Elena sabe - 5 puntos

Argentina, 2023

Dirección: Anahí Berneri

Guion: Gabriela Larralde, basado en la novela homónima de Claudia Piñeiro

Duración: 100 minutos

Intérpretes: Mercedes Morán, Érica Rivas, Miranda de la Serna, Mey Scápola, Mónica Gonzaga, Susana Pampín, Agustina Muñoz.

Estreno: Disponible en salas.

La maternidad es un eje que atraviesa (casi) toda la filmografía de Anahí Berneri. Elena sabe, su última película, basada en una novela de Claudia Piñeiro, no es la excepción. El asunto era el elefante en la habitación en Por tu culpa (2010), una de las cuestiones centrales en Alanis (2017), uno de los varios temas que se planteaban en Aire libre (2014) y también, por omisión, una de las preocupaciones que desde el fuera de campo agobiaban a la protagonista de Encarnación (2007). Y vuelve a ser el núcleo en torno al cual orbita la historia de su trabajo más reciente, en el que una madre atormentada por la trágica muerte de su hija se ve obligada a revisar el vínculo que construyó con ella.

Como ocurre en los otros dos títulos en los que el tema tiene mayor relevancia (Por tu culpa y Alanis), acá la maternidad está rodeada de un halo ominoso. En la primera por estar atada al deber ser que le impone a cada mujer la responsabilidad absoluta de lo que le ocurra a sus hijos, tanto lo bueno como, sobre todo, lo malo. En el segundo caso, esa oscuridad provenía de lo social, retratando una situación de maternidad definida por el desamparo y la marginalidad, pero aún así vivida en plenitud. En Elena sabe, en cambio, Mercedes Morán interpreta a una mujer para quien ser madre no parece haber sido fruto de un deseo, sino más bien una carga (el mismo deber ser), que en ella generó una frustración que inevitablemente acabó trasladando a su hija Rita.

La muerte inesperada de Rita (Érica Rivas) pone a Elena ante el abismo del pasado, donde enfrentará a la instancia de responderse quién ha sido como madre. El hecho de que además la protagonista padezca Parkinson juega una doble función. Una dentro de la lógica del relato, colocando a Elena en una situación de vulnerabilidad ante el entorno hostil que se genera en el pueblo donde vive, cuando ella asegure que su hija fue asesinada. La otra de cara al espectador, en quien la enfermedad inducirá a través de la empatía la aparición de sentimientos como la lástima, como contrapeso del rechazo que genera su tiranía como madre.

Elena sabe propone un juego entre el drama y el policial, cruce que Piñeiro suele jugar bien en sus novelas, pero que no funciona del todo en la pantalla. Más que nada porque el uso de la enfermedad como elemento para alterar la percepción de lo real no termina de generar un extrañamiento lo suficientemente potente como para que el estado mental de Elena se traslade al público de manera efectiva. No tanto por la actuación de Morán, que a pesar de ciertos excesos logra transmitir la fragilidad del personaje. Se trata más bien de una falla en el dispositivo, que nunca logra que el público se apropie del todo de la confusión de la protagonista, impidiendo que las dudas se instalen de forma convincente.