influido en la sociedad y la ciencia. La currícula incluye arqueología, esoterismo, Historia de las Mujeres en la Edad Media y análisis de prácticas ilusionistas a lo largo de los siglos. Christina Oakley Harrington, académica jubilada de historia medieval y fundadora de Treadwell's, una librería londinense especializada en literatura sobre magia y espiritismo, aclaró: “Nadie piensa que se le enseñará a los estudiantes agitar una varita mágica o a recitar hechizos (aunque esto último circula mucho en TikTok) sino que se trata de compartir nuestra enorme curiosidad por la forma en que percibimos ciertos mundos invisibles”.

Hemos caminado lo suficiente

En 2005, un hombre se robó un par de zapatillas color rubí que Judy Garland había usado en El mago de Oz. Ocurrió en el Judy Garland Museum de Grand Rapids, de Minnesota y tras un largo rastreo del FBI, estos slippers fueron recuperados en 2017. Ahora, Terry Jon Martin, de 76 años, se declaró culpable del robo pero podría evitar la cárcel debido a su delicado estado de salud, ya que padece cáncer de pulmón. Durante una audiencia ante el tribunal federal de Duluth, Martin dijo que que pensaba que las zapatillas tenían rubíes reales y que esperaba vender las gemas. Pero cuando un experto le dijo que los rubíes eran de cristal, afirmó que se deshizo de las zapatillas. “Terry no tiene idea de dónde estaban ni cómo fueron recuperadas”, dijo después su abogado, Dane De Krey. “Su participación fue sólo en ese período de dos días en 2005”. Garland usó varios pares de zapatillas de rubí durante el rodaje del musical de 1939, pero solo quedan cuatro pares auténticos. Uno fue prestado al museo por el coleccionista de recuerdos de Hollywood Michael Shaw cuando Martin lo robó. Los otros están en manos de la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas, del Museo Smithsonian de Historia Estadounidense y de un coleccionista privado. Estaban asegurados por un millón de dólares pero el valor de mercado actual es de unos 3,5 millones de dólares. ¿Por qué Martin decidió confesar su secreto? “Supongo que porque está al borde de la muerte y no quiere cargar con este tema”, dijo su abogado.

Alta suciedad

Renato Zanelli cruzó la línea mientras arrastraba un listón de hierro y unos 60 kilos basura en un trineo improvisado con desechos plásticos. Zanelli, especialista en tecnología retirado de 71 años, advirtió que su botín no era suficiente para defender el título como Campeón Mundial de Plogging, un deporte que combina correr con recoger basura. El rival más fuerte fue Manuel Jesús Ortega García, un plomero español que llegó a la meta con un lavavajillas, un tanque de gas propano, un extintor de incendios y un montón de objetos encontrados a lo largo del recorrido. Esto ocurrió en Génova, durante el Campeonato Mundial de Plogging, Allí, más de 70 atletas de 16 países acumularon puntos durante seis horas, cargando toda la basura que pudieran llevar hasta la línea final. Alrededor de dos tercios de los concursantes eran italianos. El resto provino de otros países europeos, además de Japón, Argentina, Uruguay, México, Argelia, Ghana y Senegal. “La competencia es intensa este año", dijo Zanelli. “Estoy aquí para ayudar al medio ambiente, pero también quiero ganar”. Italia lucha contra la basura crónica, la recolección ineficiente de basura en muchas ciudades y el vertido ilegal en el campo de todo, desde lavadoras hasta desechos de construcción. “Es irónico tener el Campeonato Mundial de Plogging en un país que no siempre es tan limpio como podría ser. Pero tal vez ayude a generar conciencia y las cosas mejoren”, dijo Francesco Carcioffo, director ejecutivo de Acea Pinerolese Industriale, una empresa de energía y reciclaje que ha participado en el patrocinio y la organización de la carrera desde su primera edición en 2021. Los tres campeonatos mundiales se han celebrado en Italia aunque el singular deporte de correr y recoger basura se remonta al menos a 2010. Fue unos siete años atrás cuando un sueco, Erik Ahlström, acuñó el nombre “plogging”. Una aplicación móvil garantiza que los corredores permanezcan dentro del área permitida para la carrera, aproximadamente 19 kilómetros, buscando basura que se califica según su peso y su impacto ambiental (las baterías y los equipos electrónicos ganan la mayor cantidad de puntos). Los concursantes recogieron casi tres mil kilos de basura. El botín incluía refrigeradores, bicicletas, asientos para bebés, colchones, tuberías de plomo, estufas, sillas, televisores, radiocasetes de la década de 1980 con casetes aún dentro, cascos de motocicleta, ventiladores eléctricos, conos de tráfico, rifles de aire comprimido y un inodoro.