Puertos, ríos y fronteras. Las geografías de todos los exilios de Fifí Real caben en la fragilidad de una época, en la metodología para hacer gestión, en la nocturnidad de una generación que empieza a asistir a los duelos de sus íconos. Los círculos abiertos de la carrera de esta artivista performer se van haciendo de la historia, como quien colectiviza el destino: brujas y aliadas; trovadora y multifacética.

Había estado 20 años reprimida en Misiones cuando, con la complicidad de su madre, escapó de su paisaje natal. En un colectivo procedente de Asunción llegó, después de mil horas de ruta, a su próximo territorio, a la tierra en la que -según le habían contado- las maricas podían desplazarse de la mano. En ese viaje infinito hacia la ciudad de una nueva furia, Fifí hizo dupla con el carisma y la contención de una pasajera experta en migrar: tranqui, te va a encantar Buenos Aires; a la tarde te va a costar, cuando baje el sol; pero vos aguantá tres meses y vas a estar bien.

Un poco por sus explosivas ganas de bailar, y otro tanto por su coraje orgánico amaneció arrabalera, militando la noche en las milongas porteñas. Eran esos, esos otros, esos otros y aquellos tiempos. Expeditiva y austera, para formarse tomó decisiones: se convenció del tres por uno y cursó comedia musical. Autogestiva y trabajadora, sellaba esos semestres -que hoy masticamos con nostalgia-: actuando, cantando, bailando. Corría el 2012 y Fifí se empezaba a convertir en una cantora de sutilezas. Le disputaba a la norma tanguera, animaba veladas activistas, alzaba consignas disruptivas.

Llegó el momento de hacer robusto el proyecto y llegaron, casi en simultáneo, el despertar de una escena y la victoria de una comunidad que iba forjando sus trincheras, disputando la ocupación. Ahí nomás llegaron las giras por Latinoamérica, por Europa, la temporada de Maipo Kabaret, la maldición del macrismo, la incertidumbre del corte sobrio de un saco.

En Colombia le obsequiaron unos tacos inolvidables, corría el 2018, enmarcando a la fotografía que se venía tejiendo. Los rituales en Trabestia hacía rato que se habían constituido en templo y la estelaridad de Le Brujx era rotunda, infinita. El horizonte de una nueva noche era inminente. Fifí ya habitaba esta fortuna como performer, como bailarina. No solo era la tanguera de la milonga sino también bordaba fiesta marica en los espacios de goce. La cotización de la cerveza se fue disparando en sintonía con la emergencia de más drogas, y la precarización, típica para estos maratones, se fue cobrando más y más existencias.

Dirá Fifí Real que está siendo travesti fluida, que es independiente, autogestiva y transfronteriza. Dirá, también, que le pegó súper fuerte la noche cuando se murió Le Brujx, que su muerte hace cuerpo muerto a esa precarización. Y que en la noche, justo antes del inicio de la pandemia, en la que interpretó Se dice de mí en el CCK pudo converger una búsqueda y una propuesta que venía indagando.

Después de la manija instalada por el primer corte y su respectivo video clip Invócame, finalmente el pasado 1° de noviembre, el día de lxs muertxs, salió a la luz su nuevo disco Post Cringe. Producido musicalmente por Emanuel Manso, con sonido techno-pop, Fifí nos ofrenda una nueva confesión de obra. Con la constancia política y afectiva está entregando una novedad celebratoria. Un disco sobre el duelo y la transición, una sonoridad de baile y noche eterna.

¿Qué sucede en Post Cringe?

Post Cringe es Post Mortem. Era after cringe, pero es post pandémico también. Cringe es Le Brujx. Post es también este duelo con ella. Es entender que todo eso que yo no podía contar, no podía comunicar está en mi cuerpo.

