“¿Quién hubiera dicho que, en la época victoriana, las personas estaban obsesionadas con la gelatina, que además de delicia culinaria, era un símbolo de estatus? No hablamos, por supuesto, de la versión actual en sobrecito sino de la gelatina que, en el siglo XIX, se preparaba en forma casera y se utilizaba en platos que parecían enormes esculturas tambaleantes, centros de mesa comestibles para opulentos banquetes”, nos informa la revista virtual Creative Boom previo a presentar la más reciente obra de Florence Houston, artista inglesa que ha encontrado en los postres gelificados de antaño, una insólita fuente de inspiración para sus cuadros. “Disfruto pintando con mucha reverencia y dramatismo aquellas cosas que, en apariencia, resultan irrelevantes”, admite la desfachatada dama, que ha inmortalizado gelatina tras gelatina para su última muestra, Juicy!, exhibida en la J/M Gallery de Londres días atrás.

“Hay algo cómico en tomar los mismos materiales y las mismas técnicas que durante siglos sirvieron para pintar a reinas y reyes, y utilizarlos para retratar gelatinas. A la vez, me resulta especialmente satisfactorio encontrar y mostrar su belleza, que no deja de ser mi meta final”, manifiesta esta artista con meticulosa atención al detalle, cuyo trabajo resalta la elegancia y la extravagancia victorianas a través de platos con encanto nostálgico. Juicy!, en efecto, combina arte, historia y gastronomía, en grandes pinturas -ciertamente dramáticas- de la modelo menos esperada, que “sí, se usaba como decoración de mesa en el siglo XIX, aunque mis piezas también hagan referencia a su resurgimiento en las mesas familiares en la década del 70 del XX”.

Curiosamente, su interpretación de pomposos dulces gelatinosos -tratados vía pinceladas como si fueran reliquias- no le hacen agua la boca a Florence. “No los encuentro demasiado apetitosos”, reconoce, pero sí los considera “increíblemente hermosos, absurdos, frágiles, graciosos”; razón más que suficiente para dedicarle unos cuantos lienzos.