El barrio del Jardín de Infantes 916 de Caseros, donde votó Victoria Villarruel, amaneció empapelado con afiches de desaparecidos. Los pegaron sus familiares, que además fueron a la puerta del jardín a manifestar contra la candidata negacionista. Cuando los móviles de televisión lo transmitieron en vivo, la cuadra se llenó de vecinos. Villarruel llegó poco después, en un vehículo negro. Al bajar se encontró con la escena: el asfalto colmado de vereda a vereda (había también quienes se habían acercado a apoyarla); los familiares -que habían sido medio tapados por un cordón policial y desde atrás levantaban pañuelos con la consigna “Son 30.000”- y muchos vecinos entonando cantitos contra la dictadura. Al ver los pañuelos blancos, Villarruel dobló la apuesta y llamó “familiares de terroristas” a quienes manifestaban.

- Es la primera vez que la hija de un militar llega a ser vicepresidente. No sé qué les puede molestar, cuando ellos han tenido hijos de terroristas y terroristas en cargos de gobierno -dijo para los móviles de los canales.

También criticó las pintadas por Memoria, Verdad y Justicia. “Pintar la cara de los 30 mil en un jardín de infantes es como ir a un cementerio y pintar al Oso Barney. Más desubicados no pueden estar”.

Así, la ahora vicepresidenta electa, tras una campaña en la que defendió a genocidas y en el debate de vices se negó a contestar si quiere que los condenados por secuestros y desapariciones queden en libertad, volvió a jugar su juego: el de la provocación a fondo. Pero no cualquier provocación, sino justo aquella que mejor sugiera la propuesta de una vuelta a un orden ultrarepresivo.

Lugar emblemático

El jardín de infantes donde votó Victoria Villarruel fue en los ‘70 la casa de Alicia Amaya, desaparecida por la dictadura militar. Vivía allí con su padre, que era director de la escuela. La familia había llegado de la provincia de Misiones al establecimiento, que tenía la ventaja de estar provista de una vivienda para su director. El 3 de junio de 1978, a esa casa una patota entró por la fuerza y se llevó a Alicia, que tenía 21 años recién cumplidos y era estudiante de Trabajo Social.

Su hermano Horacio presenció el secuestro. Este domingo fue uno de los familiares que organizaron el escrache. “Yo estaba cuando cayó la patota militar, nos encerraron a todos y se la llevaron”, recordó. Contó también que era la época del Mundial de Fútbol y los compañeros de su hermana “habían iniciado una forma de protesta, que ahora parece ingenua, arrojar volantes”. ”Tal vez ese fue el motivo que le costó la vida”, señaló.

La Comisión de Familiares de Desaparecidos de Tres de Febrero, a la que Horacio pertenece, empezó en realidad el jueves pasado con los preparativos de esta actividad: hizo una jornada en la que pegaron los afiches y pintaron un mural por los 40 años de la democracia. En el paredón de la escuela dibujaron a las Madres de Plaza de Mayo y en los postes de luz pusieron fotos de los desaparecidos del barrio, llamado Evita. Para este domingo, el barrio Evita y el cercano barrio Derqui estaban movilizados por la memoria de la dictadura. Sólo en el partido de Tres de Febrero 325 personas fueron secuestradas y desaparecidas.

Cantitos

El barrio es una zona de casas bajas. Tiene las calles asfaltadas, pero todas sus construcciones se ven hechas a pulmón. No hace falta escuchar que se llama Evita para darse cuenta de que se trata de manzanas de familias que pusieron ladrillo sobre ladrillo con esfuerzo. A pocas cuadras está el barrio Derqui, que en otros tiempos fue una villa de pasillos angostos.

Entre los vecinos que se juntaron frente al Jardín de Infantes había un poco de cada barrio, el Evita y el Derqui. Algunos habían ido a votar y se quedaron al ver las cámaras. Otros llegaron atraídos por las imágenes del vivo de los canales y se sumaron al grupo de los familiares.

Como sea, la calle rápidamente se dividió en dos sectores bien delimitados: contra el alambrado de la escuela, los que apoyaban a Villarruel.

- ¡Planeros! ¡Vagos de mierda! ¡¡¡Metete de nuevo en tu casa a comer polenta!!! -increparon los mileístas a los del otro lado.

Los así bautizados planeros, desde la vereda de enfrente replicaron con cantitos: “Milei, basura, vos sos la dictadura”, fue el más coreado. Otros agregaron el reclamo por Malvinas.

El sector del alambrado contraatacó con un “Massa, basura, vos sos la dictadura”, aunque por la falta de argumento el coro se pinchó.

- Basta de mirar al pasado, ¡hay que mirar al futuro! -convocó un señor mayor de voz potente. 

Eso dio tiempo a encontrar una consigna con más gancho: “Uhhh que se vayan todos, que no quede ni uno solo”, corearon los votantes de Milei. El entusiasmo creció, “más fuerte”, se escuchó arengar. Fue en ese momento de máximo griterío cuando desde una casa ubicada justo enfrente del jardín de infantes irrumpieron unos acordes inesperados: por unos parlantes puestos a todo volumen resonó la Marcha peronista. Al mango.

Derechos

"Acá estamos los que queremos defender los derechos. Los derechos que los otros dicen que tienen no es así: esos no tienen ningún derecho", argumentó Graciela ante Página/12 sobre los motivos de los cruces. Contó que tenía 68 años y dos hijas que se fueron del país. ¿Qué derechos reclama? "La libertad. Que no roben, que podamos salir a la calle sin que nos maten. Viví toda la vida en esta porquería: nací el 9 de julio del ‘55, cuando a Perón ya lo habían sacado del gobierno."

En la puerta de su casa, María José aguantó de brazos cruzados. Primero al marido, que opinaba “que mejor era no hacer tanto kilombo” poniendo la marchita, y después a un supuesto policía que se acercó a decirle que bajara el volumen. “¿Y por qué no puedo escuchar la música que quiera si estoy en mi casa?”, le contestó. Y no hubo más reclamos.

Más tarde, todavía claramente caliente, explicaría que sintió que tenía que expresarse. “No para provocar, pero sí para marcar una presencia, porque yo me quedé sin trabajo hace un año y nunca fui a buscar un plan. Me puse a vender ropa, encontré después otro empleo. Vengo de una familia peronista y me da bronca que me griten cualquier cosa”.

Sobre los que se acercaron a apoyar a Villarruel, opinó que “es gente que le parece popular o divino sacarse una selfie o estar grabando un video. Los respeto pero me pregunto, ¿qué es lo que están avalando?”

Villarruel salió de votar diez minutos después y la pequeña muchedumbre se dispersó. En los postes quedaron las fotos: Liliana Alcira Malamud, Rubén Oscar Scardavilla, Josefina Thompson, Hugo Fontenla, Natalia Cecilia Almada, María Luisa Pacheco. Y en el mural, sobre el largo paredón que bordea al jardín de infantes, la cara de un grupo de Madres en su homenaje, por los 40 años de democracia.