Es mi disco pos mortem. Cuando Le Brujx se murió yo me pegué a ella. Me costó mucho entender que yo no me estaba muriendo, o que todavía podía. Me había pegado a la refe. ¿Y yo qué dejo? Esto que estoy haciendo, ¿es sincero? ¿O es simplemente la fiestita de la diversidad? ¿Es lo que quiero contar, lo que pasa? Bueno, entonces dije: voy a laburar este disco como el disco con el que me puedo morir mañana. Está todo ahí.

"Milei ya ganó en las provincias. Y se viene una nueva ola migratoria de esas maricas y travas que se van a estar escapando de esos lugares donde ya está validada la violencia de ese discurso de odio".

¿Y qué hay ahí?

--De lo que yo quiero hablar ahora, de la noche que quiero hablar. La milonga a la cual yo voy. Yo me fui a otra noche. Entonces mi mirada estaba en este otro lado. Mi oído estaba en otro lado. Seguí más en este último proceso a lo queer que el tango. El tango pasó a ser mi modo de habitar, de mirar, de interpretar, de conflictuar, de problematizar, de enroscar, de resolver, de llorar, de vulnerabilizar, de sensibilizar.

Es un disco que es una obra conceptual. Que parece más una peli, que cuenta, que narra sobre la noche que yo vi. Que tiene los sonidos que yo escuché, que interpela porque suena de esa manera. Es un disco en que puedo decir mis primeras y propias letras. Es el primer disco escrito por mí. Sí, estoy tan cringeada y deprimida, y todavía estoy comprando la cama. Cuando lo fui trabajando fue darme cuenta de que tenía ganas de hacer un disco conceptual. Que sea atemporal. Que sirva para narrar una historia, un momento, un tiempo. Y que suene. Y que lo escuchen: ahora, después, mañana. Quien sea. Y que cuando yo me muera pongan Invócame; ya está, no lloren más: bailen.

Una narración de la noche…

--Ema hizo un trabajo de pasaje entre tema y tema. Y es una noche: arranca a las doce de la noche con Tangamente, el disco empieza en la enunciación de la muerte justamente en Tangamente. Viene la muerte, yo me quiero morir. La muerte dice "vamos a bailar". Nos vamos a Invócame, donde a las cuatro de la mañana es la hora estelar, baja. Y entra Purga donde ya obviamente estamos ahí. Y después Orillas, es el umbral, el amanecer. Orillas para cerrar el duelo. After de a Dos como la posibilidad de fiesta de goce. Invócame como ya una estrategia esotérica para resolver en comunidad.

Aunque también hay indicios en la lírica que trascienden la noche.

--Todo esto habla de un hartazgo, de una manera de hacer. De usarnos de contenido. Hasta acá con la política de la visibilización. Porque tenemos que prepararnos para el gobierno que venga, Milei ya ganó en las provincias. Y se viene una nueva ola migratoria de esas maricas y travas que se van a estar escapando de esos lugares donde ya está validada la violencia de ese discurso de odio. A esto ya lo vivimos, podemos tomar el aprendizaje de lo que pasó en el 2015. Pero de todas maneras estamos en un momento de resistencia, de que hay que salir más a la calle y estar más unidas y pillas. Hacer ese ejercicio de memoria.

¿Por eso quizás este disco se lanza también en un momento clave de nuestra historia?

--Lo que mis compañeras y yo estamos generando de cultura, lo que estamos buscando es acompañar, darle música y generar tambien una revolución desde nuestros espacios. Desde el talento y la magia que tiene cada una. Y estar atentas a que en estos momentos de tensión es donde vuelve a acrecentarse el consumo problemático. Las más vulnerables que son las travestis racializadas, con trabajos precarios, son las que están más expuestas. Y aquellas migrantes que vamos a recibir también. Este disco viene a bailar, pero sutilmente viene a traer sobre la mesa algo que nos cuesta: que es el dolor, el duelo y otra manera de procesarlo.

Post Cringe se puede escuchar en todas las plataformas digitales.

 

Instagram: @fifitango

Fotos: Sebastián Freire